Mientras otros niños eran cobijados, Jonathan corría hacia la zona del desastre. Junto con los vecinos de la calle 16 de Septiembre, el menor formó parte de la labor de rescate de personas atrapadas entre los escombros de la explosión del Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa.
Llegó al lugar con cubetas y palas, formando parte de la cadena humana que se pasaba de mano en mano a los bebés para rescatarlos.
Para su mamá, Jonathan es un ángel, pero para el jefe de los rescatistas Topos, el menor es un diamante que representa todo el espíritu del grupo. Jonathan Tobón sólo tiene 11 años y por su labor heroica ya es miembro honorario de la Brigada Internacional de Rescate Topos Azteca.
La imagen que Valeria Tobón no puede sacarse de la mente, es la de el pequeño Jonathan dirigiendo a los paramédicos hacia la explosión.
“Venía corriendo delante de las ambulancias, dirigiéndolas porque domina el lugar y aquí es muy difícil el acceso”, cuenta la madre de 29 años, quien dice agradecer a Dios por el niño que le ha dado, Jonathan va en quinto año de primaria, en la escuela José Arturo Pichardo, con una beca de Niño Talento del DIF.
Además de tener una madurez impresionante, Valeria dice que su capacidad de respuesta en una situación de esta magnitud, la dejó impresionada.
En platica con el jovencito, expresa: “Estábamos sacando escombro cuando vi a un bebé. Lo tomé y se lo di a un policía. Dice, que Él iba corriendo para sacarlo, pero se tropezó. En lugar de caer de frente cayo de lado para protegerlo y se lastimó. Se levantó y siguió corriendo”, dice aquel cuyo único pensamiento en ese momento, era el de ayudar.
En medio de granaderos custodiando el lugar y a 600 metros de los escombros que son removidos por máquinas, frente a su propia casa, Jonathan recibió ayer de manos del presidente de la brigada, una playera y un casco que representan la condecoración de un joven topo, que a su corta edad tiene la espontanea idea de ayudar.
“Es un niño diamante que representa la fe y la esperanza. Trabajó arduamente arriesgando su vida sin esperar nada a cambio y por eso me honra que ya forma parte de los topos voluntarios honorarios”, dijo Héctor Méndez, minutos después de entregarle el reconocimiento especial.
Es el hijo mayor, tiene dos hermanas, de 6 y 8 años, es también el orgullo de su familia. Porta una playera naranja que representa su valor, a pesar del miedo que sintió de que en cualquier momento explotara de nuevo el hospital.
Por eso, el niño que anhela llegar a ser médico forense, se aferra a su playera a la vez que ya se siente parte de la brigada.
“(La playera) me la dieron los topos porque ahora soy un topo honorario y salvo gente como ellos lo hacen”.
Staff Campestre
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