En medio de un juego de espejos del tiempo me recibe en Palacio Nacional Enrique Peña Nieto. Pasé revista a un batallón de sus antecesores firmes, retratados en el muro largo como el siglo hasta llegar a una biblioteca reciente, vecina del elevador más antiguo del país y le hablo de usted, de señor y de don a un hombre al que le duplico la edad: el Presidente de México. En un laberinto de anacronismos ordeno mis preguntas para entender la conducta de este joven al frente de la política mexicana.
Me gusta recordarlo la tarde aquella en La Habana cuando entregó el Águila Azteca a José Mujica, presidente de la República Oriental del Uruguay. Los tres, mientras comíamos, hablamos con la tranquilidad de viejos amigos que aún no éramos, con la frescura de una garúa en el Río de la Plata y la calidez del Caribe. Le hice entonces al veterano rebelde liberado una entrevista que reanudo hoy sin él como plática ininterrumpida. Al saludar a Peña Nieto tengo la sensación de volver a ese momento memorable y pienso que me hubiera gustado tener a Mujica de testigo frente al Zócalo.
Sin preámbulos, iniciamos la charla.
Señor presidente Enrique Peña Nieto, muchas gracias por darme esta entrevista y por dármela en Palacio Nacional.
Al contrario, don Jacobo, es un gusto poder estar aquí con usted y tener la oportunidad de dirigirme a todos los mexicanos.
Muchas gracias. El problema fundamental de México, señor Presidente, sigue siendo el de la pobreza. Usted lo señaló, hace poco dijo que no hemos podido superar el porcentaje de riqueza para los pobres desde hace 30 años; es decir, durante cinco sexenios la pobreza ha sido la misma, se han intentado programas sexenales que no han funcionado, han sido un fracaso. ¿Cómo plantea la solución?
Mire, don Jacobo, yo creo que la mejor política social que hay para combatir la pobreza de fondo y de raíz, sin duda, es el crecimiento económico. En los años en los que logramos tener un crecimiento económico mayor y sostenido, se observa en la historia económica y social cómo hay una disminución sensible de la pobreza.
Sin embargo, desde hace prácticamente 30 años, nuestro gran desafío ha sido cómo logramos crecer económicamente y de forma sostenida, a mayores tasas y en tanto eso no ocurra, evidentemente no podemos hacerle frente a este gran reto y combatir con mayor eficacia la condición de pobreza.
Hay que reconocer que en México hay 45% de la población en condición de pobreza. Y para ello hemos diseñado una nueva política social, don Jacobo, en este programa, que es una evolución del anterior Programa de Oportunidades, ahora Prospera, y que inscribe en su nombre el espíritu del programa, que busca la prosperidad para quienes están en mayor rezago y que no sólo sean sujetos del asistencialismo del Estado mexicano, sino darles ahora mejores herramientas para que quienes están en esta condición, se puedan incorporar a la actividad productiva, puedan tener su propio negocio o puedan incorporarse al mercado laboral.
¿Cuáles son los componentes adicionales del Programa Prospera? Primero, el otorgamiento de becas para que los jóvenes estudien hasta la universidad; que podamos darles a las mujeres y a los hombres oportunidad de ser parte del sistema financiero, de la inclusión financiera, de enseñarles y formarles en el ahorro; en tener oportunidad de contraer crédito para emprender cualquier actividad económica. Son algunos elementos nuevos del Programa Prospera.
Esto irá de manera paralela, a lo que pretenden las reformas estructurales que se han alcanzado, que es lograr mayor crecimiento económico y una eficiente instrumentación de la política social; será lo que realmente nos permita, don Jacobo, disminuir la pobreza y tener un reparto más equitativo de la riqueza que genera el país.
Señor Presidente, en anteriores programas asistencialistas, como usted les llama, para ayudar a la gente pobre, hemos visto que mientras dura el programa la gente es ayudada, cuando termina la gente vuelve a su anterior situación de pobreza, no hay una asimilación a un México productivo, permanente para ellos. Creo que se requiere una reformulación de la estructura económica del país.
Don Jacobo, yo pondría esto en dos ópticas a compartir con usted a partir de su cuestionamiento. Es evidente que la política social del Estado mexicano no sólo debe asegurar que quienes viven en pobreza tengan un mínimo de beneficio, de bienestar, que es hasta ahora a donde ha alcanzado la política social del Estado, sino, como ya lo señalé, a través de estos mecanismos de incorporarles al sistema o la inclusión financiera, de prepararles para el ahorro, de darles mayores oportunidades de educación.
Hasta ahora sólo se les permitía o los apoyos iban solamente para quienes estudiaban hasta preparatoria. Hoy se amplían para que reciban becas para la universidad, lo cual asegura o está demostrado que quienes tienen estudios universitarios tienen, de acuerdo con un estudio del instituto de educación, tienen 80% más ingresos que quienes tienen un nivel educativo menor. Además se les da prioridad en la capacitación para el empleo y que puedan incorporarse a alguna actividad productiva.
Éste es, me parece, un elemento fundamental para atender a quienes están en el rezago, pero, por el otro lado, como ya señalaba, tenemos que buscar el crecimiento económico y dentro del crecimiento económico hay que apuntar que hay también una nueva reforma hacendaria que lo que busca es darle al Estado mayor capacidad financiera para atender los problemas de la sociedad.
El reparto o la participación del Estado, la intervención del Estado para asegurar que la riqueza tenga una mejor distribución se da precisamente a partir de una política hacendaria y la reforma hacendaria que se alcanzó está en esta orientación, de cobrar un mayor impuesto y una mayor tasa a quienes tienen mayores ingresos, precisamente para que el Estado, en su política, pueda apoyar a quienes están en una condición de mayor desventaja o en condición de pobreza.
Y es así como ocurre en el mundo, don Jacobo. Es la intervención del Estado el que propicia, a través de sus políticas públicas, una mejor distribución de la riqueza, a través de sus sistemas para asegurar salud, educación. Esto es lo que ocurre en otros países de mayor desarrollo al que tiene nuestro país.
Y eso es justamente, yo diría que estos son los tres pilares: una eficiente política social, un mayor crecimiento económico y una política hacendaria que asegure que la intervención del Estado pueda estar con mayor capacidad para responder a las demandas de la sociedad.
El combate a la corrupción
¿Y la corrupción, señor Presidente? Parece ser que en el último Informe le dio usted un menor espacio, después de haber hablado de una comisión anticorrupción y luego de una fiscalía anticorrupción. ¿No es un problema todavía?
Sigue siendo un problema, don Jacobo. Yo he señalado, y me parece que es el primer reconocimiento que tenemos que hacer, que es un problema de orden cultural, que no es privativo ni del ámbito público, sino también está en el ámbito privado, que está en la vida de la sociedad.
Que evidentemente el gobierno tiene que hacer un mayor esfuerzo para sancionar las prácticas de corrupción que se dan al interior del mismo, pero creo que eso no será suficiente. Yo creo que tenemos que partir de reconocer que es un cáncer, que es un problema que tenemos. He señalado que no es privativo tampoco de México. No sólo se da aquí. Se da en todos los países de la humanidad.
La historia recoge distintos episodios. Es claro que es un problema de la condición humana, de la condición cultural y que tenemos que hacer un esfuerzo, a partir de reconocer este problema, para combatirlo a través de la prevención, de inhibir prácticas de corrupción, es decir, desincentivar aquellos espacios donde se propicia la corrupción. Y yo creo que hoy el Estado mexicano tiene instrumentos más robustos y más sólidos.
Tenemos un instituto de transparencia que deriva de las reformas, con mayor capacidad, que hoy tiene atribuciones en otros Poderes, no sólo dentro del Ejecutivo, sino que ahora tiene atribución para asegurar transparencia en el Poder Judicial, en el Legislativo, en todos los niveles de gobierno, en el federal, estatal, en el municipal; busca crear todo un sistema para asegurar transparencia.
Es una nueva figura y una nueva institución que está dedicada a asegurar mayor transparencia en el ejercicio de los recursos públicos.
Por otro lado, también en la reforma política, se le da ahora autonomía a la Procuraduría, antes Procuraduría General de la República, que dejará de serlo a partir de que se emita la nueva ley sobre la Procuraduría, que la convierta en una fiscalía de la nación, autónoma. Y que tiene, a su vez, dos fiscalías: para delitos electorales, y otra para combatir la corrupción. Y esto, sin duda, habrá de complementarse con lo que derive de la iniciativa que presentamos hace ya dos años, que está en el Congreso, que fue debatida en el Senado, que ahora está en la Cámara de Diputados, y que es precisamente la creación de una Comisión Nacional Anticorrupción.
Yo creo que, por lo que he recogido de todas las fuerzas políticas en el Congreso, que sesionan desde el 1 de septiembre, que será un tema que se debata, se enriquezca y defina otro mecanismo adicional que tenga el Estado para combatir la corrupción.
Pero creo que tenemos que partir de hacer este reconocimiento, de asumir todos un compromiso en el combate a la corrupción y yo espero que estos mecanismos que el Estado mexicano tiene nuevos, fortalezcan esta capacidad para ir sembrando, lo que yo he señalado, una nueva ética social en nuestro país.
Menos violencia
Desde que tomó usted posesión, implantó una nueva forma de luchar contra la delincuencia, contra el narcotráfico, contra la inseguridad en general ¿ha dado resultado?
Los resultados, o al menos las cifras que hoy se tienen en cuanto a la medición de homicidios, secuestros, robos, sin duda resultan alentadores, porque hoy claramente tenemos menor violencia a la que teníamos hace dos años.
Así lo indican todas las cifras que son públicas, que no sólo tienen los órdenes de gobierno, sino que la propia sociedad y las organizaciones que están muy involucradas en los temas de seguridad, que les preocupa la inseguridad del país, conocen y forman parte de esta estadística, que además INEGI, como entidad autónoma, da a conocer sobre el número de homicidios.
Y claramente se ve una disminución de los niveles de violencia, del número de homicidios; en algún momento tuvimos un crecimiento en el número de secuestros, que nuevamente, a partir de una política instrumentada a inicio de este año, vuelve a tener una tendencia hacia la baja; un menor número de robos, de robos con violencia, de robos en carreteras.
Sin duda, estamos claramente percibiendo una disminución en la inseguridad, pero la tarea no está acabada. Nos falta mucho por hacer. Queremos volver a condiciones donde teníamos mayor tranquilidad. Y a la luz de todos, el nivel de violencia se incrementó en el pasado reciente. Y hoy estamos en una tendencia a la baja. ¿Qué ha posibilitado esto? Yo atribuiría mucho de ello a una mejor coordinación en las tareas de seguridad del orden federal y de los órdenes estatales.
Deja de haber competencia, si no estuviéramos hoy en un sistema de mayor coordinación, de hacer políticas diferenciadas y focalizadas a partir de las condiciones de cada una de las regiones del país. Se establecieron cinco regiones para atender los problemas de seguridad de cada una de estas regiones del país. Y los resultados saltan a la vista. Yo le puedo decir que en términos generales, en todo el país, la disminución de 2012 a 2013 fue de casi 13%.
Y en estos primeros siete meses del año, ocho meses, hay una disminución de 28% en cuanto a la comisión de homicidios, que eso proyectaba violencia, lamentablemente. Es decir, es un buen indicador y mucho de ello responde a esta coordinación. Pero hay estados en la que la disminución todavía es aún mayor, especialmente en la zona fronteriza, el caso de Ciudad de Juárez, el caso de Monterrey y su zona metropolitana, que en algún momento fueron muy señalados por el incremento que tuvieron de inseguridad.
En estas entidades de la frontera, la disminución ha sido incluso superior a 50%. Sin duda, hay estados que han avanzado más, otros en un menor avance. En términos generales es este porcentaje que yo le refiero de casi 29%, pero alentador, pero dejando tarea, mucha tarea todavía por hacer, don Jacobo. Yo espero que las cifras gradualmente nos están dando o mostrando una mejora aún mayor en las condiciones de seguridad que tiene el país. Estamos trabajando para lograr el México de paz y de tranquilidad que ofrecimos a los mexicanos.
Zabludovsky / El Universal
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