En nuestra historia se nos ha remarcado que el héroe es aquel individuo que actúa en representación de un colectivo “asumiendo y revelando el destino de todos.» Esta frase puede complementar profundamente sobre el papel de los deportistas mexicanos en eventos internacionales, pues resalta cómo estos atletas, al destacarse en sus disciplinas, simbolizan y llevan consigo los anhelos y el espíritu de toda la nación.
Por: David Figueroa Zurita / Presidente Grupo BOLT
A través de los años hemos comprendido que los deportistas mexicanos en los Juegos Olímpicos son más que competidores; son portadores de un legado, embajadores de nuestra cultura y ejemplo de resiliencia.
Cada competencia, cada gota de sudor, cada lesión y cada medalla ganada es un reflejo del espíritu y la pasión, que resuena en todos los rincones del país.
El célebre Octavio Paz, premio Nobel de Literatura, alguna vez escribió sobre el espíritu mexicano, y señalaba que «Nuestra historia es la historia de un pueblo en busca de su propia voz y su imagen; nuestros héroes, los creadores de esa voz y esa imagen.»
Justamente esta búsqueda de identidad y representación, bien se puede ejemplificar vívidamente cada cuatro años en las citas que representan los Juegos Olímpicos.
Los atletas, embajadores de nuestro patrimonio y determinación, convierten cada desafío en una vitrina para mostrar la fortaleza del gallardo carácter mexicano que tan aplaudido es alrededor del mundo.
Y es que, al presenciar su participación, no sólo vemos las transmisiones de dichos eventos deportivos, sino que vivimos momentos de cohesión nacional, celebrando el trabajo arduo que realizan para llegar a la cúspide.
Lupita González, medallista olímpica de Río en los 20 kilómetros de marcha resumió esta sensación diciendo que en «México también puede, trabajando se logran las cosas.»
Por eso, siempre recordaremos con orgullo y cariño a Soraya Jiménez, quien en Sydney 2000 se convirtió en la primera mujer mexicana en ganar una medalla de oro olímpica en halterofilia, y que provocó que todos gritáramos de emoción junto con ella, al dar ese emotivo salto.
Estos logros elevan a los atletas y motivan a todo un país. México ha participado en los Juegos Olímpicos desde 1900 y ha acumulado el total de 78 medallas hasta 2024, números, aunque modestos en comparación con potencias olímpicas, son testimonio del ardor y la perseverancia de los nuestros.
Hoy ha terminado la cita de París 2024, pero hemos refrendado que la emoción que se siente al ver a un compatriota en el podio olímpico es indescriptible.
Un ejemplo reciente fue el equipo de fútbol en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde México, contra todos los pronósticos, obtuvo el oro en una victoria histórica contra la poderosa Brasil.
Estos momentos nos recuerdan que, a pesar de los obstáculos, México tiene la capacidad de sobresalir y brillar en la arena internacional, y que sólo es cuestión de trabajo, esfuerzo y apoyo de la sociedad.
Al final, cada ciclo olímpico trae nuevos héroes que llevan consigo sus aspiraciones y las de una nación que ve en ellos el reflejo de sus propias luchas y victorias.
Este verano lo hemos vivido con Prisca Awiti, Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez, Ángela Ruiz, Osmar Olvera, Juan Manuel Celaya y Marco Verde, quienes han ganado, la gloria del Olimpo, y, los corazones de millones que los admiran, alimentando el fuego de la esperanza y la determinación en las generaciones venideras.
Y cierro este espacio con una petición muy especial, donde además de reconocer el esfuerzo y la dedicación de nuestros deportistas olímpicos, considero que es fundamental que los sectores empresariales también se sumen al apoyo de estos héroes nacionales.
Su arduo trabajo, además de regalarnos jornadas llenas de gloria, se convierte en ejemplo a seguir para nuestros niños y jóvenes, fomentando una sociedad más fuerte y unida. Porque al invertir en el deporte, estamos contribuyendo a la formación de una ciudadanía ejemplar, con valores de perseverancia, disciplina y superación personal que inspiran a toda la nación.
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