En sus 97 años en este mundo, Louis Zamperini, fallecido este miércoles de neumonía en Los Ángeles, tuvo tiempo para vivir muchas vidas. En una, llamó la atención de Hitler por su desempeño como atleta; en otra, sobrevivió a mes y medio a la deriva en pleno Pacífico, pero para ir a caer en manos de un notorio verdugo nipón de la II Guerra Mundial; en la tercera, el evangelista más célebre de nuestra era le ayudó a resurgir de sus cenizas y se convirtió en inspiración de una producción de Hollywood en la que han participado varios de los nombres con mayor relumbrón de la cinematografía actual.
Nacido en 1917 en una familia de inmigrantes italianos en Olean, en el Estado de Nueva York, a los dos años se trasladaron a California. Como ni él ni ningún miembro de su familia hablaba inglés, Zamperini estuvo con frecuencia en el visor de los abusones, por lo que su padre le enseñó a boxear. Pronto fue tan bueno peleando que fue él quien buscó camorra y su hermano mayor tuvo que enrolarle en el equipo de atletismo del instituto para evitarle líos. En 1934 estableció el récord escolar de la milla (en 04:21.2, una marca que se mantuvo en su categoría durante 20 años) en un encuentro clasificatorio de los campeonatos de California, que ganó una semana después. Sus éxitos atléticos le ayudaron a lograr una beca en la Universidad del Sur de California y una plaza en el equipo olímpico de EEUU en los Juegos Olímpicos celebrados en 1936 Berlín, donde compitió en los cinco mil metros. Con 19 años, se convirtió en el olímpico estadounidense más joven de la especialidad hasta aquella fecha.
Aunque su actuación en los Juegos no brilló, (acabó octavo en la final), su esprín sí debió de ser memorable, porque llamó la atención del mismísimo Führer: “Ah, usted es el joven del final rápido”, espetó Hitler a Zamperini cuando éste subió a saludarle a la tribuna. El líder nazi, en cambio, no causó gran impresión en el estadounidense: “Yo era políticamente muy ingenuo”, relató en una entrevista al The New York Times, “y Hitler me pareció un tipo gracioso, como algo sacado de una película de Laurel y Hardy”.
Zamperini no dejó constancia de sus reflexiones sobre los jerarcas del Eje cuando tres años más tarde, poco después de graduarse, se alistó para combatir en la Guerra del Pacífico. Fue asignado a la dotación de un bombardero B-24. El 27 de mayo de 1943 su avión, que gozaba de pésima reputación por sus repetidas averías, se desplomó a más de mil kilómetros al oeste de las islas Hawaii. Tres de los 11 miembros de la tripulación sobrevivieron al choque inicial (uno murió semanas después), pero los supervivientes —que fueron dados por muertos: la familia de Zamperini recibió un telegrama de condolencia firmado por el presidente— pasaron 47 días a la deriva en una balsa, defendiéndose de los continuos ataques de tiburones y alimentándose de albatros y peces. Hasta que alcanzaron las islas Marshall, donde fueron inmediatamente capturados por los japoneses.
Les trasladaron al campo de internamiento de Ofuna, en Japón, donde pasarían el resto de la guerra. Allí, Zamperini fue objeto de la atención preferente de Mutsuhiro Watanabe, cuyas torturas y malos tratos a los prisioneros le valieron el honor de que el general Douglas MacArthur le distinguiera con el número 23 en su lista de los 40 principales criminales de guerra. Acabada la contienda, Watanabe logró escapar y Zamperini, muchos años después, buscó reconciliarse con él (Watanabe se negó).
De vuelta a casa, Zamperini, afectado gravemente por el estrés postraumático, cayó durante años en el alcoholismo, del que fue rescatado tras atender a un sermón del famosísimo predicador evangelista Billy Graham, quien le ayudaría además a lanzarse al frondoso circuito estadounidense de oradores de autoayuda.
Al atleta nunca le faltó clase alguna de reconocimientos, pero su estatura como celebridad adquirió proporciones gigantescas cuando en 2010 Laura Hillenbrand publicó su biografía de Zamperini: Invencible: una historia de supervivencia, valor y resistencia durante la II Guerra Mundial (Punto de Lectura, 2012). El libro se convirtió en un éxito de ventas instantáneo e inspiró la segunda película que ha dirigido Angelina Jolie —con guión de Ethan y Joel Coen—, Unbroken, cuyo estreno mundial será en Navidades.
Fuente: elpais.com
Comments