El presidente de Rusia Vladimir Putin debe haberse puesto de muy mal humor cuando en días recientes revisó la prensa de su país y se encontró con las fotos de una romántica boda gay entre dos mujeres.
Como es sabido, el gobierno liderado políticas homofóbicas que atentan contra la libertad sexual, incluyendo -obviamente- la prohibición entre personas del mismo sexo. Sin embargo, la mencionada boda se llevó a cabo por un desliz legal.
Irina, una de las novias, es una transexual que nació siendo hombre pero que se está sometiendo a tratamiento hormonal para cambiarse definitivamente a sexo femenino, por lo que legalmente continúa siendo hombre.
Así fue como Irina y Alyona pudieron casarse en San Petersburgo vestidas de novias sin que ninguna prohibición retrógrada se lo interpusiera en su deseo.
La ONG Vykhod, que defiende los derechos de los homosexuales, indicó:
“El casamiento de esta pareja homosexual… evidentemente pudo tener lugar porque una de las dos jóvenes esposas era un hombre, de acuerdo con su pasaporte. Por lo tanto, formalmente fue un matrimonio entre un hombre y una mujer. Pero en los hechos se trataba de dos mujeres”.


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