Hay 22 extranjeros en el corredor de la muerte en Texas, Estados Unidos, en su mayoría, las víctimas son mexicanos y centroamericanos, aunque también los hay de Sudamérica, Asia y el Caribe.
El caso más próximo es del nicaragüense Bernardo Tercero, cuya ejecución está programada para pasado mañana, en la cárcel de Huntsville.
Además de Tercero, en Texas están condenados a muerte once mexicanos, tres salvadoreños, dos hondureños, un argentino, un dominicano, un vietnamita, un bangladesí y una única mujer nacida en la isla caribeña de San Cristóbal y con pasaporte británico.
La mayoría está en la cárcel por un asesinato, aunque hay casos como el del mexicano Abel Ochoa que en 2002 mató a su esposa, a sus dos hijas de siete años y de nueve meses, a su suegro y a su cuñada, o el del salvadoreño Héctor Medina, que mató a su hijo de tres años y a su hija de ocho meses en 2007.
Otros casos son el del mexicano Juan Carlos Álvarez, que está condenado por el asesinato de cuatro miembros de una banda rival en 1998, y el del también mexicano Ignacio Gómez, que mató en 1996 a tres personas tras una pelea.
Por su parte, el hondureño Edgardo Cubas y el salvadoreño Walter Sorto, fueron condenados por el secuestro, violación y asesinato en 2002 de tres mujeres hispanas, aunque hay sospechas de que pudieron estar involucrados en más casos parecidos.
La ejecución de ciudadanos extranjeros en los últimos años ha estado rodeada de polémica, ya que en 2004, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya ordenó en el llamado “Fallo Avena”, revisar el caso de 51 mexicanos condenados a muerte en Estados Unidos, a quienes se les violó el derecho a notificación consular.
La Convención de Viena sobre Relaciones Consulares obliga a los estados a informar a los consulados respectivos de la detención de ciudadanos extranjeros, así como al detenido de que tiene derecho a solicitar asistencia consular.
Desde la sentencia, Estados Unidos ha seguido ejecutando a ciudadanos extranjeros, cuatro de ellos “en franca violación” del “Fallo Avena”, según sostiene la Cancillería mexicana.
Según datos del Observatorio Death Penalty Information Center, en Estados Unidos hay 139 extranjeros de 36 nacionalidades condenados a muerte, casi la mitad (61) están en California, mientras que en Texas hay 22 y en Florida 21.
Desde que el Tribunal Supremo de Estados Unidos reinstauró la pena de muerte en 1976, 31 extranjeros han sido ejecutados en todo el país.
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