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La historia del periodismo antes y después de Julio Scherer

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La historia del periodismo mexicano podría dividirse entre antes y después de Julio Scherer.

Scherer estudió derecho y filosofía en la UNAM, pero se formó en el periodismo. Tuvo dos casas: Excélsior, a donde llegó antes de cumplir 18 años y a los 42 (en 1968) ya era el director. En la otra, el semanario Proceso que él fundó en 1976, ocupó la dirección durante 20 años y permaneció como presidente del consejo de administración hasta su muerte.

Desde la dirección de Excélsior, convirtió al diario en una pesadilla para los poderosos y lo posicionó como uno de los principales periódicos del mundo. Al final de su sexenio, Echeverría orquestó una maniobra interna para que Scherer y su equipo salieran de Excélsior. El 8 de julio de 1976 es una fecha histórica en la lucha por la libertad de expresión en México.

Ese día, en una asamblea convocada por los golpistas, Scherer dijo: «Hemos venido padeciendo graves ataques del exterior. No necesito insistir en cuánto escozor causa nuestro trabajo -el de todos nosotros, absolutamente todos nosotros- a quienes en México se oponen al orden, a la independencia y a la honestidad. Hemos sabido contestar a los enemigos de afuera. ¡Cuántos quieren que Excélsior desaparezca como el único diario independiente y autosuficiente!( …)Pero resulta intolerable que la conspiración invada nuestras propias filas (…)Díganme si destruyéndonos a nosotros mismos, si echándonos lodo a nosotros mismos, si haciendo de nosotros objeto de ineficacia, burla y anarquía podremos seguir demandando y defendiendo todo aquello que ha sido hasta la madrugada de hoy nuestra divisa.»

Los golpistas comprados por Echeverría ganaron.

Años después Vicente Leñero escribiría: «A estas alturas, la violencia ambiental había llegado a extremos francamente peligrosos. La farsa de asamblea que se habían propuesto celebrar los adictos a Díaz Redondo (el golpista) era palpable. Para evitar un incidente grave, y convencidos de que no existía posibilidad alguna de ejercitar la democracia, el director (Scherer) y el gerente (Hero Rodríguez Toro) decidieron abandonar el salón. ..Trabajosamente se formó una valla en el pletórico pasillo central para defender la integridad física de los dirigentes. Entre exclamaciones de «¡Scherer-Excélsior!, ¡Scherer-Excélsior!», lanzadas por numerosos cooperativistas, salieron el director y el gerente acompañados de un considerable grupo, mientras algunos opositores gritaban «¡Fuera!» y otros se mantenían atónitos, repentinamente emocionados ante los encendidos gritos de apoyo a la institución y de repulsa al golpe que se acababa de instrumentar».

Periodistas de cepa, los expulsados no dejarían el periodismo, en cambio, hicieron algo aún más grande. Diez días después del golpe, en el Hotel María Isabel, Scherer, Leñero, Enrique Maza, Carlos Marín, Miguel Ángel Granados Chapa, entre otros, anunciaron un nuevo proyecto periodístico – aún no tenía nombre pero pudo haberse llamado Información, Respuesta o Expresión- y pusieron a la venta acciones por 500 pesos.

Cientos de personas, contó más tarde Leñero, se aglutinaban para felicitar a los expulsados de Excélsior y llenar los formatos de compra de acciones, unas hojas impresas en mimeógrafo que se repartían entre los asistentes.

Ese mismo año, el 6 de noviembre, apareció el primer número del semanario Proceso. Junto con Scherer estaban Leñero, Maza, Marín, Granados Chapa, Miguel López Azuara, María de Jesús García, Rafael Rodríguez Castañeda y Froylán López Narváez, entre otros. Proceso se convertiría en la gran revista de investigación periodística de las siguientes dos décadas, con la bandera de la libertad de expresión.

Scherer nunca dejó de ser un reportero. En Excelsior y en Proceso escribió sobre conflictos estudiantiles, el movimiento zapatista, religión, pobreza, narcotráfico y asuntos internacionales. Viajó por el mundo cubriendo desde la Primavera de Praga al golpe de Pinochet en Chile o la Sudáfrica del Apartheid.

Proceso publicó portadas históricas como El hermano incómodo con la foto de Raúl Salinas de Gortari; La casa de Durazo en el Ajusco, en julio de 1983.

Hizo entrevistas memorables como aquella al subcomandante Marcos en 2001, a Fidel Castro, John F. Kennedy, Salvador Allende, Augusto Pinochet, o a la Reina del Pacífico.

Escribió 22 libros, entre ellos Siqueiros: La Piel y la entraña (1965), Los Presidentes (Grijalbo 1986); Estos años (Océano 1995), Cárceles (Alfaguara 1998); Los patriotas. De Tlatelolco a la guerra sucia (Nuevo Siglo Aguilar 2004); El perdón imposible (FCE) y Salinas y su imperio (Océano (1997).

Recibió el premio María Moors Cabot en 1971 que otorga la Universidad de Columbia y fue reconocido como periodista del año por Atlas Word Press Review de Estados Unidos. En 1986 se le entregó el premio Manuel Buendía y dos años después rechazó el Premio Nacional de Periodismo.En 2001 recibió el premio Roque Dalton y en el 2002 el Premio Nuevo Periodismo CEMEX-FNP en la modalidad de homenaje. En 2002, aceptó el Premio Nacional de Periodismo a la trayectoria periodística. En 2014, recibió el Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y el 3 de octubre la medalla John Reed por trayectoria periodística y sus contribuciones a la libertad de expresión.

En 1996 dejó la dirección de la revista pero permaneció hasta la fecha como su Presidente del Consejo de Administración.

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