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Política de los negocios

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Baja California se planta firme en el mapa turístico del país

Por primera vez en la historia, el Tianguis Turístico de México se traslada al Norte del país. Y decirlo no es poca cosa, porque se trata del evento más importante de promoción turística a nivel nacional. 

Esta edición 2025, con sede en Playas de Rosarito, del 28 de abril al 1 de mayo, planta a Baja California en el radar internacional como nunca antes.

Pero aquí hay que destacar algo primordial, ya que esto no ocurrió por casualidad ni por capricho político. Es el resultado de un trabajo estratégico que comenzó con Miguel Torruco Marqués al frente de la Secretaría de Turismo, un secretario que entendió que el turismo no son únicamente playas y folletos, sino una industria que genera el 8.5% del PIB nacional, y que puede ser palanca de desarrollo regional si se descentraliza. 

Durante su gestión, Torruco impulsó la digitalización, el enfoque en el turismo sustentable y el reposicionamiento global de México, incluso durante los años más duros de pandemia.

A él le toca buena parte del crédito. Pero también a quien hoy encabeza la secretaría, Josefina Rodríguez Zamora, quien asumió en octubre de 2024 con una visión clara y moderna. 

Ella no sólo mantuvo la agenda, la expandió, y bajo su liderazgo, el Tianguis Turístico 2025 tendrá un enfoque binacional inédito: Tijuana y San Diego compartirán actividades culturales, gastronómicas y comerciales, lo cual fortalece la vocación fronteriza de la región. 

Y no se puede omitir el papel de la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, quien ha respaldado esta visión, lidereando con firmeza la gestión y coordinación interinstitucional para que Baja California esté a la altura de un evento de esta magnitud. 

Así, por primera vez, el tianguis deja de ser un evento encerrado entre paredes y se abre a la sociedad.

Y en cuanto a los números, estos son igual de contundentes que el simbolismo, ya que más de 900 empresas expositoras, compradores de 35 países y miles de encuentros de negocios serán las participantes. 

La proyección internacional será brutal, y el impacto económico para Baja California, inmediato: hotelería, transporte, restaurantes, comercios, productores locales, artesanos. Todo el ecosistema turístico se beneficia, dando una imagen pública del Estado como un destino seguro y moderno.

En cuanto a su proyección, celebremos que Baja California dejará de ser vista como maquiladora o punto de cruce, y se presenta al mundo como una joya fronteriza con gastronomía, cultura, paisajes y vocación binacional.

Así que sí, hay que decirlo claro, este Tianguis es un triunfo para quienes han apostado por una nueva narrativa de país, uno donde el norte también tiene voz, y hoy la está usando.

“Hecho en México”

Durante años, el distintivo Hecho en México adornó productos como una calcomanía nostálgica. 

Era bonito y sonaba a orgullo. Pero, francamente, era más adorno que estrategia. Hoy, el gobierno federal quiere devolverle los colmillos y no nada más relanzarlo como símbolo, sino como punta de lanza en una política industrial que, por fin, parece tomarse en serio la soberanía económica.

Sí, el sello vuelve. Pero esta vez no viene solo. Llega como parte del “Plan México”, una estrategia que Claudia Sheinbaum quiere usar para meter al país entre las diez economías más grandes del mundo para 2030. 

La idea es simple y se centra en fortalecer lo que producimos, consumirlo, exportarlo, y protegerlo. Pero esta vez, con criterio. 

Para portar el nuevo sello “Hecho en México”, los productos deben fabricarse o ensamblarse en el país, cumplir con estándares de calidad y demostrar acciones que empaten con la Agenda 2030. 

Y no es un lujo caro, la certificación es gratuita, se tramita por internet y tiene validez por cinco años. Un trámite que, para sorpresa de muchos, no parece extraído del siglo pasado (gob.mx/se).

La motivación de su relanzamiento se da tras el regreso del proteccionismo estadounidense, donde es un riesgo real que ya afecta cadenas de suministro. 

Porque si este país quiere dejar de ser sólo el taller barato del norte, tiene que apostar por lo suyo. Sin complejos, con calidad, con visión, y con política industrial, no con ocurrencias. 

El mundo se está reconfigurando, así que o nos posicionamos… o volvemos a ponerle el sello a los recuerdos.

México se puso los guantes

Por primera vez en mucho tiempo, el país se sincronizó en una misma rutina. No fue un grito, no fue una marcha, no fue una protesta, fue un gancho al hígado a la apatía, donde México entero boxeó.

La Clase Nacional de Boxeo por la Paz y Contra las Adicciones no únicamente fue una postal para redes sociales ni un acto simbólico más para alimentar la narrativa oficial. Fue —hay que decirlo— una de las acciones de política pública más inteligentes, limpias y necesarias que ha impulsado este sexenio. 

Ahí, con miles de personas moviéndose al unísono en la Ciudad de México —y cientos de miles más replicando la clase en plazas públicas de los 32 Estados—, se activó algo más profundo que músculos, y se activó el músculo cívico de un país que necesita escapar de las garras de las adicciones, el crimen organizado y el abandono institucional que tanto tiempo hemos normalizado.

¿Y el mensaje? Directo al rostro: “Aléjate de las drogas, el fentanilo te mata”. Una campaña que, por fin, deja atrás los eufemismos y pone en claro que la batalla contra el consumo no se gana con discursos tecnócratas ni con simulación burocrática. Se gana con acción, con comunidad, con alternativas reales. Y, en este caso, con una jab de conciencia nacional.

Miguel Torruco Garza, director de Promoción al Deporte y Bienestar, fue el impulsor del evento. Su trabajo recibió un espaldarazo directo de la presidenta, quien le dedicó un abrazo y una ovación. No por cortesía, sino porque lo que logró Torruco fue una logística de Estado: interconectar pantallas, gobernadores, atletas, centros penitenciarios, escuelas, hospitales y hasta unidades móviles del IMSS y el ISSSTE. Dejando en claro que esto no es sólo boxeo, eso es gobernar desde el deporte.

Porque mientras muchos apuestan a megaproyectos, otros entienden que el verdadero impacto está en recuperar el tejido social. Y lo que se vivió el 6 de abril fue precisamente eso: una red nacional de boxeadores ciudadanos que, con cada golpe, desahogan, entrenan, se sienten parte. No es menor.

No fue casual que la presidenta eligiera este acto para mostrarse cercana, para hablar del deporte como herramienta de transformación social, para pronunciar frases que más que slogan, parecieron convicción: “México dice sí al deporte, sí a la paz, sí al amor”.

Y hay que decirlo claro: en esta, México ya entró al ring. Y no está solo.

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