Después de casi cuatro décadas como directora de Vogue Estados Unidos, Anna Wintour anunció su salida del cargo este 25 de junio durante una reunión con el equipo editorial de la revista.
La noticia, confirmada por el consejero delegado de Condé Nast, Roger Lynch, marca un momento histórico para la industria de la moda y el periodismo cultural.
A sus 75 años, Wintour cierra un capítulo determinante, pero continuará en el grupo como directora global de contenidos de Condé Nast y directora artística del conglomerado editorial, funciones que ha venido ejerciendo desde 2020. Su influencia, por tanto, no se retira, sino que se reorienta hacia la supervisión de todas las ediciones internacionales de Vogue, a excepción de The New Yorker.
La búsqueda de su sucesor o sucesora ya ha comenzado, en un contexto donde la revista enfrenta nuevos retos frente a una generación digital y cambiante. El liderazgo que Wintour ejerció desde 1988 redefinió no solo la estética editorial de la moda, sino también su papel como espejo cultural y político.
Desde su primera portada —una imagen transgresora de la modelo Michaela Bercu con un suéter de alta costura y jeans de 50 dólares—, Wintour impuso una visión vanguardista que rompió con los cánones tradicionales del lujo. Bajo su batuta, Vogue dejó de centrarse exclusivamente en la moda para incorporar reportajes sobre temas sociales, celebridades y cultura pop, en una estrategia que amplió su relevancia y alcance.
Su estilo característico —corte bob, gafas oscuras y una elegancia minimalista— la convirtió en un ícono en sí misma. Más allá de la revista, su figura ganó aún mayor notoriedad tras el estreno de El diablo viste de Prada (2006), película inspirada libremente en su persona, que popularizó una imagen de liderazgo exigente en el mundo editorial.
Además de su influencia estética, Wintour consolidó su papel institucional al frente del Instituto del Vestido del Museo Metropolitano de Nueva York, siendo la principal impulsora de la Met Gala, el evento benéfico más importante de la moda global. También fue clave en el lanzamiento de nuevos talentos del diseño, convirtiendo a Vogue en una plataforma de consagración para generaciones de creadores.
Antes de su paso por la edición estadounidense, dirigió Vogue UK y fungió como directora creativa de la publicación a nivel global, consolidando una carrera editorial sin precedentes. Su legado no se mide solo en páginas o portadas, sino en la forma en que redefinió el rol de la moda como narradora de los tiempos.
La transición en la dirección de Vogue USA marca un punto de inflexión, no solo para Condé Nast, sino para toda la industria editorial.
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