De momento, la distancia es de 8 puntos (54% frente a 46%), gracias al triunfo logrado en ciudades como Aberdeen y Perth, donde los independentistas tenían grandes esperanzas de lograr una victoria. Por el contrario, la ciudad de Glasgow ha votado a favor del ‘sí’, aunque por un margen también menor al esperado.
A estas alturas del recuento, 1,39 millones de votantes han votado por no, frente al 1,17 que han votado por el sí.
En Aberdeen, el ‘no’ venció con el 59% de los votos, frente al 41% obtenido por el ‘sí’.
En Glasgow, una ciudad que se consideraba esencial para el triunfo independentista, ha ganado el ‘sí’ con un 53% de los votos, frente al 47% que votó por una Escocia dentro del Reino Unido.
En esta ciudad se esperaba que los votantes laboristas votaran por el ‘sí’, pero es posible que esta victoria, más ajustada de lo previsto, no sea suficiente ayuda para el triunfo independentista.
Nicola Sturgeon, en declaraciones a la BBC, aseguraba a las 5 de la mañana hora de Londres (6 en España) que los resultados para el ‘sí’ eran espectaculares. «Ha sido una campaña magnífica y demuestran que la gente quiere cambios»
Si gana la opción independentista, el país perderá una de sus principales regiones, cuya integración con Inglaterra hace tres siglos dio origen a uno de los estados más influyentes de la historia en la escena internacional.
En caso de que los 4,3 millones de escoceses con derecho a voto prefieran seguir formando parte de Reino Unido, los partidos británicos han prometido un traspaso de poderes sin precedentes al Gobierno y Parlamento autonómicos, lo que acercará el país a un modelo casi federal.
«Reino Unido ha cruzado un Rubicón constitucional al margen del resultado del reférendum», opina Neil Woodford, uno de los principales gestores de fondos de inversión de la City de Londres. «Es probable que asistamos a un proceso de fragmentación del modelo de gobierno en Reino Unido, avanzando hacia la federalización del país», añade.
Tras Escocia, los nacionalistas en Gales e Irlanda del Norte también podrían reclamar la transferencia de más poderes, e incluso se habla de la creación de un Parlamento autonómico para Inglaterra.
Las encuestas apuntan a este escenario de descentralización como más probable que la independencia. Todos los sondeos publicados en las últimas horas previas al referéndum escocés otorgaban una ventaja de entre 2 y 4 puntos para los unionistas.
David Madden, analista de IG Group, daba ayer sólo «un 18% de probabilidades» de victoria a los independentistas liderados por Alex Salmond, primer ministro escocés. Sin embargo, los traders de divisas de todo el mundo han pasado la noche en vela, esperando el desenlace de la consulta y su efecto en los mercados. Si gana el Sí se prevé una fuerte caída de la libra y de la Bolsa de Londres. Si gana el no, la jornada se espera sin sobresaltos.
A pesar de la proliferación de sondeos, nadie era capaz ayer de predecir el desenlace final del referendum.
La existencia de un número significativo de indecisos en las encuestas (se calcula que un 14% no sabía a quien votar el miércoles); la participación en la consulta de muchas personas que nunca habían ido a las urnas; y la movilización masiva de los partidarios de la secesión en las calles durante la fase final de la campaña (incluyendo el mismo día del plebiscito) podrían provocar una sorpresa a las firmas de sondeos y a los mercados.
«Si la victoria fuera determinada por el entusiasmo de cada bando, los defensores de la independencia ganarían fácilmente», indica Peter Kellner, director de la empresa de encuestas YouGov.
Un paseo por las calles de Edimburgo permitía estos últimos días comprobar la abrumadora mayoría de símbolos independentistas.
El Yes era mucho más visible en ventanas, coches y vestimentas de los votantes. Un informe de YouGov calcula que un 47% de los partidarios del Sí muestra de forma visible su apoyo a la campaña, mientas que sólo un 20% de los partidario del No lo expresan abiertamente.
Sin embargo, el silencioso no podría haberse movilizado a última hora, alentado por el miedo a un triunfo del sí y a discursos como el protagonizado por el ex primer ministro laborista Gordon Brown en la noche del miércoles.
En una brillante arenga de quince minutos, Brown alentó a los escoceses que se sienten también británicos a no esconderse. «Levántate, hazte oír y, por el futuro de Escocia, di no», imploró al auditorio. «Ni la bandera ni las calles os pertenecen», les dijo a los nacionalistas. «Nos pertenecen a todos».
A pesar de la polarización de ambos bandos, la jornada fue pacífica y discurrió sin sobresatos. Hubo colas a primera hora de la mañana en algunos colegios, pero la amplitud del horario (de 7 a 22 horas) permitió un goteo constante de votantes.
Para esta elección se abrieron 5.579 colegios electorales en la región, lo que en parte explica las largas horas que lleva el recuento de votos. «Lo que más me preocupa es que, gane quien gane, hay un 50% de escoceses que van a perder», explica a este periódico el párroco de la iglesia de Mayfield, un barrio acomodado de Edimburgo.
Todas las iglesias pertenecientes a la Iglesia de Escocia -una variante de la Iglesia de Inglaterra- han estado abiertas para que los votantes pudiesen reflexionar con calma y rezar por el futuro de la región. Algunas, como la de Mayfield fueron también colegio electoral, lo que dio a estos lugares una animación poco habitual. Las autoridades eclesiásticas no han tomado partido en la campaña electoral y han dejado votar en conciencia a sus seguidores.
La votación de ayer pasará a la historia como la más popular de cuantas se han celebrado nunca en Escocia. El 97% de los escoceses con derecho al voto se habían registrado para votar. Se espera que la participación final haya superado el 80%. Según las estimaciones de la BBC, se sitúa alrededor del 85%.
Muchos de los votos -789.024 en total- llegaron por correo, entre ellos el de Enrique, un ejecutivo español que prefiere no decir su nombre completo. Casado con una británica, vive desde hace seis años en Edimburgo. «Voté que no, pero me quedé con las ganas de votar que sí para hacer que el partido nacionalista se quede sin razón de existir», aseguraba ayer.
Gane quien gane, la vida de los escoses seguirá siendo la misma durante al menos 18 meses. «Esta noche voy a dormir tranquilo», decía Sean, un taxista local. «Yo he votado y es todo lo que podía hacer. Mañana cuando me levante escucharé las noticias y veré qué ha pasado», decía en tono pragmático. «Mi vida no va a cambiar a corto plazo, aunque me preocupa qué moneda vamos a tener», asegura tras insinuar que ha votado a favor del Si.
Otros no tienen tan claro que todo vaya a ser igual. Según varios sondeos, unos 700.000 escoceses se plantearían irse de su región si Escocia se convierte en un país independiente.
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