Su nombre aparece al doblar cualquier esquina de Tijuana y también en muchas páginas de la historia económica y social de la localidad. Su nombre, Salomón Cohen Achmi, aunque extranjero de una punta a la otra, está completamente aclimatado. Un arca monumental de obras y negocios, y casi 70 años de residencia vital y de mutuo amor con la ciudad, le dan al hombre de mundo y sin fronteras, carta de naturalización plena.
Y no llegó de Oriente con sus sueños de comerciante, no. Nació en Ciudad de México, y junto con sus familiares y el padre a la cabeza, probaron suerte primero en Torreón, Coahuila, después en Mexicali y finalmente desempacó maletas y las guardó indefinidamente en Tijuana, en aquella Tijuana melancólica de los años 50’s.
Rápido, en 1953, fundó La Marquesita, una tienda de ropa y novedades, en Calle Segunda, en pleno centro de la ciudad, que con la vuelta de los años se convertiría en la piedra angular del imperio de frutos, éxitos y recompensas humanas y económicas de Don Salomón Cohen.
Como todo hombre audaz que mira con ecuanimidad el futuro, Don Salomón Cohen se diversificó en un ancho abanico de actividades económicas, inmobiliarias y de la industria de la construcción que parece haberse coronado con la creación de Plaza Chapultepec, ese remanso exquisito de comercios, restaurantes y servicios diversos.
También invirtió en bienes inmuebles y en su construcción; compite con otros empresarios en los servicios que se prestan en la garita de San Ysidro, del lado mexicano. Ha incursionado ahí en el negocio de los estacionamientos y atiende también un segmento del turismo de salud.
La cornucopia de Don Salomón Cohen Achmi sigue lanzando frutos y semillas en tierra fértil, y su personalidad sigue siendo motivo de reconocimiento de parte de las generaciones de empresarios que vienen empujando detrás, porque el fundador de tantos negocios exitosos, no niega un consejo ni un conocimiento a quien se lo pida.
Y es que en numerosas ocasiones lo ha dicho, y 70 largos años de empujar la carreta de la economía local así lo demuestran, que Tijuana es su ciudad, donde guarda una trayectoria cincelada a golpes de perseverancia, tesón, disciplina y creatividad sin artificios. Don Salomón Cohen Achmi, es uno de los 100 líderes más destacados de Baja California.
La Marquesita fue el preámbulo de muchas historias, pero, en primer puesto, de aquella sociedad que formó con sus vecinos comerciantes para dar a luz la empresa los dones de Dorian’s, esa tienda departamental que dio lustre y fue uno de los grandes emblemas de Tijuana, por más de cuatro décadas.
Así era y así es el talante de Don Salomón Cohen: resuelto, visionario y trotamundos, pues desde los tiempos de La Marquesita, ya viajaba a incontables lugares del comercio internacional, donde tejió alianzas y acuerdos mercantiles, para traer a Tijuana las novedades del mundo. Esa vocación de comerciante sin fronteras fue la idea-semilla de lo que fue Dorians en los años 60s, un almacén con artículos y productos de Europa, Oriente, Asia y algo de Estados Unidos.
Algunos han dicho, no sin razón, que don Salomón Cohen inventó la globalización sin la era digital, cosa difícil, porque prácticamente trajo cientos de mercaderías del mundo, luego de que él en persona constataba la calidad del producto, en su misma tierra de origen, al servicio de los clientes tijuanenses, sin moverse de su ciudad.
Hizo un intenso comercio exterior sin la internet.
Ya con el éxito de la tienda departamental a cuestas, se interesó y participó en la sociedad mercantil que proyectó, construyó y echó andar Plaza Río, que en su momento fue el mejor centro comercial de la ciudad y que, hasta hoy día, sigue siendo otro icono de Tijuana.
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