Sandra Bullock fue nombrada este miércoles la mujer más bella de 2015 por la revista People, que se rindió a la naturalidad y la seguridad en sí misma que la actriz estadounidense desprende a los 50 años.
Sorprendida y agradecida, la artista aseguró en una entrevista con la publicación que «la mujer más bella del mundo es la que protege y apoya a otras mujeres», una consigna que rige su día a día.
«Y las mujeres más importantes de mi vida son las de mi familia», señala.
Este título ha sacado a la artista del retiro voluntario que comenzó el año pasado tras el éxito cosechado con «Gravedad», la odisea espacial del mexicano Alfonso Cuarón que le dio una nominación al Óscar.
Durante este tiempo ha estado volcada en su faceta como madre de Louis, un bebé nacido en Nueva Orleans (Luisiana, sur) que adoptó en 2010 y que ha cambiado por completo sus prioridades.
«Todo lo que he aprendido sobre el amor, lo he aprendido de Louis», afirma. «Lo que es realmente bello es tener el honor de ser la madre de Louis».
Bullock disfruta ahora de la plenitud que aporta la madurez, tras casi tres décadas de carrera que la han consagrado como en una de las actrices mejor pagadas de Hollywood. A veces, sin embargo, le gustaría volver atrás para decirse que «no vale la pena sufrir tanto».
Su sentido del humor la ha convertido en una de las embajadoras de la comedia, con cintas como «The Proposal», «Miss Simpatía» (también conocida como «Miss Agente Especial») o «Amor a segunda vista» (llamada también «Amor con preaviso») entre otras muchas.
Pero fue un drama el que le abrió en 2010 las puertas de la excelencia de la interpretación al lograr el Óscar a Mejor actriz por «Un sueño posible».
Atrás ha quedado el trauma de divorciarse, justo después de ganar el mayor premio de su vida, del presentador de televisión Jesse G. James, quien confesó públicamente haberle sido infiel tras cinco años de matrimonio.
Sus mayores preocupaciones ahora, según ha dicho, son si es una buena madre para su hijo y si realmente está viviendo su vida.
«La verdadera belleza es discreta. Sobre todo en esta ciudad (Los Ángeles), donde es difícil no decirse ‘necesito ser así'», cuenta.
«Yo me siento yo misma cuando no llevo maquillaje», afirma.
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