Amal en Tijuana: la Marioneta de la esperanza cruza fronteras.
En las calles de Tijuana, una figura alta y silenciosa camina con la dignidad de los que han perdido todo, excepto la esperanza.
Amal, cuyo nombre en árabe significa «esperanza», no es una niña común. Es una marioneta de 3.6 metros de altura, una gigante en tamaño y mensaje, una mensajera de los sueños y anhelos de miles de niños y jóvenes que, como ella, han huido de la guerra, la violencia y la persecución.
Amal ha recorrido 9 mil kilómetros, atravesando 14 países, llevando consigo no sólo la pesada carga de los recuerdos de un hogar perdido, sino también la luz de un futuro posible.
Su viaje, inspirado en las tradicionales mojigangas mexicanas, es un espejo del éxodo de tantos que buscan refugio y seguridad. Su última travesía por 40 ciudades de Estados Unidos antes de llegar a Tijuana es un testimonio de resistencia y valentía.
Tijuana, la ciudad que recibe diariamente a cientospersonas que buscan asilo político, ha abierto sus brazos a Amal. La gobernadora del Estado, Marina del Pilar Avila Olmeda, y la alcaldesa de Tijuana, Montserrat Caballero Ramírez, la recibieron en la explanada de la Garita El Chaparral, dándole la bienvenida a esta tierra de migrantes, a esta ciudad que se convierte en patria para los que no tienen país.
El mensaje de Amal resuena en cada paso que da: es un llamado a la compasión, a la acción, a la humanidad. En su presencia, recordamos las palabras de Alicia, una joven refugiada cuya historia se narra en la publicación “Caminos de luces y sombras”: “Ahora sí, espero cruzar todas las fronteras que hay en el camino, llegar donde mi papá y volver a estudiar, ayudarle un poquito a él y a mi familia. Yo sé que voy a lograr estar allá, donde no puedan lastimarnos más”.
Amal es más que una marioneta; es la voz de los que no son escuchados, es la imagen de los que son invisibles para muchos. En su silencio, habla por millones. En su andar, lleva la resiliencia de los niños y niñas que, a pesar de las adversidades, no dejan de soñar con un mundo donde puedan vivir sin miedo, donde puedan alcanzar sus sueños.
Tijuana no es el final de su viaje, sino un recordatorio de que la esperanza no conoce fronteras. Amal continuará su camino hacia Tapachula, pero su historia y la de aquellos a quienes representa permanecerán con nosotros. Ella nos enseña que, incluso en los tiempos más oscuros, la esperanza es un faro que nos guía hacia la posibilidad de un mañana mejor.
Amal es un símbolo de la lucha y la fortaleza de cada niño, niña, adolescente y joven que, en medio de la desesperación, elige la esperanza. Su presencia en Tijuana es un recordatorio emotivo y poderoso de que, aunque la guerra y la violencia puedan desplazar cuerpos, no pueden aplastar el espíritu humano ni la determinación de buscar un futuro más brillante.
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