A través de AI Lab School, Hugo Cen está forjando una comunidad de programadores y emprendedores que adoptan la tecnología como herramienta para alcanzar el progreso económico y social de México.
«El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños», decía Eleanor Roosevelt, y en Hugo Cen, esa frase se manifiesta en cada palabra, en cada proyecto.
Empresario, fundador de AI Lab School y experto en inteligencia artificial, Hugo irradia una energía inconfundible. Su calidez no es un mero barniz social, y, por el contrario, es el reflejo de alguien profundamente conectado con sus raíces, sus aspiraciones y la grandeza de un sueño llamado México.
Su agilidad mental lo lleva a moverse con soltura entre temas que van desde lo tecnológico hasta lo sociológico, desafiando la rigidez de las etiquetas tradicionales, siendo dueño de un espíritu que recuerda las páginas de Philip K. Dick o los episodios de Black Mirror, planteando preguntas contundentes más sobre el impacto de la tecnología en nuestras vidas.
Pero lejos de la distopía de las citadas obras, su enfoque es utópico, rebosante de optimismo. Porque para él, la inteligencia artificial no es un fin, sino un medio para reinventar la narrativa mexicana, para demostrar que la creatividad, la resiliencia y la capacidad de soñar de los mexicanos pueden conquistar el escenario global.
Prueba de ello, es su participación en Shark Tank México, donde logró fraguar una sinergia colaborativa con Marcus Dantus, uno de los más reconocidos inversionistas en América Latina.
CREATIVIDAD EN SU ESTADO PURO
Tras su llegada a las instalaciones de CAMPESTRE, en el que fluye su personalidad natural y extrovertida, Hugo nos lleva a un recorrido por su vida, sus sueños y su visión, revelando cómo, con cada paso, está sembrando las semillas de un futuro donde tecnología y humanidad caminan juntas.
Se define como un hombre creativo, dinámico, y apasionado por el emprendimiento, situación que lo ha llevado a fundar AI Lab School, gracias a lo que considera es la clave del éxito: ser consistente, determinado, tener objetivos bien definidos y la valentía para tomar riesgos.
Con este enfoque nació la que es la primera escuela de inteligencia artificial en México. “Quiero empoderar a los mexicanos para que innoven, para que creen empresas tecnológicas de alto impacto. Es mi manera de contribuir a que el país se transforme en una superpotencia”, dice con convicción.
“Nosotros empezamos la escuela hace 4 años, en prepandemia, y tuvimos la visión precisamente de que la inteligencia artificial —cuando la mayoría de la gente no sabía de qué trataba ni qué era— iba a ser la tecnología emergente más fuerte, transversal, que iba a permear toda la cultura y la sociedad.
“A partir de ese momento supimos que el reconocimiento de este conocimiento, el hábitat, pues nos trazaba una línea muy clara en el camino que íbamos a tomar hacia el emprendimiento, porque siempre he tenido esta perspectiva de ver espacios progresivos”.
¿En qué sueñas?
“Mi sueño es revivir y generar el sueño mexicano. Que México sea superpotencia mundial, y esté considerado dentro de los top 5 a nivel global. Que podamos ver que somos creativos, ingeniosos, trabajadores, y que le vendemos al mundo nuestra cultura, como lo venimos haciendo, y fuertemente. Y parte de este descubrimiento, esta función que tengo con el país, es darme cuenta de que nosotros somos la cultura más híbrida del planeta.
“Y busco que se reavive el sueño mexicano, que la gente, los niños, cuando se pregunten “¿Qué quieres ser?”, puedan decir: “Quiero ser científico, como Christian Peñaloza que está en Japón, en el Mira Institut; quiero ser desarrollador, como Iván Lozano, que está en Silicon Valley”. Que podamos crear estos modelos —que ya existen—, estos modelos de profesionistas que enriquecen la cultura, y que el niño o el joven pueda reflejarse en ellos y generar ese sueño de progreso. Para mí ese es mi sueño.
¿Qué libros recomiendas para que el mexicano logre cambiar ese chip?
“Think and Grow Rich, de Napoleon Hill; Padre rico, padre pobre, de Robert Kiyosaki, también es muy bueno. De repente me gusta la filosofía, por ejemplo Diálogos de Platón”.
¿Cómo se logra llegar al punto en el que arropes lo mejor de lo teórico, de lo tecnológico, y seas un híbrido entre migrante y nativo digital?
“Tiene que ver con la cultura en la que me encuentro. La cultura de Tijuana es muy interesante, porque tienes apertura tanto a lo tradicional como a lo moderno, a lo México antiguo y al nuevo México, porque hay una fusión cultural muy fuerte aquí. Yo soy tijuanense, pero hice toda mi escuela en San Diego: la primaria, secundaria, prepa, universidad en San Diego. Siempre tuve esa cultura transfronteriza que me permite tener una visión más amplia de todo en ese sentido. Eso te expande tu conciencia y tu visión”.
¿Cuál es tu meta?
“Llegar a 10,000 programadores en AI School. Ahorita tenemos alrededor de 400 que ya hemos certificado. Con esto, en 5 años llegar a los 10,000 programadores, y en los próximos 3 años poder colocar a 5,000 programadores en empresas de tecnología. Esas son nuestras metas precisas. Y, sobre todo, también ayudar a más de 1,000 empresas en estos 5 años en temas de automatización e inteligencia artificial”.
LIDERAZGO EN BC
“En Baja California, los emprendimientos aún están ligados a lo tradicional”, explica Hugo Cen. La región, agrega, se mueve en un terreno conocido: maquilas de ropa, agencias, negocios de cocina y comida. “Hay pocas empresas realmente tecnológicas”, añade, no con desánimo, sino con la convicción de alguien que sabe que el potencial está ahí, esperando ser descubierto.
En ese sentido, su postura no va con el tono de crítica; observa, analiza y, sobre todo, sueña con un cambio. Baja California, dice, tiene todo para convertirse en un referente de innovación, pero el camino requiere una visión que trascienda lo inmediato.
En su idea del liderazgo hay una cualidad indispensable: la valentía. “Un buen líder debe tomar riesgos medidos y dirigir hacia donde otros no se atreven”, comenta, y lo hace con la certeza de alguien que ha dado ese paso una y otra vez. La valentía, en su caso, se traduce en abrir puertas, en crear oportunidades donde antes no existían.
Nos narra con emoción las historias de sus estudiantes, de aquellos que encontraron su lugar en el mundo tecnológico gracias a la formación que recibieron. “Cuando alguien me dice: ‘Salí de la universidad y ya estoy trabajando en tecnología, ganando bien’, me llena de entusiasmo. Esos momentos hacen que todo valga la pena”, menciona.
Por eso, confiesa que ser empresario es más que liderar un negocio; es guiar a otros hacia una vida mejor. “Es como llevar un barco hacia un destino que mejore todo el panorama”, explica, pero con un enfoque que desafía las nociones tradicionales del éxito. “¿De qué sirve trabajar 18 horas al día para ganar millones si al final no eres feliz?”, pregunta, con la serenidad de quien entiende que el equilibrio es tan importante como la ambición.
Entonces nos resalta la filosofía con la que busca impactar: el éxito no está solo en los números, sino en el impacto positivo que generas en quienes te rodean.
Hugo lo entiende y es de aquellos que con certeza verdaderamente saben hacia dónde llevas su objetivo: no solo sueña con un México transformado; trabaja cada día para construirlo, una vida, un proyecto y una idea a la vez, que generen cambios positivos..
¿Cuál consideras que ha sido el mejor consejo que te han dado?
“No tomar nada personal. Creo que es la máxima de los negocios. Mientras lo veas así, nadie te puede lastimar, herir o hacer nada, porque simplemente son negocios. A veces funciona, a veces no. Sigue adelante, sigue trabajando, aprovecha tus oportunidades, haz networking, genera relaciones de alto valor y enriquece con algo que sea de valor para la otra persona. Es muy importante”.
¿Qué mensaje les mandas a los jóvenes interesados en ingresar a tu escuela?
“Para la gente que quiera programar o aprender inteligencia artificial, es necesario saber que te va a cambiar el trabajo, pero las personas que acepten utilizarla van a tener una ventaja competitiva. Creo que hoy en día el tema de la adopción e implementación de estas herramientas no es tanto un tema de datos o de generaciones, sino un tema de valores, de valor principal que se llama adopción temprana. Hay una curva de adopción, que básicamente el 2.5% de la población se llaman innovadores, el 13.5% se llaman early adopters, los que adoptan tecnología de forma temprana. Luego el otro 22% es early majority, después late majority, y así sucesivamente. Es una curva de campana de adopción.
“Un valor importante para estar a la vanguardia es ser early adopter, que es el 13.5% de la población. O sea, que cuando sale una tecnología nueva, tal vez no seas el primero, pero seas de los primeros. No tienes que ser el primerísimo, porque a veces el primero lo sufre más: la tecnología está tosca, no hay aplicaciones para el mercado. Pero sí estar en la primera generación, segunda o tercera, cuando ya bajan los precios y hay más aplicaciones. Ahí puedes tomar esa tendencia, aprender antes de que llegue el early majority y el late majority, y así te posicionas más rápido en el mercado antes de la saturación”.
LOS PILARES PARA DEJAR HUELLA
Estamos a punto de llegar al mediodía y el apetito comienza a aparecer tras una vertiginosa sesión de fotos.
Mientras nos platicaba sus gustos personales, Notorious B.I.G. sonaba de fondo, poniendo el beat perfecto durante este viernes en el que se realiza la entrevista.
Cuando habla de figuras históricas, Hugo menciona con admiración a Alejandro Magno y Napoleón. “Ambos dejaron una huella imborrable en la historia”, dice, reconociendo en ellos no sólo su genio estratégico, sino también su audacia para conquistar terrenos desconocidos.
En su faceta más personal, se deja ver como un hombre apasionado por los deportes. El tenis, asegura, le parece fascinante por los beneficios que aporta a la longevidad. “Y el boxeo”, añade con una sonrisa, “porque ningún otro deporte tiene esa trascendencia, ese poder de convertirte en campeón mundial con tanta rapidez”. Pero también hay espacio para placeres más simples, como su “gusto culposo” por jugar pádel, entre las risas de los presentes.
De la misma manera nos comparte que en su mesa nunca falta un Cabernet Sauvignon. “Me gustan los vinos intensos, maderosos, con sabores a roble y notas fuertes”.
Acompañando ese vino, su platillo ideal refleja su aprecio por los sabores tradicionales: carne en su jugo y un caldo de res bien preparado. Para equilibrar esa seriedad gastronómica, menciona a su comediante favorito, Dave Chappelle, como una fuente de risas y reflexión.
Sus lugares favoritos nos cuenta que lo conectan con la naturaleza. “La playa”, afirma sin dudar. Cada dos o tres meses cuenta que se da una escapada a La Paz para pescar jureles, marlines y dorados.
Tras cambios de vestuario, buenos chistes, anécdotas, y todo fluyendo con espontaneidad, pero, ante todo, con una determinación que contagia, Hugo hace un llamado a creer en los sueños propios y en el potencial de nuestra cultura.
Porque, como bien lo dice él mismo, el sueño mexicano no es sólo una idea: es una realidad en construcción, y todos estamos invitados a formar parte de ella.
Estamos por finalizar, y hay una pregunta que me llama la atención, y que va sobre el futuro y el recuerdo, una mezcla algo disímbola en la construcción del concepto.
Sin más, Hugo la responde y afirma que aspira a ser recordado como un agente de cambios que impulsó el empoderamiento de una cultura.
“El legado que busco es transformar la manera en que México se ve a sí mismo, inspirar a otros a creer en lo que somos capaces de lograr”, concluye el fundador de AI Lab School.
Su mensaje para quienes lo leen es simple, pero contundente: “Sé valiente. Si tienes un sueño o una idea, arriesga todo para cumplirla. Ese es el camino para trascender”.
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