Mensaje Claro

CON CIERTA FRECUENCIA he escuchado a distinguidos miembros de MORENA decir que el ejercicio de poder desgasta, y que, en los años recientes, cuando se han ido acumulando triunfos electorales en los estados, en los municipios y la conquista de la Presidencia de la República, los ha llevado a alejarse un tanto de los Principios de Doctrina que rigen la vida del partido, y que son como las coordenadas por las que se mueven quienes ocupan posiciones de gobierno.

En efecto, esa cercanía con el poder ha contaminado el compromiso que se supone adquieren todos los que deciden, voluntariamente, afiliarse a este instituto político. Muy pronto, ya instalados en los espacios en donde se toman las decisiones, morenistas de antaño o noveles, suelen perder la brújula y distanciarse de los principales compromisos que les marcaron los fundadores.

Metidos de lleno en la pugna por el control de los aparatos del partido, los morenistas de diversas corrientes se han olvidado de actuar en la búsqueda de “una Patria ordenada y generosa” -como lo prescribieron sus fundadores en el lema que todavía hoy lo distingue- para ir en busca de más y mejores lugares en que la nómina gubernamental les garantice un muy buen nivel de vida, que se amplía con frecuencia a familiares y cercanos, quienes a su vez comenzarán a conformar las redes clientelares para reproducir el esquema de conquista de espacios.

Las confrontaciones entre grupos, que se reflejan en la contienda nacional, se reproducen también en la lucha por las dirigencias estatales y aún en las municipales, sobre todo en estados y municipios en los que pronto gobernará MORENA.

JAIME BONILLA ha dicho que en el tema partido-Gobierno ha quedado muy claro que las tesis históricas de MORENA siguen vigentes y se necesita simplemente una mayor y una más intensa coordinación”. No era lo que pensaba hace tres meses. Está claro: Para muchos morenistas de hoy, eso de las “tesis históricas” es puro rollo. Todos los que tienen un delgado barniz de preparación, luchan denodadamente por incorporarse a ese extraño puchero de rancho que integran quienes a sí mismos se dicen intelectuales. Y.… ¿usted cómo la ve? Ahí, se la dejamos.

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