Internacional

Empuja guerra económica la desglobalización

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El presidente ruso Vladimir Putin pronuncia un discurso y cae el rublo. El director del banco central de Europa pronuncia un discurso y cae el mercado de valores. La OPEP se reúne en Viena y el precio del petróleo se desploma. El primer ministro de Japón llama a elecciones anticipadas y la caída del yen ante el dólar se acelera. Todas estas cosas sucedieron en las últimas seis semanas de un año ya de por sí inestable.

Repentinamente hay múltiples conflictos desarrollándose en los mercados del mundo, y las reglas habituales del juego global no están pensadas para manejarlos.

El primer conflicto se refiere a un juego claro de empobrecer al vecino entre China y Japón. Desde 2012, Japón ha emitido dinero de forma alarmante, a fin de impulsar el crecimiento económico. Debido a que el crecimiento económico se paralizó por tercera vez en el último trimestre de 2014 su primer ministro, Shinzo Abe, imprimió más dinero. China percibe estas acciones como competencia desleal y a fines de noviembre, con su propio crecimiento en desaceleración, respondió con una reducción sorpresa en los tipos de interés.

Muchos perciben lo anterior como el inicio de una clásica guerra de divisas, en las líneas de los años 1930, en la que los rivales económicos gigantes se involucran en un juego sin sentido de devaluar su propia moneda —impulsando las exportaciones, pero dañando el poder adquisitivo de su propio pueblo— lo que hace que se perjudiquen entre sí. Al atacar la capacidad del otro para exportar, arrastran a la región hacia la desglobalización.

La segunda dinámica nueva es el juego peligroso del precio del crudo entre EU, Rusia y la OPEP. La demanda de petróleo está bajando debido a que el crecimiento de los mercados emergentes —China, Brasil y otros— se está desacelerando. Pero las reservas han aumentado —de 11 millones de barriles por día a 92 millones desde que en 2009 se inició la nueva crisis financiera global.

EU se ha convertido en el mayor productor de petróleo del mundo gracias al inicio de operaciones de campos petrolíferos de esquisto y de aguas profundas. Desde junio de 2014, el precio de un barril de crudo Brent cayó de 115 a 68 dólares, y tras la reunión de la OPEP a fines de noviembre y del rechazo a los pedidos de reducir la producción, algunos analistas predijeron que podría caer hasta 40 dólares.

Arabia Saudí y las demás monarquías del Golfo Arábigo fueron factores claves en la decisión de mantener la producción alta y los precios a la baja, lo que perjudica a Rusia, Venezuela e Irán y son pocos los que dudan de que la política está detrás de tales movimientos.

Arabia Saudí tiene asuntos que solucionar tanto con Rusia como con Irán por su participación en la derrota de la revolución siria, y con Venezuela por ser la perpetua animadora bolivariana de Rusia. Como resultado, Putin ha tenido que admitir ante su pueblo que la combinación de las sanciones occidentales y de la estrategia petrolera saudí llevará a Rusia a la recesión el año que viene.

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