A diferencia de lo que ha sucedido con la captura de grandes capos de la droga como El Chapo Guzmán, El Chayo, los hermanos Treviño o Servando Gómez La Tuta, las fuerzas federales no tuvieron la información de inteligencia adecuada para enfrentar a Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho.
Sorprende no sólo por el estilo de operativos anteriores en los que incluso no ha sido necesario disparar un solo tiro para someter a un narco de alto nivel, sino porque el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) tenía datos de que se trataba de la organización criminal más peligrosa de México y porque la Procuraduría General de la República recibió hace más de un año y medio información que ubicaba el rango de peligrosidad del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Es claro, El Mencho, uno de sus líderes, fue avisado de que irían por él en algún momento del fin de semana. Fuentes federales culpan a las autoridades locales de estar infiltradas, si no es que amenazadas y/o corrompidas, y calculan que de ahí salió el pitazo.
En contraste, informantes estatales sospechan que la Policía Federal —no la Gendarmería, hacen la clara precisión— fue la que traicionó al Estado y avisó al narcotraficante.
En lo que las fuentes de ambos niveles de gobierno coinciden es en diagnosticar que El Mencho está en el clímax de su poder y que en las ocasiones en que han estado a punto de atraparlo su respuesta ha sido idéntica: activar una serie de células que secuestran vehículos particulares para quemarlos obstruyendo la vía pública y realizan actos vandálicos contra establecimientos comerciales, como gasolineras y bancos.
Así sucedió el viernes y sábado en Jalisco y sus estados limítrofes de Michoacán, Colima y Guanajuato. Ha sido la jornada más intensa de narcobloqueos en la historia.
Según la información estatal y federal, esta organización criminal, catalogada como la más rica y mejor armada de la escena actual, echa mano de sus distribuidores de droga por la región y a cambio de cuotas que no superarían los mil pesos por persona, organiza los narcobloqueos.
Este tipo de acciones tiene varios objetivos: obstaculizar con vías cerradas y tráfico el traslado por tierra de fuerzas federales, dificultar la operación de helicópteros que reducen su visibilidad debido al humo negro en el cielo, generar una sensación de caos que enoje a la ciudadanía contra el gobierno, abrir muchos frentes de alerta —fueron 54 el viernes— que deban atender distintas instituciones de seguridad y protección civil, y exhibir su penetración territorial, dominio y poderío con el objetivo de amedrentar a la población y a quienes los persiguen.
Historias de Reportero / Carlos Loret
Comments