Ensenada, Baja California, Mexico, March 2nd 2020: Industrial harbor with a docked container carrier
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La frontera del cambio: T-MEC, seguridad y transformación tecnológica

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Por: Wendy Plascencia / Politóloga experta en sociedad y cultura

¿Es posible imaginar un México productivo sin el T-MEC? Desde su entrada en vigor en 2020, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) se ha convertido en un pilar para la industrialización y el desarrollo económico de nuestro país. Más que un acuerdo comercial, ha sido una herramienta que conecta a México con las cadenas de suministro más avanzadas del mundo, atrayendo inversiones y consolidando nuestra relevancia en América del Norte.

La región Tijuana-San Diego, corazón del comercio trilateral, está por enfrentar un momento crucial. En 2026, el T-MEC será revisado, y el proceso para ello comenzará en 2025. Esta evaluación se da en un contexto de tensiones políticas y avances tecnológicos que desafían la estabilidad del acuerdo y su impacto en nuestras vidas cotidianas. Para quienes vivimos en esta región fronteriza, este tratado no es sólo una cuestión de política internacional; es el motor que define el ritmo de nuestras economías locales.

Según los datos proporcionados por la Secretaría de Economía de México, el comercio trilateral alcanzó los 1.5 billones de dólares en 2022, consolidando a América del Norte como responsable del 28% del PIB global. Tijuana y San Diego son el ejemplo perfecto de cómo este tratado ha sido un catalizador de innovación y crecimiento. Industrias como la manufactura de dispositivos médicos y automotriz son testigos de cómo el T-MEC ha fortalecido las cadenas de suministro y aumentado la competitividad regional. Pero este escenario de éxito no está garantizado.

La revisión del T-MEC no será un proceso sencillo. Existe la posibilidad de que derive en una renegociación, lo que podría introducir cambios significativos en sus reglas. Además, si alguno de los países no confirma la extensión del tratado por otros 16 años, esto abriría la puerta a revisiones anuales, un panorama que genera incertidumbre y podría ser devastador para México, dada su dependencia del acuerdo para mantener sus exportaciones y atraer inversiones.

El contexto político actual añade más complejidad. Donald Trump, quien asumirá la presidencia de Estados Unidos el próximo 20 de enero, ya ha anunciado que una de sus primeras acciones será aumentar los aranceles a México. Este tipo de medidas proteccionistas, que ya vivimos en 2018, no sólo afectan nuestras exportaciones, sino que ponen en riesgo la estabilidad económica de toda la región. En México, la mayoría legislativa por parte del partido de nuestra Presidenta, plantea sus propios retos, ya que reformas constitucionales impulsadas por este partido podrían entrar en conflicto con las disposiciones del tratado. Y en Canadá, aunque Justin Trudeau sigue siendo primer ministro, su anunciada renuncia deja un vacío estratégico de cara a la revisión de 2026.

Es importante recordar lo que ocurrió en 2018, cuando México respondió a los aranceles de Trump con medidas similares. Aunque mostramos nuestra capacidad para defendernos, el costo económico fue alto. Según el Banco de México, una nueva escalada arancelaria podría aumentar la inflación anual, actualmente proyectada en 4.5% para 2025. Este dato subraya la importancia de actuar con prudencia y estrategia.

Otro frente que no podemos ignorar es la logística. Los cruces fronterizos, como la garita Otay Mesa II, representan una oportunidad única para modernizar y hacer más eficiente el comercio. La incorporación de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial y sistemas de gestión de tráfico, promete reducir tiempos de espera y costos operativos. Pero también debemos ser conscientes de los riesgos que plantea la automatización. Sin una inversión robusta en capacitación tecnológica, corremos el riesgo de dejar atrás a los trabajadores que han sido la base del éxito manufacturero de nuestra región.

Además, la seguridad es un tema central. Sin un entorno seguro, las inversiones no llegan, y las oportunidades se diluyen. La percepción de inseguridad en la región fronteriza afecta la confianza de los inversionistas, y también la calidad de vida de quienes aquí vivimos. Tecnología y seguridad deben avanzar de la mano, porque uno sin el otro simplemente no será suficiente.

¿Qué podemos hacer frente a este panorama? México necesita diversificar sus mercados y explorar nuevas oportunidades comerciales con Europa y Asia. Las cámaras empresariales tienen un papel crucial en asegurar que los intereses regionales se protejan en las negociaciones. Además, optimizar las cadenas de suministro con tecnologías avanzadas no es una opción, es una necesidad si queremos mantenernos competitivos en un mundo cada vez más globalizado.

El futuro del T-MEC no se definirá sólo en cifras comerciales o negociaciones técnicas. México enfrenta el reto de equilibrar avances tecnológicos como la inteligencia artificial con la necesidad de seguridad nacional, garantizando que la región fronteriza sea resiliente, segura y competitiva.

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