Por: VÍCTOR ISLAS PARRA
Prometen ver por el pueblo, aunque sólo se sirven de él
CON UN PRESUPUESTO superior a los 350 millones de pesos asignados al Instituto Estatal Electoral de Baja California (IEEBC), el 12de abril dieron inicio las campañas electorales para renovar el Po-der Legislativo y los cinco Ayuntamientos de la entidad.
A pesar de que en esta ocasión no habrá elecciones de gobernador, el costo de este proceso registra un incremento bastante significativo debido al subsidio que se destina a los partidos políticos, bajo el concepto de prerrogativas.
A nivel nacional es la misma regla, ya que en 2015 los partidos políticos obtuvieron 4 mil 591 millones de pesos para hacerle frente a las elecciones locales que incluían la de gobernador. En este año, que sólo son de Ayuntamientos y diputados, la bolsa habrá de ser de 4 mil 804 millones provenientes de las arcas gubernamentales.
Muy preocupante es que mientras aumentan el gasto en materia electoral, disminuyen el recurso a favor de los grupos sociales más vulnerables, como los adultos mayores, por poner un ejemplo. Y es que cada vez que se incrementa el gasto en rubros políticos, como es el caso del Instituto Electoral o del propio Congreso del Estado, se le tiene que meter tijera a otros renglones del presupuesto público, y como es lógico son los sectores más débiles los que pagan el pato.
Está claro que este tipo de excesos son los que tienen a un amplio sector de la población, en una actitud de irritación y hartazgo, que en un determinado momento habrá de provocar movimientos sociales tipo Los Indignados, que marcaron una tendencia de quiebre en países europeos y que hoy sus líderes están ocupando espacios y jugando un papel controvertido en parlamentos como el español.
Pero quizá lo más importante pudiera ser el poder observar en el presente proceso que este tema sea parte del debate y los compromisos formales que habrán de asumir quienes de manera seria busquen construir una relación de entendimiento y confianza con los electores de sus distritos o municipios, para empezar a revertir el excesivo gasto improductivo que significan los costosos procesos electorales y otros renglones de nuestro sistema de gobierno.
El malestar social está ahí, incubado y creciendo, y se refleja sutilmente en la creciente simpatía que se profesa a políticos que cultivan otro tipo de valores como es el caso más emblemático del ex presidente uruguayo José Mujica, que enarbola principios como la humildad, la honestidad y austeridad como estilo de vida, y que contrasta con prácticas de nuestros políticos locales.
Difícilmente vamos a cambiar esta realidad si no se registra ese fenómeno de la indignación social que mueve las conciencias y rompe los es-quemas establecidos que tienen que ver con el uso y abuso de los recursos públicos, los recursos de todos.
Mientras tanto en estos días habremos de estar escuchando o leyendo mensajes de candidatos a la nómina gubernamental de todo tipo, orientados a convencernos de que son la mejor opción y de que votemos por ellos.
Y ojalá que entre estas voces logremos distinguir propuestas serias y bien pensadas de cómo hacer un buen uso de los cada vez más escasos recursos públicos, dando su lugar al ciudadano que no se conforma con ser un votante pasivo, sino que aspira a jugar un papel protagónico y participativo en el destino de esos presupuestos públicos.
Ese es el sentido de las presentes elecciones, que son las primeras que habrán de permitir, por la vía dela reelección, no dejar el cargo al menos por 9 años consecutivos, si es que hacen bien su chamba, lo cual reitero, nos puede permitir que se de ese milagro en la mentalidad de gobernante. Es tiempo pues de empezar a cerrar la llave del dispendio en el gasto electoral y los presupuestos para los partidos políticos.
El autor de este artículo es director en Mexicali del Gran Diario Regional EL MEXICANO
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