Recordado por los residentes de la zona agrícola del valle de Mexicali, el Asalto a las Tierras fue un movimiento sinónimo de unión entre los fuereños que buscaban una oportunidad de crecimiento en la frontera norte, donde se exigió más allá de los derechos laborales, el derecho a contar con predios que estaban siendo explotados por extranjeros y que sólo permitían a los mexicanos participar como subordinados.
Antecedentes
Con apoyo de la información recopilada por el Archivo Histórico de Mexicali del Instituto Municipal de Arte y Cultura, se ha logrado desmenuzar los detalles que orillaron a este histórico evento, pues todo inició mucho antes del 27 de enero de 1937.
Como antecedente se tiene que en 1877 se dio una importante acción por parte del entonces presidente de la República, Porfirio Díaz, quien en concesión dio al señor Guillermo Andrade 305 mil hectáreas del Delta del Río Colorado, quien señaló el interés de producir en estas tierras, siempre y cuando se hiciera valer el respeto a la nativa etnia cucapá.
Pero fue en 1904 cuando la historia empezaría fijar las bases de los motivos de la expropiación de las tierras, ya que Guillermo Andrade vendió a la Colorado River Land Company estos predios y fue ahí el momento en que las tierras y aguas pasaron a estar a su cargo, donde hoy se le conoce como el valle de Mexicali.
Siendo en 1912 la fecha exacta en que la Colorado descubrió el valor productivo de las tierras con el cultivo del algodón, por lo que desde el momento en que se vio el rendimiento de una extensión de 15 hectáreas de la fibra, la renta de tierras iniciaría a ser una de las acciones más redituables para la empresa extranjera.
Pero las bases de lo que se veía venir con los movimientos agrarios, sentaba sus primeros cimientos, pues el 6 de enero de 1915 se decretó la Ley Agraria, siendo en 1917 cuando dentro del artículo 27 Constitucional se brindaban derechos agrarios a los mexicanos, pero al parecer esto no se veía reflejado en esta parte norte del país, donde todo continuaba igual.
Ante esto, la Colorado implementó una estrategia en la que conocedora de lo anterior, mayormente rentaba las tierras a chinos, japoneses y estadounidenses, quienes acogieron a sus compatriotas en el valle al llegar a esta tierra de oportunidades.
El inicio de la lucha
Situaciones que empezaron a incomodar a quienes trabajaban las tierras de los extranjeros, fueron creciendo y con esto las ganas de labrar predios que no fueran ajenos, lo cual intensificó el espíritu de lucha después de la visita del coronel de corriente villista, Marcelino Magaña, por lo que el gobernador Abelardo Rodríguez intentó calmar los ánimos de las personas vendiendo tierras a 230 familias, predios que fueron comprados al italiano Víctor Carusso, desarrollándose con esto las primeras colonias, de las cuales se conoce la popular Progreso.
Pero todo dio un cambio total lleno de esperanzas cuando llegó a la Presidencia de la República el general Lázaro Cárdenas, quien dentro de su plan sexenal estableció la recuperación de las tierras que habían sido explotadas por años por extranjeros y las cuales por derecho propio deberían de regresar a manos de mexicanos.
Repartición de las tierras
Tras conocer la inconformidad de los residentes en el valle de Mexicali, el Presidente anunció el 28 de septiembre de 1936, que dentro de su Proyecto de Integración de Territorios, se tenía planeada la repartición de tierras explotadas por extranjeros, es decir, de la Colorado River Land Company, para así lograr desarrollar establecimientos de comunidades en el norte de la República como en el resto del país.
Ante esto, se fueron desarrollando las comunidades agrarias que se organizaron dentro de la Federación de Comunidades Agrarias que fue presidida por Hipólito Rentería.
Quienes el 25 de enero de 1937 se unieron para tomar las tierras de los ranchos en que trabajaban, con lo que se agilizó la reforma agraria y se recuperaron las tierras que por más de tres décadas habían estado fuera de los alcances de mexicanos.
Derivado de esto, se logró la creación de 40 ejidos en que se dio principal beneficio a cerca de 700 familias.
Crónicas de una mujer agrarista
Aunque las mujeres no fueron quienes lucharon en cuerpo en este asalto a las tierras, su presencia y apoyo fue fundamental, por lo que la profesora y cronista Yolanda Sánchez Ogás, pudo rescatar tras años de amistad, los testimonios de quienes vivieron de cerca este movimiento que marcó para siempre la historia del campo en México.
Decenas de relatos fueron los que consiguió captar, así como imágenes y crónicas de este histórico suceso que le llevó a desarrollar el libro Asalto a las Tierras 75 aniversario (1937-2012), donde plasmó las historias detrás de lo que se cuenta de este hecho.
«Conocí a la señora Petra Pérez (qepd), viuda de Hipólito Rentería quien fue esposa del dirigente de los campesinos, que en una primera impresión no propició un buen recibimiento, ya que estaba muy resentida con el Gobierno porque no hacían gran cosa por los campesinos desde que había muerto su esposo», recordó.
«Yo iba a su casa hasta dos veces por semana, pero cuando estábamos haciendo el Museo de Michoacán de Ocampo iba todos los días, siendo esto en 1989, cuando gracias al apoyo del gobernador Oscar Baylón Chacón se restauró la escuela que los campesinos habían dado para el museo», relató.
En este entonces, mencionó que las mujeres no participaron en el movimiento agrario, pero si se organizaron las denominadas Ligas Femeniles, donde se tenía como presidenta a la señora Lucila Guillén y a doña Petra, quienes siempre activas apoyaron a sus familias hasta lograr ganar las tierras por las que lucharon.
Petra Pérez, viuda de Hipólito Rentería, era oriunda de Nayarit y conoció a su esposo en Mexicali, esto como muchas otras personas que migraron al norte para conocer las tierras que aunque agrestes representaban una oportunidad para sus familias.
HIPÓLITO RENTERÍA Y EL MOVIMIENTO AGRARIO
«Fue un hombre que llegó de su tierra Michoacán en 1927, pero cruzó primero a Estados Unidos por Ciudad Juárez junto con sus primos los Guillén y en ese recorrido llegaron al Valle Imperial y empezaron a pasar a Mexicali, donde se dieron cuenta como estaban las cosas. Su idea siempre fue regresar a su tierra y tener una parcela que no había podido lograr, pero al ver que en el valle se tenían grandes extensiones de tierra, se interesó por comprar una y se asentó en la colonia Pacífico donde empezó su lucha», expresó.
La cronista destacó que este hombre primero se unió a un grupo de Sindicatos de Campesinos en Mexicali, quienes luchaban por mejores condiciones de trabajo, pero a él esto no le interesó mucho, pues quería la tierra y no trabajarla para otros, por lo que se separó de este movimiento.
Empezó entonces a formar las comunidades agrarias, que tenían como objetivo principal obtener la tierra que tenía en ese momento la Colorado River Land Company.
«Se fueron formando estas comunidades en los diferentes ranchos en que trabajaban los mexicanos y le ponían el nombre que ellos querían, Hipólito estuvo en la comunidad Michoacán de Ocampo, pero no todas las comunidades participaron logrando juntar solamente cinco y con eso organizó la Federación de Comunidades Agrarias».
En enero de 1937, se reunieron todos los simpatizantes en una escuela de la colonia Pacífico, la cual bautizaron bajo el nombre «Emiliano Zapata» como símbolo de la lucha por la tierra, donde se quedaron cerca de 700 personas varios días hasta que se decidiera tomar la tierra.
Finalmente el 25 de enero estaban esperando un aviso de otras organizaciones y tomaron la decisión de asaltar las tierras el 27 de enero en carretas jaladas por caballo hacia las comunidades donde ellos trabajaban, las cuales fueron señaladas con banderas rojas con el nombre de la comunidad.
«Al día siguiente llegaron los soldados para disuadirlos, pero la gente se mantuvo firme haciéndose al camino de las tierras en campamentos. Regresando los militares al día siguiente con camiones para llevárselos a todos a la cárcel como lo fue en el sótano del Palacio Municipal».
Pero Hipólito no estaba en el grupo, ya que se encontraba en un hotel buscando comunicarse a la Ciudad de México, pero logró hacerlo solamente en Calexico, «desde aquí no pasaban los mensajes y en telegrama se informó cuál era la situación e inmediatamente el presidente Lázaro Cárdenas ordenó la liberación de los campesinos y se fueron de nuevo a los terrenos que habían tomado. Y en dos semanas el jefe del Departamento Agrario repartió las tierras y se formó una comisión intersecretarial, donde estaban los campesinos y autoridades para estudiar las propuestas de solicitud de tierra, siendo la primera resolución de Islas Agrarias y Michoacán de Ocampo», concluyó.
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