Hans Backhoff, CEO de Monte Xanic, nos comparte su experiencia en la industria del vino, su visión empresarial, además de la profunda conexión que tiene con la viticultura y el amor profundo por su tierra y raíces.
Por: Alonso Valenzuela
Hans Joseph Backhoff, actual CEO de Monte Xanic, es, sin lugar a dudas, una figura emblemática en el mundo vitivinícola de México. Originario de Baja California, creció inmerso en el entorno natural, rodeado por viñedos familiares que marcaban el paisaje de su infancia.
Esta conexión temprana con la tierra fue el inicio del viaje que lo llevaría a convertirse en uno de los nombres más respetados en la industria del vino mexicano.
Con una sólida formación académica que incluye Ingeniería en Industrias Alimentarias por el Tecnológico de Monterrey, un MBA de la Universidad de Cardiff en Inglaterra y estudios en Enología en Burdeos, Francia, Hans ha demostrado compromiso inquebrantable con la excelencia e innovación.
Desde su nombramiento como director general de Monte Xanic en 2008, ha guiado la transformación de la bodega para convertirse en líder indiscutible de vinos premium en México. Su visión y liderazgo no sólo ha consolidado a Monte Xanic en la cima del sector, sino que también ha impulsado el desarrollo de una cultura de apreciación y consumo de vino en el país.
Por ello, cobijado bajo su filosofía, Monte Xanic busca centrar su trabajo en mostrar al mundo la excepcionalidad de México y de Baja California. Esta esencia, que se refleja en cada botella de vino que produce, representa una promesa de calidad y orgullo nacional.
Y es que, para Hans, el vino no es únicamente una bebida; es el símbolo de la rica tierra mexicana y un medio para unir a
las personas. Ese enfoque ha llevado a Monte Xanic a obtener numerosos reconocimientos internacionales, elevando la percepción del vino mexicano en el escenario mundial.
• MÁS ALLÁ DEL EMPRESARIO •
A través de un encuentro con CAMPESTRE, descubrimos que Hans Backhoff es mucho más que un empresario exitoso y visionario. Su historia es testimonio de cómo el amor por un lugar y la pasión por la excelencia, pueden dar forma a un legado duradero.
“Creo en ser auténtico. Busco ser siempre innovador y la mejora continua. Trato de hacerlo de una manera siempre humilde. Porque al final el vino es el terruño. La humildad es muy importante, sobre todo si quieres hacer las cosas bien, porque el terruño es el que demuestra”.
La personalidad multifacética que proyecta refleja un espíritu cosmopolita y aventurero. El amor que tiene por la música, que va desde el rock alternativo de Radiohead hasta la lírica de José Luis Perales, muestra su aprecio por la diversidad y la riqueza cultural.
Al mismo tiempo, es alguien que encuentra alegría tanto en la serenidad de tocar un instrumento musical como en la emoción de un juego de fútbol americano. Al hablar de esas pasiones, rápidamente emerge la satisfacción en su rostro.
Ello nos invita a realizar una serie de preguntas que son esenciales para entender cómo llevar las riendas y el destino de Monte Xanic.
¿Cómo te definirías? “Soy una persona que siempre estuvo en contacto con la naturaleza, con la viticultura. Vengo de una familia muy arraigada a sus raíces, una familia muy cariñosa, de muchos años de estar en Ensenada. Crecí en los viñedos; para mí, ir al rancho era ir a los viñedos. Era un lugar donde nos encantaba correr por todos lados y teníamos mucho cariño por el campo.
“Tuve una infancia y adolescencia relativamente sencilla, sabiendo lo que me apasionaba. Y, muchos años después, aquí estoy agradecido y feliz de haber tomado este camino que para mí fue muy claro desde una edad temprana. Ya sabía que mi misión y mi futuro estaba muy enfocado hacia la viticultura y la enología. Crecí con un mentor que fue mi papá, quien siempre fue muy cercano a mí. Fui a la escuela aquí de manera local; la prepa la hice afuera. Cuando entré a la universidad, era de los pocos que ya sabía qué quería hacer”.
• EL COMIENZO •
“Empecé en la vinícola haciendo mis vinos frutales, era la manera en que podía jugar, experimentar y aprender”.
“Comencé a hacer vinos de mango, plátano, ciruela, durazno; vinos muy de postre. Y eso fue como mi introducción a este mundo ”.
¿Cuál ha sido la frase que has más has entendido en tu andar por el mundo del vino? “Una de las frases con las que más me identifico es aquella que dice que entre más aprendes, más sabes que no sabes todo. Después de cien años de experiencia que puedes pasar en esta industria, te das cuenta de que te faltan otros cien para entender realmente sobre la industria”. Esto es muy específico, porque nunca dejas de aprender. Es una cultura tan extensa que va desde la viticultura hasta la parte de transformación enológica, un círculo completo.
“El 80% de la viticultura es la calidad del vino, entonces imagínate la cantidad de combinaciones y de experiencia que necesitas. Desde saber qué plantar, en dónde, con qué variedad, y luego esperar ocho años para ver si ese experimento fue bueno o no; volver a empezar o cambiar algunas cosas
y así de manera cíclica. Y entonces, este trabajo es mucho de experiencia y tradición. Siempre tienes que estar leyendo, siempre tienes que estar aprendiendo. Si no no estás constantemente investigando, no vas a poder avanzar”.
¿Qué significa para ti ser un líder? “Yo tuve la fortuna de crecer y de aprender las enseñanzas personales, familiares y académicas. Todo eso te forja en conocimiento, actitud y la madurez se va dando y te va poniendo en ciertos lugares. La palabra liderazgo es difícil de digerir, pero a mí me gusta más verme como una persona que apoya y que es parte de una función dentro de una historia”.
¿Hay algún tramo en estos años que te haya llenado de bastante orgullo? “El primero fue buscar esta transición entre las generaciones. Me tocó trabajar con mi padre y tomar la batuta. Vivir la transformación de esa compañía familiar a una compañía más institucional fue un reto, pero fue increíble. Tenemos socios que fueron parte fundamental de esta visión
y de esta profesionalización que permitió esta evolución, entonces creo que esa parte fue difícil, pero muy positiva y nos puso la posibilidad de una plataforma mayor para dar un brinco ahora a un aspecto internacional.
¿Cómo vislumbras a Monte Xanic en algunos años? “En el camino de la internacionalización, donde lo vamos a consolidar. Vamos a liderar esa parte de la bandera mexicana internacional, ese es mi foco principal para los próximos cinco a diez años”
Hablando de desafíos, ¿cuál ha sido el mayor reto durante este recorrido? “La institucionalización de una empresa; se dice fácil, pero requiere de paciencia y de tiempo y de un buen equipo y, sin duda, de una buena sociedad que permita poder hacer algo así. El secreto es el talento, te tienes que armar de gente especializada, que sabe hacer las cosas mejor en cierto rubro”.
¿Cuál ha sido la creación que más cariño le has tenido? “En un principio yo creo que fue al Cabernet Franc, porque tiene una historia muy interesante. Sobre todo, porque habla de esta evolución, de esta historia, de dónde venimos, de cómo tu paladar cambia a través de los años. Y, actualmente, el Gran Ricardo. Un vino que siempre es muy bien recibido y que tiene una longevidad increíble”.
¿Cuál sería tu vino soñado para realizar? “Queremos seguir impulsando a nuestro Gran Ricardo…Continuar la búsqueda de alcanzar cada vez mejores añadas, es mi sueño”.
¿Cuál es el mejor consejo que has recibido a lo largo de tu vida? “En la escuela de enología hay una anécdota muy interesante, donde nos dan a probar líquidos transparentes y la clase era sensorial. Era para distinguir los diferentes componentes. Al final, todos encontramos algo en los diferentes. Y cuando el profesor salió dijo «estas cinco eran agua destilada y no tienen ningún aroma ni sabor, neutro». Y la enseñanza era: no busques cosas que no existen”.
¿Qué significa para ti Baja California? “Es mi casa. Me forjé aquí y es donde aprendí una gran parte de mis experiencias. Es la tierra que me ha ayudado a ser la persona que soy”.
Libro que te haya marcado y que signifique mucho para ti. “Me gusta leer sobre cultura, pero hay un libro que se llama ‘Tribal Leadership’, que habla de cómo uno se va forjando dentro de una compañía. Me encanta mucho porque regreso a él a leerlo y es un libro que lo puedes aplicar para todo”.
Un miedo que tengas. “Quizás de no hacer lo suficiente. El tiempo es corto, siempre quieres avanzar, descubrir más. Entiendo que para todo hay tiempo y hay un ciclo. Y me encanta donde estoy ahorita, que estoy descubriendo muchas cosas. Pero quiero terminarlas, no y quiero que me dé el tiempo para hacerlo”.
Equipo deportivo. “¡Súper fácil!, los 49ers de San Francisco, estamos viviendo nuestra época de gloria ahorita. ¡Tenemos un Super Bowl que ganar! Pero desde niño, mi primer juego que vi deportivo fue americano, de San Francisco contra Nueva York. Y les metimos una paliza y desde ahí me enamoré del deporte y de cómo jugaba Joe Montana y Jerry Rice”.
Un defecto. “Soy muy confiado a veces”.
¿Qué le dices al Hans de 15 años y que dirías al Hans de 70? “Te dije y paciencia”.
Tras el paso de la tarde y la fluida retórica de Hans, no hay duda de que en él se percibe el retrato de un hombre profundamente arraigado a sus orígenes, que ha sabido trascender fronteras y disciplinas, disfrutando de la vida, sencillamente, mientras aprende, arriesga y suma como agente de cambio.
Su bagaje, que representa la fusión perfecta entre la tradición y la modernidad, la tierra y la innovación o lo ecléctico de acompañar un atardecer con alguna letra del O.K. Computer de Thom Yorke o simplemente tocar en su guitarra los acordes de “Y cómo es él”, nos habla de alguien que disfruta el buen vivir, llevando con orgullo y excelencia un apellido de solera y tradición.
“Somos muy afortunados de vivir donde vivimos. De poder hacer y poder cosechar estos frutos y productos locales que compiten en cualquier lugar del mundo. Yo quiero que cuando vean una botella de vino, no dejen de pensar en México y de sus grandes riquezas y del potencial que tiene. Porque hoy hemos visto todo esto crecer. Y esto no ha terminado”, finaliza.
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