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PRD sin Cárdenas es un renovar o morir.

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Hace unas semanas Sanjuana Martinez escribió una columna llamada “La necesaria muerte del PRD” de la que el titulo explica bien el contenido. En esos momentos el contexto del partido era distinto al igual que mi coincidencia con sus ideas. Quien diría que su pluma escribiría una realidad más cercana a una realidad de semanas posteriores a la del momento en que lo escribio. Aun y con esto puede evitarse.

Que Cuauhtemoc Cardenas haya decidido de manera irrevocable renunciar al partido de la revolución democrática es un duro golpe para un PRD ya golpeado por sus problemas internos. Y es que esto no es una cuestión menor, hablamos de la figura moral del partido, el dos veces candidato a la presidencia, hijo del más reconocido ex presidente y además del principal fundador por lo que el que haya decidido abandonar la causa que el inicio es muestra de los realmente serios problemas por los que se atraviesa.

El tema no debería ser preocupación para los militantes y simpatizantes de este partido o de la izquierda, sino de todo mexicano por igual por estar en juego el papel de un componente importante de la oposición.

Pongamos la situación en el contexto adecuado.

La izquierda vivió en el 2012 un momento único, donde si bien era encabezada por un candidato con una imagen poco favorecedora se logró el apoyo de figuras importantes que anteriormente no le habían mostrado simpatia resaltando por supuesto el ingeniero Cárdenas. Durante el proceso no solo hizo renacer la esperanza de un cambio de rumbo sino algo aun más importante a largo plazo: logro una atracción de jóvenes al tal grado de surgir movimientos estudiantiles ya muy conocidos… pero todo fue en vano.

Después de no verse victorioso en la contienda Andrés Manuel decide crear su (nótese que esta en negrita) propio partido a manera de impulsar un movimiento generado desde precampaña, con ideales de izquierda fundamentados en el proyecto de nación diseñado por él.

A partir de este momento vendrían una serie de conflictos para la izquierda, producto de la dependencia de sus caudillos. AMLO decidió plantear el objetivo de encabezar la izquierda (a miras del 2018, claro está) a costa de difamación y señalamientos hacia el PRD que si bien tiene sus áreas de oportunidad estas pueden ser solucionadas desde dentro y no acusando desde fuera.

Es como podemos resumir que justo cuando la izquierda encontró su simpatía con la juventud y vuelve a hacer conexión con la sociedad lejos de capitalizarlo por el bien de su ideología solo se fragmenta, y en estas condiciones al decidir la dirigencia del PRD encabezada por Carlos Navarrete continuar con una estrategia que poco a favorecido es que Cuahutemoc Cárdenas decide abandonar el barco que el construyo ya que no ve sus ideales reflejados en los objetivos del sol azteca.

Ahora sin figura interna importante que genera contrapeso las decisiones estratégicas se ven concentradas en un grupo que poco espacio le da a la crítica, muestra de ello es el poco apoyo que le ha dado a Marcelo Ebrard siendo este uno de sus principales activos políticos.

Es por ello que al no existir unidad interna, perder credibilidad ante la sociedad, apoyar proyectos de la actual presidencia, relegar a figuras de gran valor y sobre todo al verse fuera al gran fundador deberá haber una renovación inmediata y casi total de su estrategia o veremos una desbandada que genere la muerte del partido.

Esta renovación deberá orientarse a volver a su esencia, ser el “que” unirá causas como las encabezadas por partidos como el Partido Mexicano Socialista (PMS), el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), Partido Socialista Unificado de México (PSUM) entre algunas asociaciones civiles. Ser un partido que no cree alianzas con partidos que estén lejos de su ideología política. Ser el factor político en el que podamos confiar todos aquellos que queramos un cambio de rumbo para nuestro país.

Eso fue y ahora de manera urgente debería volver a ser el Partido de la Revolución Democratica, un factor de unidad que logre encabezar causas de la izquierda y no desvirtuarla.

Por Gerardo Salas.                                                                        

@gsalas_

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