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Un golpe a traición para la CNTE, planeado desde el Gobierno Federal. ¿Quienes fueron los operadores? 

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Si la CNTE fuera El Chapo, lo que sucedió ayer no sería su recaptura, pero sí el anuncio de que le congelaron todas sus cuentas, le incautaron todas sus propiedades y el cártel ya no lo maneja él ni nadie de los suyos.  

El plan para quitarle a la CNTE el dominio sobre el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), que es quitarle todo su financiamiento y todo su control político sobre los maestros de ese estado, se preparó en el gobierno federal desde hace meses.   

El operativo, que arrancó ayer por instrucción del presidente Peña Nieto y tiene mucho aún por delante, fue diseñado por Aurelio Nuño, jefe de la Oficina de la Presidencia, y Miguel Osorio Chong, secretario de Gobernación. Nuño es el cerebro detrás de la reforma educativa y Osorio es la cabeza de la dependencia que negocia con la CNTE.  

Intervinieron de manera clave Eugenio Ímaz, director del Cisen, quien aportó toda la información sobre la estructura organizacional de la CNTE, sus verdaderos líderes, capacidad de movilización y vínculos subversivos, y Alberto Bazbaz, director de Inteligencia Financiera de Hacienda, para rastrear el dinero del IEEPO, la CNTE y sus cabecillas.   

Para el operativo de fuerza, se coordinaron los secretarios de Marina y Defensa, almirante Vidal Soberón y general Salvador Cienfuegos, así como los jefes de la Policía Federal, Monte Alejandro Rubido y Enrique Galindo. En lo que tiene que ver con comunicación política llevó la batuta el vocero presidencial Eduardo Sánchez y como asesor general estuvo Luis Enrique Miranda, subsecretario de Gobernación, quien ha sido el negociador directo del gobierno federal con la Coordinadora. El secretario de Educación, Emilio Chuayfett, estuvo prácticamente al margen.   

El plan original era tomar el IEPPO la madrugada del martes 7 de julio, pero se pospuso por dos razones que tenían que ver con la eventual reacción de la CNTE: un paro podría ocasionar que los niños perdieran el ciclo escolar y una respuesta violenta que dejara al país en llamas coincidiría con la gira del presidente Peña Nieto a Francia.   

Entonces se planteó como nueva fecha la madrugada del martes 21 de julio: el ciclo escolar habría terminado, la gira también (lo del Chapo no estaba en escena) y sería plena semana de la festividad oaxaqueña de la Guelaguetza, que aunque implicaba riesgo para miles de turistas, significaba la ventaja de que agarrarían a los miembros de la CNTE, literalmente, de fiesta.  

Se mandó el mensaje al gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, detallando el plan de acción. Su aval era clave: sin su firma era imposible tomar el IEEPO. Hasta el final hubo dudas sobre si cooperaría en realidad después de lo timorato y cómplice que ha sido con la CNTE, pero en Los Pinos recibieron una respuesta hasta de entusiasmo del mandatario estatal.  

Y sucedió. El despliegue de fuerza, me dicen fuentes, tiene una capacidad de movilización inmediata de 20 mil elementos, entre policías federales, soldados y marinos. Muchos de ellos permanecieron en Oaxaca desde el operativo electoral. El estimado de la inteligencia oficial es que la CNTE puede sacar a la calle a 10 mil fieles.   

Esas batallas están aún por verse. 

Carlos Loret / Historias de Reportero 

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