Trece años después de los ataques del 11 de septiembre del 2001, se suponía que a esta altura Irak manejaría sus propios asuntos y que el grueso de los soldados enviados a Afganistán ya no realizarían misiones de combate. Los estadounidenses, sin embargo, se preparan para otra escalada militar en una región donde una guerra da paso a otra. Toda una generación se ha criado a la sombra de estos conflictos y no se ve la luz al final del túnel.
«La Guerra Fría tomó 45 años», expresó Elliot Abrams, veterano diplomático que fue uno de los principales asesores del presidente George W. Busn hijo sobre el Medio Oriente. «Es probable que ahora suceda lo mismo. Cuesta vislumbrar el final».
Por ahora el presidente Barack Obama parece tener apoyo de los dos grandes partidos antes de anunciar sus planes de expandir las operaciones contra el Estado Islámico que ha tomado el control de grandes sectores de Irak y Siria. Su gobierno advirtió que esta campaña podría tomar varios años.
A corto plazo, la opinión pública está con él: una nueva encuesta del Washington Post-ABC News indicó que el 71% de los consultados apoya los ataques aéreos contra combatientes del Estado Islámico, comparado con el 45% de junio. A largo plazo, una encuesta del Centro de Investigaciones Pew y USA Today hecha el mes pasado señaló que la mayoría de los estadounidenses considera que el mundo es cada día más peligroso y espera que la influencia del Islam aumente en lugar de disminuir.
Desde mediados del 2001, Estados Unidos y sus aliados han librado guerras con organizaciones islámicas, incluidos el Talibán y al-Qaida o agrupaciones allegadas en Yemen, Somalía y otros sitios.
De hecho, algunos analistas creen que el conflicto se remonta más atrás todavía, al atentado contra las Torres Gemelas de 1993 en Nueva York y a un ataque de 1983 en el que murieron 241 soldados estadounidenses en el Líbano. El historiador militar Max Boot opina que el punto de partida fue la revolución que derrotó al cha de Irán en 1979, durante la cual fue tomada la embajada estadounidense en Teherán y su personal permaneció 444 días como rehenes.
«Por primera vez comprendimos la amenaza del extremismo islámico», comentó Boot, colaborador del Consejo de Relaciones Exteriores y quien fue asesor en varias campañas presidenciales republicanas. «No le hicimos frente. Tratamos de ignorarla mientras fue posible. Pero después del 11 de septiembre, ya no podíamos seguir ignorándola».
Los ataques del 11 de septiembre desencadenaron la invasión de Afganistán por parte de Estados Unidos y sus aliados, con el objetivo de desmantelar la base de operaciones de al-Qaida y derrocar al régimen del Talibán. Si bien este último objetivo se logró rápidamente, el Talibán ha venido librando una guerra desde entonces.
En el 2003, Estados Unidos encabezó una invasión de Irak apelando a varios argumentos y como parte de la «guerra global contra el terrorismo». El dictador iraquí Saddam Hussein fue capturado, juzgado y ejecutado, pero también en este caso surgió una insurgencia desde varios sectores, entre ellos aliados a al-Qaida y militantes suníes que fueron los precursores de la organización conocida hoy como Estado Islámico.
«Estados Unidos falló tanto en Afganistán como en Irak, pero esta vez las cosas podrían ser distintas porque el Estado Islámico representa una amenaza grave para estrechos aliados de Estados Unidos en la región que no pueden defenderse por sí mismos», opinó Wathiq al-Hashimi, director del Centro de Estudios Estratégicos al-Nahrein de Bagdad.
Ibrahim Hooper, del Consejo de Relaciones Estadounidense-Islámicas de Washington, por su parte, considera que muchos de los conflictos del Medio Oriente se hubieran evitado o atenuado si el gobierno estadounidense hubiera estado menos dispuesto a tolerar regímenes autoritarios y más dispuesto a criticar las políticas de Israel hacia los palestinos.
«Nuestras políticas contraproducentes han creado un vacío político en el que ISIS puede florecer», señaló, usando el nombre con el que es conocido el Estado Islámico. «Sin injusticias masivas en la región, no existirían».
James Jay Carafano, de la Fundación Heritage, de tendencia conservadora, en cambio, acusó a Obama de «levantar el pie del pedal» al retirar los soldados estadounidenses de Irak en el 2011, envalentonando a los combatientes del Estado Islámico.
Expertos en el Medio Oriente dicen que cuesta pronosticar una victoria total de Estados Unidos y sus aliados a corto plazo.
«Está claro que los estadounidenses están dispuestos a iniciar lo que se perfila como una guerra en la que no se vislumbra un final rápido», afirmó Hilal Khashan, profesor de ciencias políticas de la Universidad Americana de Beirut. «Los estadounidenses saben cómo empezar una guerra, pero no saben cómo terminarla».
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