By Hay perfumes que simplemente huelen bien. Y luego están los que narran una historia. Bal d’Afrique, de Byredo, pertenece a esa estirpe rara y sofisticada que no solo se lleva sobre la piel, sino también en la memoria.
En un clima como el de Baja California, bañado por brisas mediterráneas, limpios cielos azules y atardeceres incendiarios, esta fragancia es una elección tan natural como exquisita.
Nacido de la mente inquieta de Ben Gorham, Bal d’Afrique es una carta de amor embotellada, no únicamente a África, su gente y sus paisajes, sino también al acto mismo de viajar, de mezclar culturas, de coleccionar sensaciones.
Desde su salida cítrica, compuesta de bergamota chispeante, caléndula africana y un toque de buchú, hasta ese corazón floral y terroso de ciclamen y violeta, la fragancia propone una travesía sensorial que podría comenzar en los viñedos de Valle de Guadalupe durante una tarde cálida, con el sol acariciando la piel y el vino jugando con la lengua, y terminar en una cena en Tijuana, donde los platos hablan idiomas distintos y la noche se prolonga entre luces tenues y conversaciones largas.
Bal d’Afrique es unisex, sí, pero más que eso es universal. No pide permiso ni explica su presencia. Tiene la capacidad de adaptarse al cuerpo de quien lo usa como si siempre hubiera estado allí.
En mujeres, se siente envolvente y libre, sin caer en clichés florales. En hombres, despliega una elegancia que no grita, pero se impone. Su fondo amaderado de cedro y vetiver, mezclado con el dulzor profundo del haba tonka, deja una estela que no pretende conquistar, pero lo consigue.
Es un perfume para recordar, y en un lugar como Baja California, donde el desierto se encuentra con el mar y las culturas se cruzan como el vino y la cocina, Bal d’Afrique encuentra su hábitat natural. No necesita ocasión, unicamente una piel dispuesta a contar historias.
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