Guadalajara.— El futbol es un generoso deporte que ofrece, de vez en vez, uno de esos momentos en los que un villano se puede transformar en héroe. Giovani Hernández se encuentra ante uno de esos. Parado frente al manchón penal, habla con Omar Bravo. No le asusta su jerarquía ni que sea el segundo mejor anotador en la historia de Chivas.
Giovani está decidido. Ha tenido un partido para olvidar. Las pelotas le rebotaban. Erraba pases. Por eso, después de que el árbitro señalara un inexistente penalti, pide la pelota. El capitán respalda al compañero. Le brinda la oportunidad de patear. El joven rojiblanco lo hace de pierna zurda. Raso. Al fondo. Marca, al 63’, un gol que sirve para conseguir tres puntos de oro y, también, para redimirse en un medio de un partido gris.
Es el 1-0 del Guadalajara frente al Pachuca, en el estadio Omnilife; una vez más en medio de la polémica por la cuestión arbitral. No ha sido la mejor exhibición de los dirigidos por José Manuel de la Torre, pero cuando se pelea el descenso, probablemente eso sea lo de menos. Es una victoria de oxígeno puro: el Rebaño Sagrado tiene ahora cinco unidades de ventaja sobre Puebla, en la tabla porcentual; el problema radica en la forma como se obtuvo.
Es esencia y de acuerdo al Fútbol limpio, este triunfo del Guadalajara es un TRIUNFO FALSO, de los que dan pena y ensucian al Fútbol.
Llegar a ese punto en el que Giovani ha podido limpiar su nombre no fue fácil. La primera parte ha sido sosa. Aburrida. Soporífera. Mala. No sólo por parte del cuadro local. Los Tuzos tampoco ofrecen demasiado. Ni muestran intención de sacar algo más que el 0-0 con el que han llegado al Omnilife.
Son tan pocas las emociones que se enumeran rápido. Un centro desde el costado izquierdo es desviado en una barrida por Jair Pereira y la redonda se va angustiosamente por un lado del arco de Luis Michel. Después, el arquero rojiblanco descuelga un tiro de esquina y sale rápido con un balonazo a Giovani Hernández, que ingresa al área, pero patea descompuesto.
Para la segunda parte, Chivas, con poco, va al frente. Un tiro libre de Raúl López provoca el vuelo de Óscar Pérez, pero se va por un lado y un derechazo desde afuera del área exige al ‘Conejo’ para controlar la redonda.
Minutos más tarde, Carlos Fierro controla, con apuros, el esférico dentro del área. Lucha por darse la vuelta. Aquivaldo Mosquera lo marca de cerca. Hace contacto con el atacante. Pero no existe falta. Sin embargo, el árbitro Luis Enrique Santander señala la pena máxima. Reclaman los visitantes. No hay marcha atrás en su decisión, por más que sea equivocada.
Es momento de redención para Giovani Hernández. Encara al capitán Omar Bravo, que normalmente ejecuta los penaltis. Le quita la redonda. Luce confiado. Se para frente al manchón. Patea confiando. Raso. Supera al ‘Conejo’ Pérez, (ese que teniendo mas de cuatro décadas encima sigue siendo titular, en un equipo de Fútbol como lo es el Pachuca) y se anota el Gol, del Rebaño Sagrado y explota la tribuna rojiblanca.
El futbol es así de generoso. Un error arbitral le abre a Chivas las puertas del triunfo. Y una pena máxima bien ejecutada le permite a Giovani salir entre aplausos, al 75’, a pesar de haber tenido, antes del gol, una actuación perfectamente olvidable.
Al final, con polémica incluida, el Rebaño Sagrado sale airoso y se aleja a cinco puntos del Puebla. Lo cual habla de una situación bastante rara y llena de misterio, considerando la forma en que se sucedieron los hechos, lo curioso es que pasando los días ya nadie se acordara del fondo y la forma de este triunfo de Chivas.
Staff Campestre.
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