Jalisco levanta la mano y muestra con crudeza la violencia en sus Municipios y calles, como en Zapopan y Guadalajara. No existe en México una ciudad que represente más la historia del narcotráfico en el país que Guadalajara.
Fue precisamente en la Perla Tapatía donde nació, en la década de los 80, la que se considera la primera organización criminal dedicada al tráfico de drogas en México: el Cártel de Guadalajara.
Este emporio criminal fue creado por los primeros capos mexicanos: Rafael Caro Quintero, Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carrillo, tres agricultores originarios del estado de Sinaloa.
Hasta la llegada de esta tríada, el mercado de la droga en Guadalajara era un negocio controlado por Ruperto Beltrán Monzón, un contrabandista originario también Sinaloa.
El Cártel de Guadalajara controló en los 80 el tráfico de mariguana y cocaína hacia los Estados Unidos, gracias a su alianza con organizaciones colombianas como la de Pablo Escobar.
Pero el fin del Cártel de Guadalajara comenzó a escribirse en 1985 cuando Caro Quintero y Félix Gallardo ordenaron el secuestro y muerte del agente de la DEA, Enrique Camarena.
El agente antidrogas –que había logrado infiltrarse en la estructura de mando del Cártel de Guadalajara- fue señalado de ser el responsable de filtrar la información que terminó con el desmantelamiento del Rancho El Búfalo, en Chihuahua, propiedad de Caro Quintero y que significó una de las operaciones antidrogas más grandes en el país.
Camarena fue secuestrado el 7 de febrero de 1985, cuando salía de las oficinas del Consulado americano de Guadalajara y torturado varios días en la ciudad tapatía. Su cuerpo fue encontrado un mes después en Michoacán.
El secuestro y muerte de Camarena provocó uno de los mayores conflictos diplomáticos entre los gobiernos de Estados Unidos y de México.
El asesinato del agente de la DEA hizo que el Gobierno de Estados Unidos presionara al Gobierno del entonces presidente Miguel de la Madrid para detener a los responsables: Caro Quintero, “Don Neto” y Félix Gallardo.
Caro Quintero –liberado el año pasado por un tribunal de Jalisco después de 28 años de estar recluido- fue acusado del asesinato del agente de la DEA y por tráfico de drogas.
El capo había logrado lo que nunca antes un narco había conseguido en México: infiltrarse en la sociedad tapatía.
Fue detenido en Costa Rica junto con su pareja sentimental: Sara Cosío, sobrina del exgobernador de Jalisco, Guillermo Cosío Vidaurri.
A “Don Neto”, fue atrapado en 1985 por el Ejército Mexicano en Puerto Vallarta, y “El Padrino” Félix Gallardo, fue detenido en de abril del año siguiente.
Con la captura de estos capos, el Cártel de Guadalajara –la primera organización criminal dedicada a las drogas en México- llegaba a su fin como tal.
Pero su extinción significó el nacimiento de otros dos grupos: el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Tijuana.
Guadalajara violenta
El estado de Jalisco colinda al sur con Manzanillo, donde se ubica el principal puerto por donde llegan los químicos que se necesitan para la elaboración de las metanfetaminas y otras drogas sintéticas.
Al norte limita con Zacatecas, estado que lo conecta con el norte de México y la frontera con los Estados Unidos. Al este con la sierra de Michoacán donde se cultiva la amapola y al oeste con Nayarit y Sinaloa, cuna del narco en el país.
Guadalajara es un punto neurálgico para la producción y comercio de drogas, además que su poder económico la hace atractiva para el lavado de dinero que necesita el narcotráfico.
En la década de los 90 Guadalajara fue disputada por los cárteles de Sinaloa; el de Juárez, de Amado Carrillo, y el de Tijuana, de los Arellano Félix.
En esa ola de violencia hubo crímenes de alto impacto como el asesinato del cardenal Jesús Posadas Ocampo, ocurrido en 1993 en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara.
La versión oficial sostiene que el cardenal murió por accidente en medio de una balacera protagonizada por sicarios de los Arellanos Félix.
El entonces procurador Leobardo Larios Guzmán, quien estuvo a cargo de la investigación del asesinato de Posadas, fue ejecutado en mayo de 1995.
En Jalisco también estuvo el general Jesús Gutiérrez Rebollo, encarcelado por sus vínculos con el Cártel de Juárez cuando encabezó la 5 Región Militar con sede en Guadalajara.
La guerra por la Perla Tapatía la ganó el Cártel de Sinaloa, de Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada.
La ciudad pasó al control de Ignacio “Nacho” Coronel, excabecilla del Cártel de Juárez que logró ganarse las confianzas de los líderes del Cártel de Sinaloa.
En el 2000, ocurrió en Jalisco un capítulo clave en la historia del narco en México: la fuga de “El Chapo” del Puente Grande.
La hegemonía del Cártel de Sinaloa sobre la plaza de Guadalajara terminó en el 2010 con la muerte de Coronel durante un enfrentamiento con elementos del Ejército que pretendían capturarlo en su casa en la capital de Jalisco.
En Guadalajara crecieron –siempre en sociedad con el Cártel de Sinaloa o La Federación- otras organizaciones criminales como la del Cártel de los Valencia, que hoy es el principal antecedente del ahora llamado Cártel de Jalisco Nueva Generación.
El CJNG es señalado como el autor de los últimos hechos violentos que ha vivido el estado de Jalisco.
Encabezado por Nemesio Oseguera, “El Mencho”, esta organización surgió con el apoyo del Cártel de Sinaloa y de la organización conocida como Los Cuinis, que lideraba Abigael González Valencia, detenido hace un mes en la ciudad de Puerto Vallarta.
Las autoridades de Estados Unidos ubican a este binomio criminal entre el Cártel de Jalisco Nueva Generación y Los Cuinis como el que tiene actualmente el mayor poder económico inclusive por encima del Cártel de Sinaloa.
Reporte Indigo
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