Washington.— Tras una nueva masacre animada por el odio racista, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, compareció ayer embargado por la frustración y la impotencia para lamentar una vez más un crimen que, en esta ocasión, cegó la vida a nueve víctimas inocentes ejecutadas a sangre fría la noche del miércoles mientras rezaban en la histórica Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel, en Charleston, Carolina del Sur.
“Sé que ahora es momento para el duelo y la búsqueda de alivio y consuelo. Pero creo que en algún momento tendremos que reconocer (que tenemos un serio problema en Estados Unidos) porque este tipo de violencia en masa no ocurre en otra nación desarrollada. En ningún país desarrollado ocurre con la misma frecuencia que aquí”, dijo para reconocer el carácter epidémico de la violencia racial y el descontrol sobre el mercado de armas en EU.
La intervención de Obama, la número 14 desde que llegó a la Casa Blanca para hablar de un crimen de odio, discurrió de forma paralela a las concentraciones espontáneas que se produjeron frente a la iglesia metodista Emanuel, un enclave histórico, un “lugar sagrado” para la comunidad afroestadounidense en su tumultuosa lucha para reivindicar sus derechos civiles.
“Hoy, el corazón de Carolina del Sur está roto. Y las familias de las nueve víctimas tienen que saber que cuentan con nuestro amor y nuestra solidaridad”, aseguró entre sollozos la gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, una mujer de origen indio que es muestra de la nueva composición multirracial en EU.
La policía confirmó ayer mismo la captura del autor de los crímenes. Se trata de Dylann Storm Roof, un joven blanco de 21 años en cuyo perfil de Facebook fueron halladas fotos donde se le ve vestido con una chaqueta que tiene, aparentemente, una bandera del sistema de segregación racial sudafricano del apartheid y otra de Rodesia, antigua colonia británica que estuvo gobernada por la minoría blanca hasta convertirse en el actual Zimbabue, en 1980.
Según el testimonio de los tres supervivientes, Dylann, quien tiene en su haber un caso de delito grave por drogas y un cargo menor de invasión de propiedad, se dirigió a uno de ellos para preguntarle por el pastor y senador estatal Clementa C. Pinckney, quien fue uno de los primeros en ser abatidos.
Ayer por la mañana, Dylann fue interceptado en un cruce de tráfico mientras se disponía a abandonar su vecindario en Shelby, Carolina del Norte.
La fiscal general Loretta Lynch anunció ante los medios el inicio de una investigación de su unidad de derechos civiles por un delito de crimen de odio.
En los próximos días el Departamento de Justicia y la Oficina del Fiscal de Carolina del Sur deberán decidir quién encabeza la investigación y el procesamiento. En Carolina del Sur no existe la tipificación del delito por crimen de odio, lo que podría dificultar el trabajo de los fiscales federales, pero facilitaría el de los estatales, que podrían echar mano de la pena de muerte por crímenes perpetrados a sangre fría.
En medio de una jornada de protestas y actos de solidaridad, analistas y congresistas externaron su indignación no sólo por el crimen, sino por la permisividad de las leyes sobre las armas.
“Creo que ya es demasiado tarde para gritar, una vez más, ‘ya es suficiente’. Corremos el riesgo de terminar siendo insensibles a la lacra de la violencia armada que azota a nuestro país”, aseguró el senador demócrata por Connecticut, Richard Blumenthal, una de las voces más activas contra la permisividad del mercado de armas. “La parálisis y la indiferencia ante la violencia armada es la complicidad consumada”.
Desde el observatorio del Southern Law Poverty Center, especializado en el estudio y seguimiento de los grupos de odio en EU, su presidente Richard Cohen consideró que el crimen perpetrado en la iglesia Emanuel fue obra de alguien perturbado que se siente “amenazado por el rostro cambiante de la Unión Americana y por la creciente influencia de la comunidad afroestadounidense en el mundo de la política y los negocios”. Esta tragedia, subrayó, es la mejor prueba de que “la amenaza del terrorismo doméstico en EU es muy real”, añadió Cohen.
Según el Southern Law Poverty Center, desde el 2000 el número de grupos de odio en EU ha crecido 30%. Y desde 2012, cuando se reeligió Obama, el número de grupos o milicias de extrema derecha se multiplicaron en 813% para pasar, de 149 grupos en 2008, a mil 360 en 2012.
Con información de agencias / 18 de junio 2015.
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