En un país que sueña con ser más equitativo, más justo y más preparado para el porvenir, hay una figura que no lleva capa, pero sí pizarra, vocación y, sobre todo, una determinación a prueba de todo: la del maestro.
Este 15 de mayo, Día del Maestro en México, es ocasión para mirar más allá de los discursos conmemorativos y reconocer con cifras, realidades y visión de futuro el papel que juegan los docentes en la transformación del país.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), México cuenta con más de dos millones de docentes distribuidos en 255 mil 589 escuelas, formando parte de uno de los sistemas educativos más complejos de América Latina.
En las aulas de nivel básico, medio superior y superior se libran cada día pequeñas y grandes batallas por el conocimiento, la equidad y la movilidad social.
En la educación básica, donde se gesta el andamiaje del pensamiento crítico y las habilidades fundamentales, el 70% del personal docente está compuesto por mujeres.
Son ellas, junto con sus colegas varones, quienes conducen a las futuras generaciones a través de un sistema que hoy exige algo más que la repetición de contenidos: demanda adaptabilidad, pensamiento global, herramientas digitales y formación en valores.
En entidades como Baja California, donde convergen culturas, desafíos de movilidad humana y profundas brechas sociales, la figura del maestro adquiere un peso adicional. En ciudades como Tijuana, Mexicali y Ensenada, los docentes no solo enseñan, también contienen, guían, innovan y fungen como puentes entre los contextos adversos y la posibilidad de una vida mejor.
Los profesores bajacalifornianos han sido clave en la construcción de un tejido social más sólido, con énfasis en la educación intercultural, bilingüe y con perspectiva de género, al tiempo que se adaptan a las nuevas exigencias del entorno digital y la demanda creciente de formar estudiantes con competencias internacionales.
Educar es formar ciudadanía
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), más del 80% de los docentes en México están formados en profesorado o en carreras afines a las Ciencias de la Educación. Pero más allá del currículo académico, su labor implica formar personas críticas, responsables y empáticas.
Desde la Secretaría General del Consejo Nacional de Población (Conapo), por ejemplo, se ha impulsado la Educación Integral en Sexualidad, reconociendo la escuela como un espacio vital para el desarrollo humano. Esta visión más holística del aprendizaje apunta a un paradigma donde la docencia ya no es solo transmitir información, sino generar pensamiento.
El mundo cambia a una velocidad vertiginosa, y con él, los retos para el sistema educativo. Hoy no basta con enseñar a leer o resolver ecuaciones: hay que preparar a niñas, niños y adolescentes para convivir en un mundo interconectado, para trabajar en empleos que aún no existen, y para construir una sociedad más humana.
Y eso —esa transformación estructural de fondo— no ocurrirá sin los maestros.
Por eso, este 15 de mayo no es sólo una efeméride, y sí un recordatorio de que invertir en educación es invertir en el futuro, y que ningún plan de desarrollo, ningún programa económico o político podrá funcionar si no se sostiene sobre el trabajo silencioso pero monumental de quienes educan.
Desde CAMPESTRE, extendemos una felicitación a los maestros y maestras de México -especialmente a los de Baja California- que cada día construyen un país más preparado, más justo y más consciente, uno que empieza siempre por una lección dictada con amor en una libreta o en una pantalla.
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