Los desafíos de ingeniería para la construcción del nuevo aeropuerto representan retos que pocas veces se han visto a nivel mundial; sin embargo, Raúl González Apaolaza, director corporativo de Infraestructura del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México SA de CV (GACM), el cual estará a cargo del proyecto del nuevo aeropuerto capitalino, aseguró a El Economista que México ha tenido grandes obras de infraestructura, hidráulicas, de comunicación, eléctricas, etcétera, que han consolidado el reconocimiento de la ingeniería mexicana en el mundo. “A partir de los años 30 hubo un esfuerzo extraordinario que demostró al mundo que México tenía la capacidad para sustentar a la industria petrolera, años después destaca la construcción de Ciudad Universitaria, donde se conjugó el esfuerzo de arquitectos e ingenieros que lograron armonizar un esfuerzo que ahora es Patrimonio de la Humanidad; también el Sistema de Transporte Colectivo Metro, que durante muchos años se pensó que era imposible construir por las características del subsuelo, sin embargo, se logró convencer al entonces regente de la ciudad, Alfonso Corona del Rosal, de que la ingeniería mexicana estaba capacitada para construir en un terreno difícil como lo tiene la ciudad de México”, mencionó. Éstos son ejemplos de que la ingeniería mexicana ha construido en terrenos difíciles y ha superado los desafíos, por ello, cuando vienen las interrogantes sobre porqué construir el nuevo aeropuerto en el ex lago de Texcoco, González Apaolaza responde que así como se construyó el actual aeropuerto, que tenía condiciones muy similares al nuevo, la ingeniería mexicana podrá resolver cualquier problema. Aunque detalla que por supuesto se tienen que cuidar “hundimientos e inundaciones, pero siempre se requiere de mantenimiento constante en cualquier edificación, pues se van a presentar problemas sobre la marcha”. En el campo de la geotermia hay un reconocimiento para los mexicanos como los mejores del mundo en suelos blandos, “no hay nadie que tenga la experiencia de nosotros con extraordinarios investigadores y académicos en el Instituto de Ingeniería de la UNAM, los mejores geotecnistas y expertos en la Iniciativa Privada, como Enrique Santoyo; se tienen técnicas para resolver el problema del subsuelo y las sedimentaciones. Grandes edificios de 40 o 60 pisos solventados por técnicos y especialistas nacionales son prueba viviente de que la ingeniería mexicana podrá con la obra del aeropuerto”, continúa el experto.
Estudios
En la primera etapa de la construcción del aeropuerto referente al subsuelo, se pretende que la ingeniería mexicana juegue un papel fundamental, posteriormente vendrán otras etapas como la construcción de las pistas. Actualmente se llevan a cabo siete tramos de pruebas con técnicas diferentes a propuesta del Instituto de Ingeniería de la UNAM, que darán información para determinar la mejor opción de los materiales y tipos de concreto para su construcción. Con este estudio de medición que tiene calidad mundial, se tendrá el referente para el comportamiento de cada técnica en los problemas constructivos, de mantenimiento y, fundamentalmente, los costos. “Estoy orgulloso de saber que estamos en buenas manos. Si esto no es ingeniería mexicana, no sé cuál sería la respuesta”. Fundamentalmente, la “ingeniería en detalle” estará a cargo de mexicanos: donde interviene la cuestión estructural, cimentación, informática, mecánica, seguridad, eléctrica, con lo que se podrá definir perfectamente los sistemas de alumbrado más adecuado, los centros de carga, las subestaciones y los sistemas de control.
Innovaciones
En algunos casos se requiere de la asesoría extranjera, como ejemplo, el movimiento de maletas, el cual es un sistema muy complejo y que ha sido el talón de Aquiles de muchos aeropuertos en el mundo. Este sistema mecanizado que mueve cientos de miles de maletas al día de forma automatizada en el menor tiempo y debajo de un túnel no se ha hecho en México, y por consiguiente alguien más vendrá a indicar la mejor forma de realizarlo. La innovación más importante también está en el diseño que proponen Norman Foster y Fernando Romero, el cual consiste en una doble edificación, una gran cúpula con su propia cimentación, e internamente se harán otras construcciones con su propia estructura. “Una construcción de esta magnitud en el país nunca se ha construído”, de acuerdo con el director corporativo de Infraestructura de GACM. González Apaolaza aseguró que esta edificación se hará con materiales mexicanos que incluso se exportan. Ejemplificó que estará conformada por tubos que van atornillados en lugar de ir soldados y que absorben el movimiento en caso de un fuerte sismo. “Es una estructura flexible que da un alto grado de seguridad”. También la primicia estará en las pistas, la cuales serán seis, mucho más anchas que las actuales y las plataformas para conectar una con otra son de mucha precisión. El diseño de este sistema es muy complejo y requiere software muy avanzado que en México no se tiene, pero se “requiere trabajar en equipo con otros especialistas de la mano con ingenieros mexicanos expertos en aeronáutica que trabajan en el extranjero y quieren regresar a este proyecto”, dijo.
Certificación LEED Platinum
Para este proyecto se pretende utilizar energía limpia que provenga de fuentes no contaminantes como biogas, paneles solares, de viento, todas traídas de diferentes puntos de la República. Este y otros aspectos se están considerando para obtener la certificación Leed Platinum, que es un método de evaluación de edificios verdes, con pautas de diseño objetivas y parámetros cuantificables. Es un sistema diseñado en EU que mide entre otras cosas el uso eficiente de energía, el agua, la correcta utilización de materiales, manejo de desechos en la construcción y la calidad del ambiente interior en los espacios habitables. Para certificar un proyecto LEED, las estrategias de diseño y construcción sustentables deben ser incorporadas en la etapa más temprana del proyecto y deben considerar la participación conjunta de todos los actores, incluyendo propietarios, arquitectos, ingenieros, paisajistas, constructores, etcétera. Ahora, el nuevo aeropuerto capitalino está en una etapa de diseño, por lo que está en momento de entrar a la certificación. Se llevará meses tener los proyectos ejecutivos, definir el proceso constructivo y cuál es la mejor alternativa, pero la prioridad será involucrar a los profesionistas mexicanos, estudiantes nacionales y empresas del país para lograr esta certificación y la construcción en general de este proyecto.
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