By Por: Roberto Quijano Sosa / Abogado empresarial
Desde los años sesenta, Baja California, y en particular Tijuana, comenzó un desarrollo económico, social y laboral que prácticamente no se ha detenido hasta la fecha.
Su ubicación privilegiada, su clima y su capacidad de adaptación han sido clave para lograr esto y más. Por un lado, a raíz de la llamada prohibición del consumo de alcohol en los Estados Unidos, la frontera Norte inició un crecimiento comercial, turístico y, en general, económico.
A partir de los años sesenta, la industria maquiladora impulsó significativamente la actividad industrial en la frontera, atrayendo enormes inversiones. Con el inicio del nuevo siglo, esta industria experimentó un crecimiento notable, consolidándose como un eje fundamental para la generación de empleos formales, el desarrollo de cadenas de suministro, el pago de impuestos y otros beneficios clave para la región.
Esta industria no ha estado exenta de críticas por diversos motivos: empleos de bajo ingreso, limitada integración con la industria nacional, problemas de contaminación y, en algunos casos aislados, incumplimiento de obligaciones laborales.
Por otro lado, el empleo en la frontera, en términos generales, se ha mantenido y, de hecho, es una de las regiones del país donde los trabajadores perciben los salarios más altos. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer para garantizar que esos salarios sean verdaderamente dignos y suficientes para los empleados y sus familias.
La pregunta es evidente: ¿qué se espera para el 2025 en materia de empleo? Diversos factores, tanto internos como externos, influyen en la respuesta: la carga fiscal que enfrentan las empresas, la falta de interés de algunos jóvenes por integrarse al mercado laboral y su bajo compromiso para permanecer en sus empleos, la inseguridad, y la ausencia de un verdadero estado de derecho, afecta la creación de nuevos empleos.
Por otro lado, el nuevo orden mundial del comercio, la influencia de China, las políticas económicas y de imposición de aranceles de los Estados Unidos, la revisión del TMEC y la política migratoria del país vecino son factores que, sin duda, obligan a los empresarios nacionales y extranjeros a reflexionar detenidamente antes de realizar nuevas inversiones o ampliar las ya existentes.
Como integrantes de la comunidad empresarial, debemos estar preparados para enfrentar estos nuevos retos. Durante más de 100 años, Tijuana y Baja California, en general, han sido un polo de desarrollo económico, y no hay duda de que nada nos detendrá en nuestro camino hacia un futuro próspero.
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