Estimado Tim:
Tu compatriota T.S. Eliot decía que “los poetas inmaduros imitan, los poetas maduros roban, los poetas malos desfiguran lo que toman y los buenos poetas lo convierten en algo mejor o al menos diferente”. Has sido capaz de desarrollar el siguiente paso de uno de los mejores inventos del siglo XXI –amén de un reloj supersónico–, lo que evidentemente te sitúa en la última categoría que mencionamos. Si empleamos un criterio tecnológico, tu condición es la del buen poeta. Pero ciertos aspectos de tu personalidad te conducen de forma irremediable a la base del pedestal, la de los poetas inmaduros que imitan o la de los poetas malos que desfiguran lo que toman. La buena noticia es que tenemos las claves para que puedas zafarte de las cadenas que te impiden brillar como Steve, tu preceptor. Disculpa el atrevimiento, pero convendrás con nosotros en que las siglas de la revista que encabezan esta página merecen ser al menos escuchadas.
Eres el responsable de los artefactos tecnológicos más bellos del mundo, una circunstancia que te faculta de sobra para mostrar al mundo tu verdadera personalidad. Amigo Cook, tú no eres Steve Jobs. Ni falta que hace. No te vistas como él y no te expreses como él. Deja a un lado el estilo de otros y muéstranos tu mejor cara. No queremos otro Jobs, necesitamos la mejor versión de Cook. A nadie le importa si la mujer del César es decente o indecente, lo que todo el mundo espera es que guarde las apariencias. Resulta que aun siendo tan capaz como tu predecesor, has optado por dejarte arrullar por las sombras estéticas de éste. La moda, la música, la literatura y otras disciplinas son una fuente inagotable de versiones, duplicados, fotocopias y reproducciones. Pero a la hora de la verdad el original se impone a todos. Por lo tanto, sé tu mismo. Olvida a Jobs. Olvida sus camisetas de cuello vuelto de Issey Miyake –secreto revelado porWalter Isaacson en su biografía–, los vaqueros Levis 501 y las zapatillas New Balance.
Jobs era coherente con su forma de vestir, venía de donde venía y su aspecto era toda una declaracion de intenciones. Pero no nos engañemos, hace tiempo que Apple dejó de ser una firma ‘indie’, luego las exigencias que te impones a la hora de hablar en público deberían ser otras. ¿Qué necesidad tenías de enfundarte en una camisa arrugada y unos pantalones tan tristes el día de la presentación del iPhone 6? Por cierto, nos encantaron tus zapatillas Nike. Pero, ¿qué pintabas con ellas? Llevabas unas gafas que ya eran viejas hace diez años y una camiseta interior que se podía adivinar desde el cuello de tu camisa. Esas extravagancias eran cosa de Jobs, y sólo suyas. ¿Acaso no sería mejor que optaras por un traje –con o sin corbata– y unos zapatos?
Jobs era coherente con su forma de vestir, venía de donde venía y su aspecto era toda una declaracion de intenciones ”
Nos cuesta horrores comprender el empeño de una firma tan obsesionada con el diseño por vestir a sus máximos responsables de forma tan inadecuada. No hay nada ‘cool’ en ponerse un traje para ir a la playa, pero tampoco existe ninguna razón por la que debas ponerte lo primero que pillas el día en el que todo el mundo posa sus ojos sobre ti. Lo que más nos ofende es que sabemos de buena tinta que no hay nada espontáneo en tu ‘look’. Sabemos que todo forma parte de una estrategia perfectamente trazada, una circunstancia que nos llena de estupor. Exigimos mucho a Apple, quizás demasiado. Pedimos teléfonos bonitos y avanzados, buenos precios y menos endogamia. Pero quizás ha llegado la hora de pedir algo más tonto, una petición lábil: unos mimos al respetable y una camisa planchada, ya ves.

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