Las autoridades de Hong Kong iniciaron este jueves la evacuación del principal campamento de los manifestantes prodemocracia, para acabar así con más de dos meses de protestas. Docenas de trabajadores empezaron a desmantelar las barricadas en un extremo del campamento, situado en Admiralty, en el corazón de la ciudad, mientras que centenares de manifestantes aguardaban una intervención policial.
Los alguaciles leyeron ante los manifestantes una orden de evacuación que se apoya en una sentencia de la Alta Corte de Hong Kong, y les dieron dos horas, hasta las 11:00 (03:00 hora GMT) para abandonar el lugar.
El campamento de los militantes prodemocracia, que luchan por la instauración de un verdadero sufragio universal, está situado en medio de una autopista de nueve vías, uno de los grandes ejes de tránsito de la ex colonia británica.
El campamento fue instalado hace once semanas, y perturbó fuertemente la movilidad de los habitantes del enclave, hasta que una compañía de transportes presentó una demanda que fue aceptada por la Alta Corte. «Este no es el fin del movimiento. El despertar político entre los jóvenes es irreversible y continuaremos luchando» explicó una de las líderes de los manifestantes, la diputada Claudia Mo, a la AFP.
«No me cansé (del movimiento). Nunca me cansaré, solo el gobierno está cansado» aseguró Alice, una estudiante de 19 años. El inicio de las protestas se gestó en septiembre, cuando las autoridades comunistas chinas insistieron en que los candidatos a las elecciones de 2017 sean aprobados por un comité oficial.
Jóvenes estudiantes salieron a las calles para frenar lo que consideran una farsa electoral. A ese reclamo político pronto se unieron otras demandas, como la falta de alojamiento o la creciente desigualdad económica en la sociedad hongkonesa. «Me siento triste porque no hemos conseguido nuestro objetivo, pero creo que puede haber progreso en el futuro» declaró Dubi, un trabajador del sector sanitario de 23 años.
A las manifestaciones, que en ocasiones degeneraron en choques abiertos con la policía, se unieron hasta 20 diputados de la asamblea local de Hong Kong. Otro campamento, en Mongkok, la parte continental de Hong Kong, ya fue evacuado a finales de noviembre.
Uno de los principales hombres de negocios del sector de los medios de comunicación, Jimmy Lai, crítico con Pekín, aseguró que se quedaría en el campamento «hasta que me arresten». Los líderes del movimiento pidieron a los manifestantes a quedarse en Admiralty, un barrio donde también están situadas las principales sedes gubernamentales, pero con una actitud no violenta.
«En estos momentos no lucharemos y resistiremos pacíficamente para que los miembros del público sepan que este grupo de personas hacen desobediencia civil. No son un grupo de alborotadores, respetan el estado de derecho», aseguró el líder estudiantil Alexander Chow, de la Federación de Estudiantes de Hong Kong.
En su momento álgido el movimiento congregó a decenas de miles de personas en las calles de la ciudad, pero el apoyo popular se desvaneció ante las dificultades para moverse en la ciudad.
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