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Jessica Lange: En la vida me he hecho un selfie

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Pese a llevar prácticamente 24 horas sin dormir, recién llegada de Nueva York y con «jet lag», la actriz Jessica Lange presentó hoy en Barcelona (noreste de España) la exposición «Unseen», la más amplia organizado en España con su obra fotográfica, actividad que es más que un «hobby» para ella. 

En el marco de la feria del libro de arte y diseño Arts Libris 2015, se presentarán en el Arts Santa Mònica, hasta el próximo mes de junio, un total de 111 instantáneas en blanco y negro de la norteamericana, tomadas siempre con su Leica. 

Tomadas en México, un país con el que tiene una «conexión muy intensa», su Minnesota natal, Nueva York, Rusia, Finlandia e Italia, son retratos de lo que ve en la calle, fogonazos que le llaman la atención, sin preparar y basados en su instinto. 

«Desde hace años estoy fascinada por la fotografía, especialmente en blanco y negro; no recuerdo el momento del ‘flash’, cuando empecé en los sesenta o los setenta, pero es algo maravilloso. Al contrario que actuar, es algo privado, íntimo y solitario, especial», argumenta. 

Pese a ello, reconoce que fotografiar sí tiene concomitancias con el cine, puesto que hay que estar siempre observando, mirando, sin que se escape nada. 

La cámara la considera una extensión de sí misma y la que lleva nunca es digital, porque entiende que se quedaría «en la superficie», mientras que el papel tiene algo de mágico, por el hecho de que permite «emerger» a las imágenes. 

En «Unseen», un concepto que se refiere al hecho de que no se la vea en las fotos, aunque siempre esté detrás, se constata que le gusta ser «anónima, invisible». 

Por otra parte, confiesa que en los últimos tiempos ha descubierto en este campo los «fotograbados», que ha utilizado con imágenes de México. 

Preguntada sobre qué le parece la moda impuesta en todo el mundo de tomarse selfies y colgarlos en las redes sociales, la actriz de «Tootsie» o «Frances» dijo, entre risas, que mejor no pronunciarse sobre lo que piensa realmente de ellos. 

De toda manera, sí señaló que no puede entender la «fascinación» que sienten muchas personas hacia ellas mismas, algo que es narcisismo puro y que «no tiene nada que ver con la fotografía». 

«En la vida me he hecho un selfie. Para mí es un gran misterio todo este nuevo mundo de las nuevas tecnologías y el hecho de colgar fotografías. ¿A quién le importan?», se preguntó. 

En cuanto a su pasión por México -dos series de la exposición se centran en este país-, indicó que es un lugar en el que siempre se siente bien y que le despierta todo tipo de emociones. «Es uno de los países más mágicos del mundo, por su luz, por la vida en la calle, por su gente. Su misterio, su magia, me apasionan», apostilló. 

Respecto de sus influencias en este ámbito, desveló que le gustan los fotógrafos clásicos, en blanco y negro, desde Cartier-Bresson al mexicano Manuel Álvarez Bravo o Josef Koudekla, Walker Evans, William Egglestone y Stephen Share. 

La exposición en el Santa Mònica se ha llevado en parte a cabo porque la directora del Arts Libris, Rocío Santa Cruz, vio una de sus imágenes en casa de la cineasta Isabel Coixet, quien posee una importante colección de fotografías, muchas de ellas de parques de atracciones, unos lugares que no le gustan precisamente. 

Que no se extrañe nadie si mañana se cruza con Jessica Lange en plena Rambla de Barcelona, entre las paradas de libros y rosas. Viaja con su inseparable Leica y quizá la fiesta barcelonesa de Sant Jordi, en el Día del Libro, le proporcione una nueva serie fotográfica, como la que ya protagoniza el Día de Muertos en México.

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