Prince Fielder juega a béisbol para los Texas Rangers, es hijo de otra leyenda de ese deporte, Cecil Fielder, y en su día fue el primer jugador menor de 30 años en conseguir 50 home runs en una liga. Sin embargo, para internet es primordialmente famoso por dos cosas. Dos imágenes, en realidad. La primera se generó el pasado septiembre, cuando Fielder jugaba para los Tigers de Detroit. En un partido contra los Mariners de Seattle, trató de cazar la bola que lanzó el bateador contrario, falló, chocó contra la valla donde se agolpaban los fans y, de paso, aprovechó para robarle un nacho con queso a un espectador, comérselo y volver trotando al centro del campo.
El segundo capturó otra jugada que tuvo lugar un mes después y dice mucho sobre el humor internetero que, a veces, no siempre, se corresponde con la edad mental de un preescolar y la sofisticación delopus de Benny Hill. Fielder avanzaba hacia la tercera base cuando cayó y dio con toda su barriga en la hierba. Fin de la broma.
“Mucha gente probablemente cree que no soy atlético o que ni siquiera me entreno, pero lo hago. Lo hago para asegurarme de que puedo hacer mejor mi trabajo. No voy a intentar ser un modelo de fitness
Prince Fielder, beisbolista de los Texas Rangers
El caso es que Fielder ya arrastraba esa fama de heterodoxo y tragaldabas –como un Mágico González cruzado con un Maradona o un Ronaldo, a quien para distinguírsele de Cristiano se le suele llamar “Ronaldo el gordo”– cuando la revista deportiva ESPN lo eligió, junto a otros cinco atletas (entre ellos, el español Serge Ibaka), para protagonizar una de las portadas de su Especial Cuerpo. El beisbolista posa desnudo como imitando al discóbolo de Mirón, con un bate en una mano y una pelota en la otra, y escondiendo los genitales con un cruce de piernas estratégico. The Daily Beast lo ha bautizado “su momento Demi Moore” pero Twitter, por lo general, ha tenido palabras menos amables. “Me iba a comer otro donut pero después de ver a Prince Fielder paso”, escribe uno. “A ver cómo le explico yo a mi hijo que Fielder esté en la portada de ESPN”, dice otro, que se identifica como seguidor de los Red Sox de Boston. Y más: «¿Por qué creen que queremos ver esto, por qué?”, “El año pasado ESPN escogió a una atleta embarazada. Parece que este año siguen en la misma línea”, “¡Mis ojos, mis ojos!”.
El propio Fielder aborda el tema en su entrevista del interior de la revista, como anticipando la tormenta: “Mucha gente probablemente cree que no soy atlético o que ni siquiera me entreno, pero lo hago. Sólo porque seas grande no significa que no seas un atleta. Y sólo porque entrenes no significa que vayas a tener un six pack en el estómago. Trabajo para asegurarme de que puedo hacer mi trabajo al mejor nivel. A partir de ahí, no voy a intentar ser un modelo defitness”.
Su sueldo se mide en millones. Las mujeres lo desean. Y sin embargo, ahí está su barriga. Es enorme. Pero a él parece no importarle. Y no le está impidiendo hacer la transición de deportista a auténtico sex symbol
La polémica llama la atención porque funciona como un acto de igualdad de oportunidades a la inversa: son las mujeres las que suelen estar sometidas al llamado fat shaming o body shaming, el escarnio público por su apariencia. Y aunque ya habíamos asistido a bromas a costa de Leonardo DiCaprio, que en abril posó en Bora Bora en su estilo (con una modelo de 22 años en un brazo y llevando unos bañadores surferos por debajo de la rodilla) y a titulares del tipo “¿Quién se ha comido a Val Kilmer? (o a Keanu Reeves, o al citado Ronaldo), en este caso intervienen nuevas variantes. Entre ellas el componente racial. Se ha comparado la campaña de Fielder por defender su derecho a ser atleta, negro y enorme a la que han librado desde hace años las hermanas Venus y Serena Williams. La primera, que protagoniza otra de las portadas de ESPN, salió recientemente en apoyo de Taylor Townsend, la joven promesa afroamericana del tenis, que también tiene un físico rotundo y muy alejado del estándar en ese deporte (mide 1,65 y pesa 77 kilos). En su caso, la asociación de tenis estadounidense llegó a plantearle un ultimátum hace dos años: o perdía peso o le retiraban el apoyo y la financiación. En el último Roland Garros, Townsend llegó bastante más lejos que ambas Williams y celebró su llegada a los dieciseisavos de final con una pequeña “danza de la victoria” (ella misma lo llamó así) que tenía toda la pinta de ser una peineta simbólica a sus críticos.
La actidud de Fielder hacia su físico parece ser menos amarga que la de Townsend y las Williams. Como señalaba un artículo en la web de comentario deprotivo Deadspin, “Fielder tiene la audacia de no sufrir ningún problema aparente derivado de su talla, hasta el punto que da la impresión de estar encantado de haberse conocido (…) Le pagan millones por practicar un juego de niños para ganarse la vida. Es impresionante y enorme y las mujeres lo desean. Y sin embargo ahí está, su barriga. Parece que no le detiene absolutamente para nada, ni siquiera a la hora de hacer la improbable transición de chico del beisbol a auténtico sex symbol”. Algo de eso habrá porque Fielder ya ha añadido una tercera imagen a esa minicolección que le convierte en (mini)leyenda de Internet: uno en el que aparece desnudo, en plena sesión fotográfica para la revista y haciendo una especie de baile. Sí, una danza de la victoria.
Fuente: elpais.com
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