Gruma, la mayor productora de tortillas del mundo, ha tenido éxito luego de siete años de intentos de redimirse ante las firmas calificadoras de deuda. Para los tenedores de bonos, sin embargo, la
compañía aún no recibe lo que merece.
Si bien Gruma recuperó el grado de inversión de Standard & Poor’s el 27 de marzo, sus costos crediticios de referencia indican que la nota debería ser aun más alta. Sus 400 millones de dólares de pagarés con vencimiento en 2024 rinden 0.85 puntos porcentuales menos que el promedio de las
firmas de mercados emergentes que comparten la calificación BBB-.
La productora de tortillas se ha valido de ventas de activos para reducir el nivel de apalancamiento, el más bajo en 18 años y a la mitad del registrado en 2008, cuando la devaluación de 20 por ciento en el peso alimentó pérdidas en los contratos de derivados.
Tras llegar al borde de la quiebra en 2009, hoy tiene las calificaciones altas de S&P y de Fitch Ratings, lo cual la convierte en el único de los tres “ángeles caídos de México” que logra esa hazaña desde que se las redujeron a basura en 2008.
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