Difícil negar que alrededor del Teletón, esa espectacular campaña organizada por Televisa, en México, a favor de niños discapacitados con escasos recursos, existen sonrisas genuinas de muchos miles de beneficiados.
Pero tampoco puede simplemente ignorarse que detrás del telón hay aspectos que generan grandes dudas sobre la naturaleza de esta iniciativa, e incluso existen datos, aparentemente fiables, que advierten una esencia nefasta de este evento.
La filantropía como mecanismo pro-desigualdad
Independientemente de las particularidades de este evento, el tradicional espíritu filantrópico es en sí cuestionable. Y es que pareciera que este modelo estuviese diseñado para mantener la riqueza y no para transformar, para paliar las consecuencias de un sistema económico, político y social, que favorece a unos pocos a costa de muchos otros.
No sé si ese sea el fin estratégico de grandes campañas filantrópicas, pero en todo caso parece que precisamente ese sistema que obliga la existencia de grupos necesitados (los destinatarios de los actos caritativo-empresariales), lejos de verse amenazado, resulta fortalecido con esta práctica.
Los anfitriones
Históricamente Televisa ha monopolizado la mayor fuente de cultura que existe en México, la TV. Aprovechando el inconmensurable poder que esto le otorga, durante décadas esta empresa se ha caracterizado por ofertar contenidos de calidad miserable, imponer o negociar agendas, a la sombra, con los gobiernos en turno –capitalizando así la injerencia de sus noticiarios– y, en síntesis, no solo demostrado nulo interés por el desarrollo del país, sino haberse beneficiado enormemente de algunos de sus principales males (corrupción, ignorancia, etc).
Lo anterior, por obvias razones, no abona a la credibilidad de un evento espectacularmente amoroso, como lo es, en todo el sentido que sugiere este meloso binomio, el Teletón.
De acuerdo con un reportaje publicado por la revista mexicana emeequis, este evento cuenta con un segundo anfitrión original: los Legionarios de Cristo, a través de la Fundación México Unido. A pesar de haber encausado la educación de una buena porción de la élite de este país a través de su red de colegios (con la influencia y los beneficios económicos que esto implica), esta orden sufrió un duro revés en 2006, cuando tras décadas de rumores “se oficializó” que su fundador, el Padre Maciel, había incurrido en abusos de menores.
La estrategia fiscal
Si bien este es, por mucho, el aspecto más cuestionado en torno al Teletón, ya que muchos advierten que en realidad se trata de un factor fundamental en las estrategias fiscales de Televisa y el resto de grandes empresas participantes, no es fácil confirmar con claridad el funcionamiento de este mecanismo.
Lo anterior quizá se deba a tres razones, o a una combinación de todas: el sistema fiscal mexicano es bastante complejo de entender. Además, y seguramente relacionado con el primer punto, se intuye que las empresas han confeccionado, en parte aprovechando las lagunas propias de un sistema tan intrincado, sofisticadas jugarretas para pagar al fisco lo menos posible (alcanzando en algunos casos resultados espectaculares). Finalmente, tampoco podemos descartar que el mayor beneficio que obtienen los principales padrinos de esta campaña no tenga que ver con el asunto fiscal.
En el sitio oficial de Teletón existe un amplio apartado, llamado Transparencia, en el cual se brinda información sobre los procedimientos que la fundación sigue. La extensión de la información que brindan aquí es, evidentemente, una respuesta a la crítica más común que reciben.
No es fácil encontrar alguna prueba fehaciente sobre la explotación del Teletón como eje de una estrategia fiscal. Sin embargo, también vale la pena aclarar que Televisa, como la mayoría de empresas, dedican tiempo y recursos a diseñar medidas que persiguen la excepción fiscal, y que considerando esto, aunado al rol histórico de esta empresa y a los confusos pantanos del sistema fiscal de México, tampoco podría descartarse que esto ocurra.
La descalificación de la ONU
A principios de octubre de este año, la imagen del Teletón se vio seriamente afectada por advertencias emitidas desde el Comité de los derechos de las personas con discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este órgano criticó la entrega de recursos públicos a dicha campaña. El mayor problema, según indicaron, es que una buena parte del dinero que recibe Fundación Teletón proviene de arcas estatales, es decir del dinero de los contribuyentes. Lo anterior, sobra decir, es bastante grave pues dinero que la sociedad aporta, vía impuestos, a una administración pública, el gobierno, terminan siendo controlados por un organismo privado (independientemente de que este no opere con fines de lucro).
Al Comité le preocupa que buena parte de los recursos para la rehabilitación de las personas con discapacidad del Estado Parte sean objeto de administración en un ente privado como Teletón. El Comité insta al Estado Parte a establecer una distinción clara entre el carácter privado de las campañas Teletón y las obligaciones que el Estado debe acometer para la rehabilitación de las personas con discapacidad.
Otro reportaje de la revista emeequis, publicado a finales de 2012, acusa que en sus primeros 15 años de existencia (entre 1997 y 2012) el Teletón recibió 1,832 millones de pesos de recursos públicos entregados por estados (Estado de México, Coahuila y Jalisco) entre otros. Lo anterior equivale a casi el 40% de los recursos de la fundación.
Curiosamente mientras la ONU emitió estas recomendaciones, durante este año se registró un recorte presupuestal de 85% al Programa de Atención a Personas con Discapacidad, operado por el gobierno, lo cual es bastante negativo.
Estereotipos y marketing emocional
Para muchos bastaría con presenciar unos cuantos minutos de la maratónica transmisión que realizan anualmente Televisa y otros 600 medios, para calificar la narrativa y tono de esta campaña como algo grotesco. Sin embargo, y más allá de estilos, resulta evidente que se promueven estereotipos puntuales, por cierto poco dignos para los beneficiados finales. Al respecto, el propio comité de la ONU también emitió una postura: “(El Comité) observa que dicha campaña (Teletón) promueve estereotipos de las personas con discapacidad como sujetos de caridad”.
En cuanto al marketingeo de las emociones del público, la campaña recurre a medidas poco decorosas en la persecución de superar el récord anterior de recaudación. Esto por un lado es coherente, y supongo que válido, si consideramos la misión de conseguir la mayor cantidad posible de recursos. Pero no deja de llamar la atención la vulgaridad retórica y conductual con la que se aborda dicho fin, incluso si consideramos la posibilidad de que sea genuinamente loable.
Lo anterior, sin tomar en cuenta la advertencia puntual y, quiero pensar, bien fundamentada de la ONU, es cuestión de estilos. Pero negar que las formas tienen algo de fondo parece una premisa insostenible.
¿Aplaudir o denunciar?
En cuanto a la respuesta a ¿aplaudir o denunciar? creo que nos corresponde responderla en lo individual, a partir de nuestros criterios y valores, de nuestra forma de entender los escenarios y personajes. Pero también quiero aclarar que en lo personal jamás he comulgado con el Teletón ni con iniciativas similares. Que jamás he donado, ni contemplo hacerlo, a este tipo de campañas que a mi juicio están lejos de transformar las circunstancias que propician deplorables aspectos de nuestra realidad social. Pero esa es solo mi opinión.
Twitter del autor: @ParadoxeParadis
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