La coalición encabezada por Morena obtuvo un categórico triunfo en Baja California que, prácticamente, dejó sin aliento y sin argumentos a sus más cercanos competidores, el domingo 2 de junio, día de la elección. A todos los que participamos, de una manera u otra, en el siempre amenazado y a veces desairado territorio de la democracia, nos toca reconocer los resultados y felicitar al vencedor.
Como en pocas fechas electorales, Morena (y sus aliados), con Jaime Bonilla Valdez a la cabeza compitiendo por la gubernatura, arrasó en las urnas. A su triunfo se agrega la significativa victoria de Arturo González Cruz, en la alcaldía de Tijuana, más el resto de las presidencias municipales y las 17 diputaciones locales de mayoría relativa.
Lo que se dice coloquialmente, los morenistas “se llevaron carro completo”. Los números previos al conteo final indican el triunfo inobjetable de la Coalición encabezada por Morena en nuestro estado; sin embargo, hay indicadores que muestran otra realidad que, sin escamotear el triunfo obtenido hoy aquí, invita al examen y el análisis de los mismos morenistas, de la victoria del lopezobradorismo en Baja California, visto ahora desde el plano nacional.
En los comicios federales del 2018, el hoy presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, obtuvo en Baja California 918 mil 939 votos. En las elecciones del pasado domingo 2 de junio, con una participación de 29.8% del padrón estatal, Jaime Bonilla Valdez obtuvo aproximadamente 420 mil votos. Es decir, el lopezobradorismo perdió 498 mil 900 de un año a otro. (El resultado de la votación por Bonilla Valdez se obtiene con base a la siguiente operación aritmética: 2 millones 800 electores en Baja California, de los cuales fueron a votar el 29.8% del padrón, igual a 840 mil ciudadanos. De éstos, el 50%, aproximadamente, votó por el candidato de la Coalición triunfadora, que es igual a 420 mil electores).
Algo parecido ocurrió en Puebla, donde “ganando” el candidato morenista Miguel Barbosa, perdió 600 mil votos para la causa del presidente López Obrador, respecto de la elección presidencial del año anterior. Incluso, sin coalición, o sea de partido a partido, el PAN obtuvo 50 mil votos más que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), sin sumarle los votos del PVEM y el PT con los que ganó la gubernatura de ese estado.
Además, el partido del presidente López Obrador perdió de manera contundente las elecciones locales en Tamaulipas, Durango y Aguascalientes, rescatando el triunfo en Quintana Roo, también, en elecciones locales.
Con esos números y con un alto abstencionismo (en Baja California fue de aproximadamente 70%), a los candidatos, hoy gobernantes electos, no les queda más que ponerse a trabajar intensamente pues el tiempo apremia.
La reforma constitucional ordenó desde el 2014 una gubernatura de dos años, así que mal haría el nuevo partido dominante si se pone a contarnos anécdotas del poder y no a convencernos de que saben para qué es el poder, de acuerdo a la versión lopezobradorista: servir al pueblo.
Porque también todo indica que el desaire a las urnas de poco más del 70% de los bajacalifornianos no solo se manifestó el domingo 2 de junio, sino también en los días posteriores. El ánimo popular no se desbordó en las calles ni en los pasillos y claustros de la política ni del poder público, lo que indica que el “carro completo’’ de Morena en Baja California y muy particularmente en Tijuana, no reanimó la simpatía, mucho menos la pasión política de las mayorías.
FRASE DESTACADA: Contundente victoria de Morena en Baja California y a trabajar que el tiempo apremia.
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