Frente a las políticas económicas del presidente de Estados Unidos, Baja California destaca por su preparación, diversificación económica y un enfoque colaborativo entre gobierno, sociedad y sector privado.
Por: David Figueroa / Presidente de Grupo Bolt
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos revive un panorama de tensiones, expectativas y, convendría decirlo, también oportunidades, en la frontera más transitada del mundo.
Para Baja California, esta transición implica retos en ámbitos económicos, industriales, turísticos y sociales. Sin embargo, la región, conocida por su capacidad en la resolución de problemas, está enfocada en afrontarlos.
Con la amenaza de aranceles del 25% a productos mexicanos y un posible endurecimiento de políticas migratorias, en Tijuana y el resto del Estado debemos reforzar nuestra capacidad de adaptación.
Si bien estas medidas podrían parecer desalentadoras, Baja California tiene una larga historia de superar crisis. Sectores clave como el aeroespacial, médico y turístico, guiados por excelentes profesionales, continúan siendo pilares económicos.
El gobierno mexicano, liderado por Claudia Sheinbaum, ha diseñado estrategias para mitigar posibles impactos y adelantarse a decisiones extremas de la administración de Trump.
Ya en días anteriores, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha enfatizado la importancia de prepararse para cualquier escenario. Su experiencia previa negociando con Trump y su equipo es una ventaja crucial, especialmente de cara a la revisión del acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá programada para 2026.
Pero vayamos a los sectores que en primera instancia resultan inmiscuidos en esta situación.
Primeramente, en el sector turístico, las restricciones fronterizas podrían impactar el flujo de visitantes estadounidenses, vital para una industria que genera miles de millones de dolares al año. A ello se suma el fenómeno que representa el cruce diario de Tijuana hacia San Diego, con largas filas en las garitas de Otay y San Ysidro.
En el ámbito social, las políticas migratorias de Trump plantean desafíos inmediatos. Tijuana, como punto de convergencia migratoria, podría enfrentar un aumento de personas varadas en la frontera, al ser punto de expulsión de migrantes de Estados Unidos y de arribo de futuras caravanas de Centro y Sudamérica.
Aquí es importante destacar la excelsa coordinación entre gobiernos de los tres niveles, sociedad civil y organismos internacionales, quienes ya han presentado avances para garantizar una respuesta efectiva, con la instauración de posibles albergues y acciones de contingencia.
Es crucial tener en mente que, aunque habrá periodos que puedan percibirse como complicados, Baja California, con su posición estratégica y su ADN emprendedor, se encuentra mejor preparada que en el pasado para enfrentar las tensiones derivadas de la nueva administración estadounidense.
Esto se debe a su apuesta por la innovación y la búsqueda de oportunidades en nuevos mercados asiáticos y europeos. Estas estrategias han fortalecido la infraestructura de la región, atraído inversión extranjera de calidad y promovido la innovación, manteniéndola como un motor económico clave en el país.
Además, los vínculos binacionales en materia de educación e innovación tecnológica representan un área clave para el futuro de la región.
La cooperación entre universidades y centros de investigación en ambos lados de la frontera podría servir como un contrapeso ante las tensiones comerciales, impulsando el desarrollo de sectores emergentes y garantizando la competitividad global de nuestro Estado.
Finalmente, la sociedad bajacaliforniana juega un papel crucial. La participación activa de ciudadanos, empresarios y organizaciones en la toma de decisiones asegura que las soluciones no solo sean efectivas, sino inclusivas.
Estemos preparados, pero también seguros de que si algo define a Baja California es su capacidad para transformar incertidumbres en oportunidades, y esta nueva etapa podría ser otra prueba de ello.
Además, la coyuntura actual ofrece una ventana única para la diversificación económica y la consolidación de nuevas alianzas internacionales, reafirmando el papel de Baja California como un ejemplo de visión estratégica en México.
La región está lista para responder con la creatividad y determinación que la caracterizan.
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