En materia electoral, Baja California se ha cocinado aparte en las últimas décadas y podría volver a escribir la historia dentro de tres semanas, cuando se llevarán a cabo comicios para gobernador, alcaldes y diputados locales.
Hace treinta años el país entero se cimbró políticamente cuando por primera vez se reconoció el triunfo de un candidato de la oposición para una gubernatura.
Ernesto Ruffo Appel, ex alcalde de Ensenada y dirigente del sector privado, arrasó en las elecciones locales para obligar al presidente Carlos Salinas de Gortari a otorgarle la victoria, cuando el PRI dominaba de manera autoritaria al país.
Años atrás se habían negado las gubernaturas a la oposición en Nuevo León, Sonora y Chihuahua, hasta que en 1989 se unieron varios factores para que en México surgiera el primer gobernador del Partido Acción Nacional.
Fue entonces relevante la actuación del sonorense Luis Donaldo Colosio, quien, en su calidad de presidente nacional del PRI, convocó a una conferencia de prensa para aceptar que las tendencias no le favorecían a su candidata Margarita Ortega Villa.
Desde aquel año el PAN ha controlado la gubernatura de Baja California, han sido cinco periodos con un total de seis gobernadores, toda vez que en octubre de 1998 falleció en el poder Héctor Terán Terán, quien fue sustituido por Alejandro González Alcocer.
En estas tres décadas han ocurrido los más disímbolos resultados electorales, incluyendo “carros casi completos” por parte del PRI y del PAN. Sin embargo, la gubernatura ha seguido en manos del blanquiazul a pesar de que el tricolor lanzó campañas dispendiosas con Jorge Hank Rhon en el 2007, y con Fernando Castro Trenti en el 2013.
En este 2019 todo indica que llegará el final del prolongado reinado panista de tres décadas. Dicen que todo por servir se acaba, pero en este caso el móvil de la debacle blanquiazul ha sido el gobierno sombrío, desaseado e inefectivo de Francisco “Kiko” Vega, quien poco logró en materia de seguridad y desarrollo para el dinámico estado fronterizo.
A ello se suma el despunte de la marca Morena, que en la pasada elección federal arrolló en la votación de diputados federales y senadores. PAN y PRI fueron borrados prácticamente del mapa electoral bajacaliforniano. Por ello luce como favorito el candidato de Morena, Jaime Bonilla Valdez, un empresario binacional metido a político, cuyo principal éxito fue el de apapachar a López Obrador en las dos últimas elecciones presidenciales.
Por cierto, estas elecciones serán para un periodo de dos años, tanto para el gobernador como para los alcaldes y diputados locales. La intención es empatar el calendario local con el federal.
En segundo lugar, se apunta el panista Oscar Vega Marín, ex funcionario estatal y federal con amplia experiencia; goza de buena imagen y simpatías, pero la desgastada imagen del PAN y del gobernador Vega no le ayudarán para superar a su principal contendiente.
Héctor Osuna Jaime, reconocido político local, va en tercer lugar con la marca Movimiento Ciudadano que tampoco parece que le servirá para lograr la victoria.
Aparte de las fallas de Kiko Vega, el PAN se equivocó al promover la reelección de alcaldes desgastados como Juan Manuel Gastélum en Tijuana y Gustavo Sánchez en Mexicali.
En ambas localidades Morena encabeza las en-cuestas con Arturo González y Marina Olmedo, respectivamente.
No obstante, las simpatías de los tijuanenses por el candidato del PRD, Julián Leyzaola, podrían llevarle a un sorpresivo triunfo. El teniente coronel Leyzaola fue director de Seguridad Pública en Tijuana y en Ciudad Juárez, en donde se ganó a pulso la fama de ser implacable contra el crimen organizado. Fue objeto de un atentado del cual salió vivo de manera milagrosa.
En Baja California podría repetirse el fenómeno morenista del año pasado, aunque lo más seguro es que los electores fronterizos se inclinen por un resultado multipartidista, en donde veamos gobernadores, alcaldes y legisladores de los más diversos colores y corrientes.
FRASE DESTACADA: El despunte de la marca Morena arrolló en la pasada elección federal durante la votación de diputados federales y senadores.
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