By En la ciudad de Los Ángeles California, aquí cerquita de Tijuana, el departamento de Policía en conjunto con el alcalde de la ciudad, Eric Garcetti, se dieron a la tarea de convocar a la ciudadanía para que entregara sin investigación alguna las armas que tienen en su casa y que representan un peligro para la sociedad, a cambio de una tarjeta de Regalo.
Es el sábado por la mañana en el barrio de Van Nuys, al norte de Los Ángeles. Un Ford Focus blanco entra en un aparcamiento en el que hay un tenderete de la Policía de la ciudad. La conductora baja la ventanilla, saluda y tiene una pequeña conversación con un agente. Otros dos policías se acercan al maletero del vehículo, lo abren, y empiezan a sacar escopetas. En total, cuatro rifles, una escopeta y un revólver. La señora recibe un “gracias, buenos días”.
“Era una colección de mi marido”, explica la señora a EL PAÍS. “Murió hace 10 años y desde entonces me había querido deshacer de ellas”. La policía no le ha preguntado su nombre, ni ha anotado su matrícula, ni hará exámenes balísticos a estas armas para ver si están relacionadas con un crimen. En cuanto abandona el aparcamiento, esta mujer ha dejado atrás un montón de problemas, pasados o futuros. Este el sistema por el que la Policía de Los Ángeles ha recuperado ya más de 13.600 armas no deseadas por sus dueños y, según sus responsables, ha sido clave para la reducción en el número de crímenes violentos en la ciudad
El programa de entrega anónima de armas comenzó en 2009 y se hace dos o tres veces al año. Su objetivo es que la gente pueda deshacerse de las armas no deseadas, algo que no es tan sencillo, con la seguridad de que no les van a preguntar ni su nombre. De las armas solo se comprueba si son robadas, y en tal caso se ofrecen a su dueño original. Todas las demás son destruidas.
“Es importante recordar que estas son armas no deseadas, que no valen para nada y pueden acabar en malas manos”, dijo el jefe de policía de Los Ángeles, Charlie Beck, en rueda de prensa el lunes para presentar los resultados del programa. Beck aseguró que esta iniciativa, junto con otras, ha contribuido de forma decisiva a reducir las víctimas de armas de fuego en la ciudad de 2.000 al año hace cinco años a “menos de 1.000”.
Este año, hasta esta semana, en el condado de Los Ángeles se han registrado 535 homicidios, 389 de ellos con arma de fuego, según el recuento diario que hace Los Angeles Times. “Las armas sin uso se cobran vidas”, dijo Beck.
Entre las armas que salieron de la circulación el sábado, había 362 pistolas, 228 rifles, 140 escopetas y 41 rifles de asalto. Estos últimos son armas prohibidas en California. Alguien entregó a la policía siete rifles AK-47 nuevos, sin usar. No se le hizo ni una pregunta. Nadie comprobará de dónde han salido.
A cambio de sus armas, los ciudadanos angelinos recibían una tarjeta regalo del supermercado Ralph’s. Por un arma pequeña, 100 dólares. Por un arma de asalto ilegal, 200 dólares. El dinero sale del presupuesto del Ayuntamiento, que en esta ocasión tenía 70.000 dólares disponibles.
Hay muchas maneras de que alguien se encuentre con un arma “no deseada” en casa. Quizá antes no tenía hijos, y ahora que los tiene ya no quiere un arma en casa para evitar accidentes. Puede ser una herencia, como la mujer del Ford blanco. Un agente comentaba que esa es la típica ciudadana que puede ser víctima de un robo, porque sus amigos y familiares saben que esas armas están ahí y no las va a echar de menos. “La gente se encuentra con una colección de su padre y no sabe qué hacer con ella. O de pronto tienes niños. Las situaciones cambian”, dijo el lunes el alcalde de la ciudad, Eric Garcetti.
Staff Campestre
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