Haz este ejercicio. Mira a tu alrededor. ¿Qué ves? Compañeros gentiles, comunicativos, conversadores, que trabajan mano a mano para lograr los objetivos, o existen personas chismosas, con actitud altiva, que gritan (aunque sea por email; sí, las palabras tienen fuerza), usan vocabulario inapropiado y no les gusta recibir feedback. Si tu caso es el segundo, estás en una oficina con un ambiente “tóxico”.
Pero aun, esto no solo afecta tu espacio laboral sino también tu salud en general. Incluso, podría desatar un estrés crónico que te lleve a una depresión. “Este es el estrés que dura por un período de tiempo prolongado. Usted puede tener estrés crónico si tiene problemas de dinero, un matrimonio infeliz o problemas en el trabajo. Cualquier tipo de estrés que continúa por semanas o meses es estrés crónico. Puede acostumbrarse tanto al estrés crónico que no se dé cuenta de que es un problema”, expone la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU. Así que, ojo, no estoy exagerando.
Algunas de las señales son muy obvias, pero como estás dentro de esa situación no puedes entender bien qué es lo que pasa. Incluso, y aun más preocupante es que lo veas como algo perfectamente normal cuando no lo es.
- Un supervisor déspota. Sí, como en la época feudal de los latifundios. Tristemente, algunos jefes piensan que su equipo de trabajo son peones a sueldo a los que les pueden gritar, menospreciar y maltratar sin medir las consecuencias. Esto no es correcto. Es una señal de debilidad por parte de tu jefe, de desconocimiento y tal vez, de falta de preparación. Las razones pueden ser miles, pero no hay excusa para este comportamiento. Eso hace que el ambiente en la oficina sea sumamente tóxico. No le tengas miedo, ni tampoco busques confrontarlo con rabia, como plantea Pablo Morano en Guioteca. “Es lo equivalente a apagar el fuego con bencina. La violencia genera más violencia, y el miedo probablemente abra la puerta a que vea que con usted es con quien se puede desquitar en sus malos momentos”, dice. Así que mejor ve pensando en otras opciones, de las que te hablamos más adelante.
- Falta de comunicación. Los compañeros de trabajo a veces se convierten en amigos, otros en familia y otros, solo en eso, gente con la que compartimos un espacio. Pero, si para lograr un trabajo necesitamos estar todos interconectados, necesitamos comunicarnos eficazmente. La comunicación no es hablar, sino también saber escuchar. Además, requiere que todos contesten sus emails, asistan a las reuniones pautadas por otros compañeros y si trabajan en un mismo equipo, hablen de lo que está pasando. Por otro lado, comunicarse no es contar tus penas. Intenta ser lo más discreta posible también con tus situaciones o problemas personales en el trabajo. Eso no es de buen gusto.
- ¿No te valoran? Bueno, esto sí es serio. Aunque, como dice mi madre, “a veces es mejor pájaro en mano que cien volando”. Si consideras que nadie te toma en cuenta, que realizas la mayoría del trabajo y es a otro a quien felicitan, es tiempo de que pienses en buscar nuevos horizontes. ¿Por qué no? Los cambios son buenos para la mente, el cuerpo y el espíritu. Piensa en algo así como renovación total”.
- ¿Rodeada de cobardes? Sí, para mí son cobardes aquellos que prefieren que otro asuma la responsabilidad por ellos, porque les encanta señalar las fallas, pero no asumirlas. Optan por hacerse los desentendidos cuando hay que resolver una situación. Incluso, prefieren hacerte sentir que la responsabilidad es tuya, aunque no lo sea, necesariamente. Lo importante es que tú sepas hacerlo cuando tengas que asumirla.
Comments