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Dr. Mario Zúñiga

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Dice un sabio adagio que un buen médico es aquel que trata la enfermedad, pero un gran médico es el que trata al paciente que tiene la  enfermedad. Por ello, si una palabra pudiera definir la personalidad del doctor Mario Zúñiga Ceballos, ésta sería la de humanista.


Y si a esa palabra le agregamos una serie de adjetivos que acompañen la personalidad del Dr. Mario, de manera indudable, estos serían:  profesionalismo, ética y trabajo, lo que se ha traducido en salvaguardar la vida de miles de pacientes a lo largo de su exitosa carrera. 

La combinación de todos esos factores han convertido al Dr. Mario Zúñiga Ceballos en un gran médico cardiólogo que goza de excelente  reconocimiento y reputación académica, el cual lleva a cabo sus labores profesionales practicando en su intervención toda la serie de conocimientos  adquiridos dentro su clínica particular situada en el edificio Pacifico, de la calle José Clemente Orozco en Zona Río.

La historia del doctor Mario, orgulloso tijuanense de nacimiento, es de esas personas que han fraguado la grandeza de esta ciudad, contribuyendo  a su detonación como líder en cuanto el turismo médico a nivel mundial. 

Nacido en los albores de 1960, proveniente de una familia que migró de Zacatecas, en entrevista con CAMPESTRE, el Dr. Mario rememora cómo  fueron sus inicios en el mundo de la cardiología, ese que representa la élite de la medicina. 

LA ELECCIÓN DE SER DOCTOR Y DEDICARSE AL CORAZÓN 

Todo se originó en Mexicali, cuando el doctor Mario, siendo todavía niño, vivió de cerca un percance familiar, en el que su padre sufrió un accidente  que le causó una herida en el corazón. 

“Cuando mi papá estaba grave, prometí que si él llegaba a salir adelante yo estudiaría medicina para ser cardiólogo y me dedicaría a salvar vidas”,  recordó, y nos compartió que su alto grado de fe, con el que acompañó la promesa originó, afortunadamente, que su padre lograra sobrevivir de aquel  evento. 

Pasado el tiempo, y tras regresar a vivir a Tijuana, luego de residir durante varios años con su familia en el Centro, California, el entonces adolescente  Mario daría sus pasos estudiantiles en el centro escolar Agua Caliente, para ingresar a la “La Poli”, ahí estudiar su secundaria, y después hacer lo mismo  en la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas. 

Siendo un notable alumno, arribó a la Universidad Autónoma de Baja California decidido a cursar la Licenciatura en Medicina, donde se forjó como  un “cimarrón con valores”. 

“En ese entonces, entre 1980 y 1982, fue cuando lo logré; en Tijuana no había cardiólogos de posgrado, y los que había venían de afuera, egresados  de la UNAM. 

Cuando llegué a la UABC, los maestros me preguntaban cómo era que iba a ser cardiólogo, señalándome la dificultad de irse a México sin conocer  a nadie, y yo sabía que lograría convertirme en uno, así que me propuse hacer rotaciones médicas en los institutos de salud más prestigiados de mi  país. Realicé mi especialidad en cardiología clínica en el Hospital Español”, contó. 

Posteriormente, el Dr. Mario Zúñiga Ceballos se decidió a cursar el posgrado en el área de cardiología intervencionista en el Instituto Nacional  de Cardiología (INC) en la Ciudad de México y un fellowship training en la prestigiosa Mayo Clinic. 

“En mi etapa de estudiante siempre vi que existió esa admiración y respeto de parte de mis maestros; en ocasiones me mandaban en jets particulares  para acompañar a los pacientes. Era agradable saber que los maestros me dieran la confianza de viajar con gente tan prominente y atenderlos en el  transcurso para llevarlos a Houston, al Hospital Metodista porque en México aún no alcanzábamos ese nivel de capacidad tecnológica. En cuanto a  excelencia de parte de cardiólogos, México se puede jactar de siempre haber contado con grandes especialistas, a la par de la escuela francesa y eso ha  sido lo que nos transmitió a todos nosotros el maestro Ignacio Chávez”, destacó. 

 DECIDIDO A ESTAR EN TIJUANA 

“A lo que aspiraba académicamente, lo lograba”, rememora, afirmando que, pese a todo ese bagaje y momentos que en ocasiones fueron  complicados, siempre tuvo a Tijuana en su mente. 

“Siempre tuve la ilusión de regresar y trabajar en Tijuana, aunque en su momento tuve la oportunidad de asentarme en Suiza o Brasil tras terminar  mi especialidad, decidí regresar a mi querida ciudad”. 

Por eso, no duda en sentirse complacido de servir a la comunidad binacional de ambas californias, donde durante más de dos décadas se ha  convertido en la principal opción de pacientes, que han visto en él un médico que sabe tratarlos a la perfección, no sólo por sus habilidades técnicas,  sino por el conocimiento de la idiosincrasia de californianos y mexicanos, llevándolo de la mano con su mística médica. 

 LO QUE ENCONTRARÁ SU PACIENTE 

Catalogado por pacientes y los mismos cardiólogos de la ciudad como una auténtica eminencia en su campo, el Dr. Zúñiga puede proporcionar  diagnósticos precisos y oportunos, además de tratamientos efectivos para cualquier padecimiento cardiaco. 


“A mis pacientes primero les tengo que brindar confianza y ética intachable; les ofrezco día con día las más altas actualizaciones en cardiología y  en todos sus ramos que son tan diversos”, refirió. 

Además, queda presente su compromiso como médico, ya que no duda ni por un momento en estar atento a cualquier emergencia. “Ser cardiólogo  es estar disponible las 24 horas del día, porque significa estar en una lucha contra causas clínicas más críticas, como la muerte súbita.” 

Con la solidez de la responsabilidad, ética y profesionalismo, envueltos en optimismo y dedicación hacia salvaguardar la integridad de las personas,  es como se desenvuelven las jornadas en su novedosa y moderna clínica. 

“Tenemos un staff de enfermería altamente capacitado, especializado en medicina clínica, terapia intensiva, reanimación cardiopulmonar,  capacitadas para intubar, soy muy estricto en la selección del personal que labora conmigo.

“Contamos con el gabinete de cardiología clínica no intervencionista, los más altos estándares de equipo médico para electrocardiogramas,  pruebas de esfuerzo, monitoreo de la presión arterial y arterial central, todos los equipos y estudios diagnósticos, ultrasonido cardíaco de alta  resolución, desfibriladores, marcapasos, todo lo que se necesita para salvar una vida, lo tenemos aquí”, agregando que es una regla entregar lo  mejor de él a la cardiología, ser muy perseverante y nunca sentirse derrotado o decaído. 

“Tijuana es uno de los destinos de turismo médico del más alto nivel, competimos con California, uno de los Estados más ricos del mundo en  ciencia y tecnología, entonces, me he desarrollado a la par, asistiendo a los congresos de más alto nivel académico científico. Me siento como pez  en el agua, siendo constante y perseverante, logró ofrecer la más alta calidad a mis pacientes en todos los sentidos”. 

 SU FAMILIA, SU PILAR 

Al tocar el tema de su familia, es imposible que el doctor Zúñiga no logre emocionarse, y más al saber que, con la dedicación que ha puesto a su  profesión ha logrado transmitirles a sus valores y amor a esta ciudad, lo que lo ha convertido en un padre que ahora puede observar el éxito de sus  hijos en sus carreras profesionales y en su día a día. 

“Tengo tres hijos extraordinarios, profesionistas, uno es cardiólogo y está siguiendo mis pasos, está a dos años de regresar de la CDMX para regresar  aquí a Tijuana, de donde es él; tengo otro hijo que es diplomático en la ONU y otro que es abogado del ITAM que labora en el INE. Todos, además de  ser grandes hijos y seres humanos, puedo presumir que son excelsos profesionales”, afirma orgulloso. 

“Mi esposa, Carmina Zúñiga y mis queridas hijas han sido una bendición en mi vida. Ella me ayuda también en la clínica. Es fácil trabajar con gente  que te ama y quiere, que está a tu lado. Siempre la familia me ha motivado a buscar nuevos horizontes, superarme y ser mejor cada día. Todo eso  siempre me ha permitido buscar mi sueño, salir adelante con esfuerzo, talento, astucia y buscar en la vida las oportunidades, porque sí de algo estoy  seguro, es que el futuro se lo forja uno mismo”, dijo, mientras una sonrisa escapaba de su rostro. 

A sus padres los recuerda como gente sencilla que le inculcaron la cultura del trabajo y esfuerzo. Tan fue así que ese esfuerzo fue lo que los haría  emigrar hacia Estados Unidos tras, previamente, llegar a Tijuana en la década de los años 60. 

“Somos nueve hermanos, todos están viviendo actualmente entre California y Arizona”, de quienes afirmó que de igual manera la vida y el trabajo  arduo los ha llevado a tener hijos exitosos. 

 SIN EL SENTIDO HUMANITARIO NO SE AVANZA 

La plática, indudablemente, llega hasta tocar pasajes de uno de sus grandes referentes, como lo fue su maestro Ignacio Chávez, a quien rememora  con gran admiración y recita una frase, que, asegura, siempre le quedó muy presente: “Inútil aquel ser humano, como aquel cardiólogo, que cree que  con la tecnología va a dominar la cardiología si, esencialmente, no está impregnado de un alto sentido humanitario”. 


Y vaya que se escucha fuerte, pero, en el fondo, sabemos que su mentor cargaba con toda la razón. Sin impregnar ese sentido real y esencia que  únicamente da el sentido humano en la profesión, lo que sucede es que cada vez el médico se aleja más de sus pacientes por la despersonalización  que provoca la tecnología y que muchos se aferran a tener. 

Por eso, el Dr. Mario refuerza ese trascendental punto con una máxima que puede ser aplicable para cualquier profesión: “Pese al avance tecnológico  que se vive, sin el sentido humanitario no se avanza”. Y nos comparte una de sus más grandes máximas: “La humildad y sencillez no es un deber, es una  obligación del ser humano”. 

Además, no objeta en señalar que en su profesión no toda ganancia es económica, “hay que dar, ayudar al prójimo. Una de mis mayores  satisfacciones es cuando las personas me agradecen mi labor, porque aquí se habla de la preservación de la vida humana, es un sentimiento muy  especial”. 

 SALVANDO VIDAS 

Es inobjetable que, a lo largo de estas décadas de praxis, han sido muchas las vidas que ha logrado salvar el Dr. Mario Zúñiga, sin embargo, antes  de llegar a ese punto, él mismo recuerda un episodio que se dio al inicio de la pandemia de COVID-19. 

“Estuve en terapia intensiva por el COVID al inicio de la pandemia, duré nueve días intubado, pero soy un hombre de fe, yo creo que me ayudó  mucho lo que yo he hecho por los pacientes. Así lo siento y creo que la medicina me ha regalado algo de lo que yo he dado y me volvió la vida. Así  que, si hay un parteaguas en mi vida, es ese punto, y ahora me siento con más ímpetu, ganas, dedicación y energía que nunca”. 

Por eso, al preguntarle si lleva un conteo de cuántas son las personas que ha salvado, él solo esboza una auténtica sonrisa de satisfacción. “Es difícil, me lo digo yo sólo, “una raya más al tigre”, me da una gran satisfacción ayudar y salvar vidas, porque yo hago todo lo humanamente  posible para lograrlo”. 

 SU QUERIDA TIJUANA 

No se podía dejar fuera de ésta charla el amor que el Dr. Mario profesa por su amada ciudad, Tijuana. 

“Siempre me he sentido muy orgulloso de Tijuana, de ser de aquí, de su gente, que es muy agradable y buena. Afortunadamente, conozco a grandes  personajes de la ciudad como Patricia Aubanel, quien es mi comadre, mi amiga y al Dr. José Hernández, Director General del Hospital Excel, y su equipo  médico quienes salvaron mi vida, dieron todo por mí. 

“Tengo muy buena relación con políticos, empresarios, amigos de todo tipo, licenciados, abogados, que como yo les doy, ellos también me dan  recíprocamente”, destacó. 

Tijuana es una tierra que da mucho a bastante gente, no debemos flaquear, pese a todo lo falso que se dice de ella; tenemos lo mejor de dos  mundos: ¡Estados Unidos y México! 

 CONSEJO A LOS LECTORES 

Antes de despedirse, el Dr. Mario invita a los lectores de CAMPESTRE a mantener hábitos saludables. “Lo más importante es la prevención, con  las medidas higiénico-dietéticas y actividad física; hay que examinarse y checar la presión arterial, la diabetes, la obesidad, arritmias cardiacas que  ahora, tras la pandemia, son muy comunes”, nos recomentó, recalcando que los malos hábitos de alimentación y sedentarismo son más graves que  tener alguna afección congénita. 

“Estamos aquí para servirles con un alto sentido humanitario”, finalizó el doctor Mario Zúñiga, un hombre que, en definitiva, es un orgullo para  Tijuana.

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