En un país donde la difusión de la verdad a menudo se ve amenazada, la historia de Adela es recordatorio que, incluso en los tiempos más difíciles, hay quienes se mantienen firmes en su búsqueda de justicia.
Por: Alonso Valenzuela
Ejercer el periodismo en México es de las actividades con mayor riesgo en el mundo, como lo señalan las organizaciones Reporteros sin Frontera y Artículo 19, quienes informan que durante el último lustro se han efectuado más de dos mil agresiones contra la prensa nacional.
En ese contexto, dentro de una cotidianidad surrealista entrelazada con el peligro que adolece el país, destaca la figura de Adela Navarro Bello, directora general del semanario ZETA.
Nacida en Tijuana, el nombre de Adela figura en el periodismo de investigación por una trayectoria definida con aplomo, rigor y su incansable búsqueda de justicia mediante la palabra escrita, demostrando una pluma inquebrantable entre el vaivén de jornadas aciagas y otras memorables.
A la par de una carrera adornada por distinciones de organismos y universidades, ha sido merecedora del Premio Internacional a la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de los Periodistas, reconocimiento que enarbola su excelencia periodística y compromiso con la libertad de expresión en circunstancias adversas.
Asimismo, su coraje y determinación le han valido el Premio a la Valentía en el Periodismo de la International Women’s Media Foundation, galardón que subraya la tenacidad requerida para ejercer su profesión en contextos de riesgo.
En 2013, su influencia trascendió fronteras al ser incluida en la prestigiosa lista de “100 Pensadores Globales” de la revista Foreign Policy, destacándose como la única latinoamericana en este reconocimiento, consolidándose como voz influyente en el escenario global.
Ante dichos blasones, resulta imperativo buscar un encuentro para dialogar con ella y conocer de primera mano el sinuoso camino que la ha convertido en una de las bajacalifornianas líderes de nuestra sociedad, porque Adela no sólo investiga o escribe noticias, nos brinda historias que resuenan con la fuerza de lo indeleble.
• FIRMEZA •
En el encuentro especial entre Adela Navarro Bello y CAMPESTRE, su presencia y proyección resultan contundentes. Es innegable que es de las personas que imponen desde su porte hasta la serenidad que transmite en su conversación, caracterizada por decir las palabras precisas y necesarias.
Tras el inicio de la charla, con la mirada fija y firmeza que la caracteriza, anticipa una conversación reveladora, que nos lleva a través de sus 34 años en el periodismo, compartiendo aspectos de su vida personal, en donde sus acciones comulgan a la par del compromiso, sensibilidad, emoción, libertad y principios, mismos que encapsulan su esencia, carácter y enfoque.
Sin embargo, descubrimos también, que detrás de la imagen de mujer reservada, se oculta una sincera sonrisa que nos confiesa alegremente el sueño que tuvo de haber sido una reconocida chef.
Justamente su gusto y pasión por el mundo gastronómico, se evidencia en sus redes sociales, donde comparte imágenes de diversos platillos que elabora. Así, entre preguntas y respuestas, conocimos también a la Adela alegre que se deleita al escuchar un buen chiste. A la que nos confesó su “placer culposo”: una afición por el mundo del espectáculo y la farándula con las notas rosas.
La Adela de eclécticos gustos musicales también quedó de manifiesto, disfrutando las melodías románticas de Romeo Santos, conocido como “El chico de las poesías”, hasta la icónica banda de rock Pink Floyd, pasando por The Doors y “Sólo le pido a Dios”, emotiva canción interpretada por Mercedes Sosa y León Gieco, que figura entre sus favoritas.
• RAÍCES DE PERIODISTA •
Durante la entrevista, hace una elipsis y evoca su infancia con emotiva claridad. “Tengo muchos recuerdos, incluso el desayuno que me preparaba mi mamá o los viajes por carretera con mi padre, pero uno de los que más atesoro, y que tiene que ver con lo que hago ahora, es el primer libro que leí, un regalo inesperado de mi padre”, comparte.
Ese regalo era un libro, destinado a enseñar el idioma español a norteamericanos, mismo que se convirtió en la puerta a un mundo de letras y pensamientos, por lo cual –menciona– aún lo resguarda en su biblioteca.
“Fue mi primer acercamiento con la literatura”, comparte, con sus ojos reflejando el valor de ese momento que, más tarde, la conectaría con el universo de la escritura, en conjunto con diversos cuentos de autores latinoamericanos, como Rulfo, Quiroga e Ibargüengoitia.
“Escribía cartas para comunicar mis sentimientos, para resolver conflictos”. Este temprano amor por la palabra escrita sería el presagio de su futura carrera en el periodismo.
• LA LLEGADA A LOS MEDIOS •
Al paso de los años, la decisión de Adela por el periodismo no fue casualidad, descubriendo que a través de éste podía abonar a diversos sectores. “Los años ochenta en México estuvieron marcados por la injusticia y la corrupción”.
Originalmente inclinada hacia la abogacía, confirmó que “desde el periodismo podía combatir la corrupción y señalar los abusos”, resaltando que su encuentro con ZETA se dio una mañana de 1990.
Habla con respeto de su mentor, Jesús Blancornelas, explicando que él valoraba la capacidad por encima del género de sus colaboradores.
“Mi desarrollo como periodista fue como reportera y como editora; Jesús Blanconelas, mi maestro, ponderaba la capacidad del hambre por hacer periodismo y el compromiso que tenías hacia la correcta investigación. Así llegó a la Dirección (…) Al igual que mis compañeros, seguí la misma línea
de Blancornelas. La capacidad no es una cuestión de género. Tengo como colaboradores a editoras mujeres y editores hombres. Hemos crecido juntos
y hemos llevado esta bandera de la libertad de expresión”.
• EL TRAYECTO •
A la cabeza del medio, Adela enfrenta desafíos constantes desde el narcotráfico o el Gobierno, pero antes, cuenta que su arribo a la Dirección de ZETA se dio anteponiendo su sueño de ser chef.
“La primera vez que ahorré en mi vida para algo académico fue para entrar al California Culinary Arts Institute, de San Diego. Pero Blancornelas llegó un buen día y me dijo, «tú vas a ser la directora de ZETA».
Ahí vi que ya no iba a tener una segunda carrera porque es un trabajo muy demandante. Esa complicidad con su trabajo es la misma que le ha llevado a mantener el prestigio y protagonismo como uno de los medios de mayor relevancia en todo México. “Mantener el liderazgo del semanario ha sido posible gracias a nuestros principios y nuestro compromiso con la sociedad”, explica. Y es que en un contexto donde los medios impresos luchan por sobrevivir, ZETA se ha adaptado, manteniendo su esencia y expandiéndose a plataformas digitales.
Sobre cómo ha mantenido ZETA a flote en tiempos difíciles, enfatiza la importancia de la independencia y la fidelidad a los principios periodísticos.
“No es un negocio hacer periodismo en este momento, o al menos no en los medios pequeños e independientes. Hacer periodismo es un compromiso. Nosotros lo llamamos también un proyecto de libertad de expansión que cada semana se va refrendando con el apoyo, por supuesto, de nuestros lectores, nuestros aliados y nuestros anunciantes”.
En ese sentido, ve cada edición semanal como una reafirmación de este compromiso. “Lo que se publica en el Semanario es porque es verdad”, precisa. Y la verdad es su escudo, su fuerza para enfrentar las amenazas.
Con relación a las historias que le gustaría escribir mañana, Adela se enfoca en las que surgen de la comunidad, aquellas que reflejan las inquietudes y problemas de los ciudadanos.
“El compromiso de ZETA con su audiencia es claro: más del 60% de su contenido proviene de las propuestas de los lectores”, enfatizando que las historias son reflejo de un sistema que a menudo ignora a sus ciudadanos.
• EL MEJOR OFICIO DEL MUNDO •
Cuando le pregunto si está de acuerdo con Gabriel García Márquez en que el periodismo es el mejor oficio del mundo, Adela asiente con convicción y menciona que para ella sí.
“Después de 34 años, puedo decir que es un oficio apasionante, lleno de compromiso con la sociedad”. Sin embargo, reconoce los riesgos y desafíos que enfrenta.
“Ser valiente significa seguir adelante a pesar de las amenazas y los riesgos (…) En un país donde ser periodista puede ser peligroso, la valentía es una cualidad indispensable. Nuestro compromiso con la verdad es lo que nos da fuerza”, agrega.
“Tenemos que investigar, tenemos que publicar y tenemos que trabajar por hacer que este país tenga mejores condiciones para los periodistas y para todos. Entonces es ese compromiso que tenemos con el periodismo y con nuestra sociedad, lo que nos hace seguir adelante”.
• CONSEJOS PARA LA JUVENTUD •
“Leer es esencial”, aconseja a los jóvenes no sólo estudiantes de Comunicación, sino de cualquier carrera. “No se puede ser profesional comprometido sin sensibilidad por lo que ocurre a nuestro alrededor”. Para ella, la lectura es la clave para desarrollar conciencia social, profesional y conocer el entorno, por lo que recomienda.
“El peligro de estar cuerda” de Rosa Montero, al considerarlo esencial, especialmente para mujeres. “Lean, levanten la voz, no están solas, llamando a la acción y empoderamiento como recordatorio de que juntas pueden enfrentar y superar los desafíos.
• SEGUIR ADELANTE •
Finalmente, para Adela, Tijuana no es sólo su hogar, sino también el lugar donde su corazón y su trabajo residen, lo que la ha convertido en su sitio favorito del mundo.
La entrevista concluye, pero la impresión de Adela Navarro Bello perdura. En su voz, en sus palabras, resuena la esencia de una periodista que ha hecho de la verdad su bandera y de su pluma, una herramienta de cambio.
En su ciudad y más allá, su eco sigue resonando, desafiante y firme. Su historia es un relato de heroicidad, de compromiso inquebrantable con los ideales periodísticos, y de una influencia que trasciende fronteras, abrazando a la inspiración recibida de aquellos que han estado a su alrededor: su familia, sus maestros Jesús Blancornelas y don Julio Scherer, sus compañeros en el semanario Zeta y la sociedad.
Las preguntas terminan y es tiempo de tomar las fotos que ilustran este artículo, y mis compañeros en el behind the scenes eligen ponerle de fondo Pink Floyd.
Suenan las letras y acordes de “Wish you where here” y rápidamente ella las identifica, “es de sus canciones menos populares, pero es de mis favoritas”.
Adela sonríe y su naturalidad se funde con el ruido del obturador.
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