Las mujeres tenemos una meta colectiva: Igualdad en derechos y obligaciones.
Por: Wendy Plascencia
Las mujeres detrás de los dictadores de la historia, las mujeres detrás de la política, las mujeres detrás de las decisiones de las grandes corporaciones, las mujeres siendo anónimas en los libros de historia del país y el famoso dicho de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. La lucha por la igualdad es un camino trazado que se sigue explorando con tantas demandas, tesis y antítesis del concepto mismo.
Simone de Beauvoir sostiene que «la mujer», tal como la definía la sociedad occidental de su tiempo, es una construcción cultural. Es decir, que, a lo largo de la historia, la mujer ha sido definida en relación al varón como madre, esposa, hija o hermana; por lo cual, sostiene, la principal tarea de la mujer es reconquistar su propia identidad específica, desde sus propios criterios. Las características con las cuales se identifica a las mujeres no vienen de su genética, sino por cómo han sido educadas y socializadas. Haciendo una síntesis de este pensamiento escribió una de sus frases más célebres: «No se nace mujer, se llega a serlo«.
Creí apropiado comenzar con Beauvoir, aunque no voy a utilizar una cronología y mucho menos situar en el mapa a los hechos que funcionaron como semilla, el tiempo es sólo un factor ya que las aportaciones datan de mucho antes de 1947 con la publicación en México de la adición al Artículo 115 Constitucional para permitir a la mujer la participación como votantes y como candidatas, aunque en el país fue el parteaguas para dar paso a las discusiones visibles, y si debemos de resaltar el trabajo colectivo femenino a lo largo de la historia.
No puedo dejar de resaltar al mejor referente del ámbito político y diplomático, Amalia González Caballero, quien fue una diplomática, ministra, primera mujer embajadora y la primera mujer que formó parte de un gabinete presidencial (1958-1964), durante la administración de Adolfo López Mateos.
A lo largo de su trayectoria, promovió diversas reformas feministas. La capacidad de negociación, disciplina política y el compromiso con el “feminismo de estado” que González Caballero desplegó por medio de la gestión individual y el liderazgo constituyen la faceta menos conocida y apreciada de la historia del feminismo en México.
En todos los géneros, en todos lo países, de todas las edades y de todos los extractos sociales, las mujeres tenemos una meta colectiva: LA IGUALDAD EN DERECHOS Y OBLIGACIONES.
La liberación de la mujer no es sólo ocupar puestos institucionales sino la libertad de deambular. Y el mayor obstáculo que enfrentan es decir la verdad sobre sus propias experiencias.
La historia del Feminismo femenino se sigue escribiendo.
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